si hablas, mueres

Lee Abbott (John Krasinski), su esposa Evelyn (Emily Blunt), atravesando un muy avanzado embarazo, y sus hijos Regan (Millicent Simmons), sorda de nacimiento, y Marcus (Noah Jupe), son una familia de sobrevivientes.

Aislados a una granja, escondidos en el interior de un espeso bosque, lugar en el que se protegen de una extraña raza de criaturas gigantescas y destructivas, que han arrasado con gran parte de la humanidad, y que reaccionan violentamente al menor sonido que éstas perciban, como ya han tenido ocasión de comprobar.

Mientras subsisten de lo que ellos mismos producen, cazan y pescan, Lee intenta contactar a otros sobrevivientes, mientras viven en un ambiente en el que evitan todo sonido, recurriendo al lenguaje de señas y otro tipo de claves visuales, conscientes de que el menor ruido podría provocar su fin…

Si creemos en ese mantra que dice, en resumidas cuentas, que el cine logra su mayor grandeza cuando las imágenes se bastan a sí mismas, entonces Un Lugar en Silencio es una de las más logradas realizaciones de los últimos años.

Tercer trabajo como director del actor y comediante John Krasinski  (protagonista de la serie Jack Ryan, basada en el espía creado por Tom Clancy, y antes parte del cast de la versión estadounidense de The Office, para la cual además dirigió varios de sus capítulos), ambientado en un apocalíptico escenario, narrando a la par la historia de sobrevivencia de la familia Abbott y como tratan de sobrellevar su vida familiar pese a las condiciones extremas que atraviesan, donde al menor ruido podrían enfrentar una muerte segura.

El trabajo de Krasinski tras las cámaras (y como parte del staff de guionistas) resulta gratamente sorprendente. Sin perder el tiempo intentando explicar de dónde salen estas bestias (muy parecidas a las arañas), simplemente ya están ahí desde hace mucho y ya han arrasado con gran parte de la especie humana. Tampoco pierde tiempo en explicar cómo se dan cuenta que a estas criaturas les afecta el ruido. No cuenta nada de esto porque, no le hace falta, no es esa la historia que le interesa contar.

Krasinski es preciso para equilibrar la situación de la familia Abbott, tanto desde el punto de vista de su sobrevivencia, y de cómo han debido adaptar sus existencias a su situación actual, reduciendo el sonido al mínimo, tratando de mantener una vida normal, dentro de lo que este régimen de no hacer ruido permite, pero a la vez, enfrentando sus propios miedos y culpas, luego de una tragedia familiar de la cual no han logrado recuperarse, y sin que la situación sea la más idónea para reponerse.

El desempeño del filme es más que estimulante. Manejando muy bien los ritmos, Krasinski, consigue armar un relato cautivante, un thriller que realmente consigue atraer al espectador, más allá de la atención que le pide el hecho de la escasez de diálogos. Esa es precisamente una de las grandes fortalezas de la película, donde las imágenes, miradas de sus protagonistas, sus gestos, sus acciones, incluso sus omisiones, dicen mucho más acerca de la historia que está siendo narrada que un monólogo de diez carillas de texto.

Virtudes que se ven reforzadas con el gran desempeño de sus protagonistas. Siendo sólo dos actores profesionales (Krasinski y Blunt, su cónyuge en la vida real) y los dos jóvenes intérpretes que encarnan a los hijos de la pareja, aportan lo suficiente para que la sensación de incomodidad, de tensión, reinante en el pequeño mundo y las acotadas y perturbadas vidas de los Abbott.

Esta es otra de esas pequeñas grandes cosas que nos entrega el cine estadounidense. Con un presupuesto modesto (apenas 17 millones de dólares, que casi triplicó en su fin de semana de estreno), nos demuestra que las buenas ideas muy de vez en cuando salen de las bóvedas de los grandes estudios, sino que aún provienen de las mentes de muy iluminados seres humanos.

***1/2

A QUIET PLACE

Director: John Krasinski

Intérpretes: John Krasinski; Emily Blunt; Millicent Simmons; Noah Jupe.

Suspenso/Ciencia Ficcion/Terror

2018

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rebobinar para proyectarse

Les contaba tiempo atrás que, cada cierto par de años, le doy un repaso a las, digamos, cuatro novelas fundamentales de Alberto Fuguet: Mala Onda, Por Favor,Rebobinar, Tinta Roja y Las Películas De Mi Vida. ejercicio que hago para examinar cómo han envejecido, como los percibo ahora respecto de cómo los percibía antes y ver qué lecturas puedo extraer de ellos ahora.

Publicada originalmente en 1994, Por Favor Rebobinar es una suerte de secuela moral de Mala Onda. Claro, que tuvo que atravesar más de un obstáculo hasta llegar a, finalmente, ver la luz, en la forma que su autor lo quiso.

Estamos ante una colección de historias unipersonales, narradas por personajes (varios de ellos mencionados en Mala Onda, ya fuera como personajes secundarios o de apoyo), varios de ellos entre los 25 y los 30 años, y nos cuentan cómo han enfrentado el paso de la adolescencia a la adultez, y los grandes temas que ello implica: la familia, el trabajo, la paternidad, y en el fondo ese inevitable choque entre lo que uno pensaba que sería su vida y lo que es en la realidad.

Personajes que están por enfrentar un momento crucial de su vida, un momento definitorio. Esa ocasión que tendrán para hacer algo de sus existencias algo trascendente, o caer en el intento.

Fuguet acompaña estos relatos con entrevistas, artículos y notas de prensa ficticios, que sirven de nexo entre las narraciones que conforman la novela, y que en mayor o menor medida se relacionan con cada cuento.

Planeta, la editorial para la cual publicaba Fuguet en aquella época, entusiasmada por el revuelo mediático causado con Mala Onda un par de años antes (éxito de ventas y muy comentado dentro y fuera de la cátedra literaria; hoy sería trending topic) fue bastante reticente con el proyecto original y cercenó gran parte de éste: las aludidas notas de prensa y un par de cuentos, pensando que éstos bajarían el interés de los lectores en la obra.

Sólo cuando Fuguet dejó Planeta y se incorporó a Alfaguara algunos años después, pudo finalmente publicar la novela como deseaba desde un principio.

Y qué bien que así haya sido.

Mala Onda era un relato con el que un adolescente podía sentir más o menos cercano. A su vez, Por Favor, Rebobinar, al revés, se siente como si se hubiese inspirado en uno. No es necesariamente lo mismo.

Si bien lo leí por primera vez muchos años después de su publicación original, cuando lo hice pasaba de los 25 años de edad. Eso fue clave: la novela me pilló volando bajo, y me pegó fuerte. Pero entendí clarito a lo que su autor se refería. Si la hubiera leído a los 18, o antes, quizás no la habría entendido de la misma manera.

Los personajes de Por Favor Rebobinar arman un conjunto de vidas buscando un lugar en el mundo, intentando sobreponerse a las dificultades, a sus propios rollos personales, sus propios temores, culpas, pasados.

Ya se trate de un cinéfilo veinteañero, autodestructivo, levemente autista. Un modelo con pretensiones literarias, incapaz de asumir su propia historia. Un rockstar ansioso de ser más que un fenómeno pasajero. Un locutor de radio sin mucho que hacer fuera del estudio. Un ejecutivo medial ad portas de ser padre.

Esta novela coral y generacional, armada a partir de un conjunto de relatos cuyos narradores diferentes, cuyas procedencias y vocaciones podrán diferir, pero que tienen más en común de lo que piensan: familias disfuncionales, metas no cumplidas, existencias vacías e intentos por llenarlas con algo (cine, drogas, sexo casual, excesos varios). Gente más o menos dañada, caminando peligrosamente sobre la orilla hacia el abismo.

No en vano, Fuguet quiso llamar a este libro, entre otros nombres tentativos, “Juntos y Solos” (como a la postre titularía su compilado publicado en 2015).

Lo que los une, en todo caso, va más allá de sus vacíos. Todos ellos, como dije, buscan armarse su lugar en el mundo, o al menos saber cómo pararse frente a él, definiendo en qué punto de sus vidas se encuentran, y de qué manera van a vivir lo que les queda por delante.

No todos los logran: estos personajes se encuentran ante ese punto sin retorno, ese punto a partir del cual ya no podrán refugiarse en otros, sino que deben enfrentar la vida personalmente, sin intermediarios. El miedo, la tentación de buscar salidas más fáciles, están ahí al lado.

Nunca me ha dejado indiferente esta novela. Tal vez a los 25 no sentía tan cercanas algunas de las historias de Por Favor, Rebobinar como sí lo han hecho ahora, a los 42. Pero nada me quita esa sensación de que estas historias pudieron haber sido la de algún amigo, conocido, o uno mismo.

No puedo llegar a otra conclusión cuando luego de leer el mismo libro que ya he leído siete u ocho veces antes, y me sigue golpeando de la misma forma. O más fuerte incluso.

Van tres de cuatro.

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algo bueno puede salir de aqui

¿Así que tendríamos película de Boba Fett? ¿Con James Mangold a la cabeza? Mesh.

Bueno, ¿qué esperaban? Si Disney compró la franquicia Star Wars fue para sacarle el mayor provecho posible. Y vaya que le ha sacado el jugo: la nueva trilogía que continúa la original (Force Awakens, Last Jedi y Episodio IX), los spin-off ya estrenados (Rogue One, Solo) y los que vendrán en el futuro (Obi-Wan Kenobi). Mucha literatura y narrativa gráfica complementaria. No deberían extrañarse que quieran explotar lo más que puedan, y ya que los personajes principales están cubiertos (la familia Skywalker y sus allegados más cercanos) hay que echar mano de los secundarios.

Claro, se ha llegado a la exageración de decir que van a empezar a salir porque sí películas de cualquier mono que aparezca de relleno en las películas. Eso es irse demasiado por las ramas. Hay harto personaje secundario susceptible de protagonizar relatos interesantes dentro de la mitología Star Wars (Jabba el Hutt y todo el crimen organizado dentro de la galaxia, por poner un ejemplo, o mejor todavía, los Ewoks…que por cierto, merecen mucho más respeto del que han recibido a lo largo de la historia*), pero pensar que Disney y Lucasfilm van a hacer la película de, por ejemplo, el gordito que entrenaba al monstruo Rancor, no pasa de ser un chiste, y uno que muere rápido.

A propósito de eso, escoger a Boba Fett, el legendario cazarrecompensas mandaloriano, “hijo” del también mercenario Jango Fett,  para una película en solitario, no me sorprende. Es uno de los personajes más populares de la saga. Aunque muchos cuestionan cómo ha logrado tal status.

Boba Fett aparece en el último tercio de El Imperio Contraataca (1980), como uno de los cazarrecompensas convocados por Darth Vader para atrapar a Han Solo y sus compañeros del Millenium Falcon, para atraer a Luke Skywalker a su trampa. Fett lo consigue, y ya que Skywalker ha picado el anzuelo, recibe además de su pago, a Han Solo congelado en carbonita, para que lo entregue a Jabba el Hutt y se adjudique otra recompensa.

Luego lo volvemos a ver en El Regreso del Jedi (1983), como parte de la “corte” de Jabba, y en tal calidad enfrenta el motín encabezado por Luke Skywalker, pero accidentalmente Han Solo desbarata su mochila cohete, siendo devorado por la bestia conocida como Sarlacc.

Fett no alcanza a sumar media hora en todas sus apariciones fílmicas (sin contar su versión “niño” en El Ataque de los Clones). Sus escasos diálogos, más su estúpida manera de morir, hacen que muchos se cuestionen seriamente su atractivo. Sin embargo, lo genera. Prueba de ello es el abundante fan fiction que se creó en torno a su persona, ideas muchas que recogió el propio George Lucas, al aprobar una respetable lista de cómics, novelas y otros relatos que terminaron por formar parte del llamado Universo Expandido (lo que sucede fuera de las dos primeras trilogías, antes de Disney).

Shadows of the Empire, ese proyecto multimedial que a través de una novela, una miniserie en cómic y un videojuego sirvió de puente entre Imperio.. y Regreso.., publicada en 1996, es la mejor prueba de ello. Lástima que a alguien se le ocurrió que no debía ser parte del cánon y fue eliminada de éste.

Hasta en la serie animada Star Wars Droids, Boba Fett tenía sus momentos, siendo de los pocos personajes de la trilogía clásica

Incluso ahora, luego de que Disney eliminara este concepto y reinventara el Universo Canónico de Star Wars, Boba Fett ha protagonizado una cantidad no menor de relatos e historias (en cómic, en narrativa, incluso en videojuegos), en las que comparte escena con personajes como Jabba The Hutt, Han Solo, e incluso el mismísimo Darth Vader, llegando a concluir que sus diálogos en Imperio… son sólo el más reciente de los encuentros que se tienen noticia.

Boba Fett es un personaje que, a falta de mejor desarrollo en pantalla, fuera de ella creció como la espuma, encontrando en la obra complementaria su nicho, y el entorno donde se explotó al máximo su potencial. Y si bien en lo personal no hubiese sido mi primera opción para nuevos spin-offs de Star Wars, es un personaje que, bien trabajado, podría dar pie a grandes cosas. Los antecedentes de James Mangold me hacen suponer que muy probablemente así sea.

Por lo demás, si a Solo le va como todos queremos que le vaya, no me desagradaría para nada una suerte de subgénero que pudiéramos definir como “space western”, con Solo y Fett como emblemas.

Además, si alguien fue capaz de concebir un largometraje con Venom, personaje más sobrevalorado imposible, ¿por qué no Fett?

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*Si, soy de los que creen que a los Ewoks los han tratado peor de lo que merecen. Vencen a un imperio con palos, piedras y lianas, interviniendo en un conflicto que les pudo haber dado lo mismo, y ¿cómo les han pagado? Llamándolos “osos de peluche” como si fuera un insulto, convirtiéndolos en el chivo expiatorio de los que no les gusta el Regreso del Jedi, y dándoles un par de películas bien corneta que pasaron directo a video. Ya viene siendo hora de reivindicarlos ¿verdad, herederos del tío Walt?

en el momento y lugar precisos

El 21 de agosto de 2015, un terrorista fue sorprendido durante un viaje en tren desde Bruselas a París, momentos antes de desencadenar una matanza que podría haber terminado con decenas de víctimas fatales.

El atentado fue frustrado por la oportuna intervención de tres jóvenes estadounidenses, dos de ellos miembros de ramas menores del Ejército, mientras vacacionaban en Europa.

Su historia, de cómo pasaron de ser los chicos problema de su escuela a convertirse en héroes, es la que durante noventa minutos relatarán ellos mismos…

Decepción es ver en lo que se ha convertido Clint Eastwood a lo largo de esta década: de uno de los directores más geniales e interesantes del último cuarto del siglo XX e inicios de éste, los 2010, claramente, no han sido su decenio.

Ha sido en estos años que ha tenido su bajón más escandaloso (American Sniper, 2014, fue una muy buena cura del insomnio, cuyas motivaciones todavía cuesta entender). Esa es una excepción, por supuesto, pero gran parte de su trabajo de 2010 hasta la fecha, puede considerarse correcto, cumplidor. Lo que es insuficiente para un director que ha puesto su rúbrica en obras maestras como Los Imperdonables, Un Mundo Perfecto, Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal, Río Místico o Gran Torino.

Por eso, cuando uno ve The 15:17 to Paris y piensa que Eastwood está filmando como un veinteañero, no debe tomarse como un halago. No es por su energía, ritmo y pasión puesta en el relato, sino que parece más un docurreality realizado por un estudiante de cine para justificar la beca que se ganó.

Siguiendo con la línea que ha abordado en sus últimas películas (la citada American Sniper y la mucho más-aunque ni tan- lograda Sully, con Tom Hanks), Eastwood ha incursionado en relatar vidas de personajes ordinarios enfrentados a circunstancias extraordinarias. En 15:17, enfoca en tres personajes que tuvieron la ocasión de encontrarse en el momento y lugar precisos para convertirse en los héroes que siempre quisieron ser: Spencer Stone, Alex Skarlatos y Anthony Sandler.

Eastwood opta por un relato dividido en dos grandes capítulos: uno biográfico, enfocado en la infancia de sus protagonistas, tres chicos de una escuela cristiana de Oregon, que nunca encajaron mucho en su entorno, que soñaban con formar parte del ejército, servir a su país y convertirse en héroes, aunque el destino se burlara de sus pretensiones más de una vez: si bien dos de ellos consiguieron entrar en el Ejército, ni Stone ni Skarlatos lo hicieron en las unidades o ramas que aspiraron desde niños.

La segunda parte consiste en el relato ficcionado, protagonizado por los propios Stone, Skarlatos y Sandler, reproduciendo sus vacaciones en Europa, hasta el momento en que, mientras viajan a Paris y deben reducir a un antisocial antes de que la masacre en ciernes termine con consecuencias trágicas. Aquí la película deja su vocación de narración y se convierte en una especie de documental acerca de lo que estos jóvenes vivieron antes, durante y después del intento de atentado.

Este es un experimento que hubiéramos celebrado en un realizador debutante, incluso en algún director asalariado, de esos que sólo filman lo que se les encarga, aunque a veces den sin querer, el palo al gato. Eso es lo que lleva a preguntarnos ¿qué pretendía Eastwood con esto?

¿Demostrar que no está tan viejo y que aún puede enfrentarse a nuevas técnicas de realización y narración cinematográfica? En ese caso, mejor le hubiera pasado una cámara a los protagonistas para que se grabaran ellos mismos y revivieran su historia sin un guión de por medio ¿Hacernos ver que la vida siempre nos da sorpresas y que ese que considerábamos un perdedor por su procedencia desde familias mal constituidas y/o un peligro público por alucinar con las armas de fuego puede ser un héroe? No sé si en tiempos donde la eterna víctima del matonaje puede entrar con una metralleta a su colegio y dispararle a sus condiscípulos, sea buena idea estimularlos con este tipo de narraciones.

Nadie pone en duda lo loable del gesto de Stone, Skarlatos y Sandler. Un héroe es aquel personaje ordinario enfrentado a circunstancias extraordinarias, y en tal escenario, estos tres muchachos americanos lo son. Indudablemente. Sólo que la manera de presentarnos sus vidas no fue la más acertada.

Menos cuando Eastwood nos recuerda el republicano de tomo y lomo que es, recalcándonos que los estados juntos son la policía, del mundo, y sus buenos hijos, criados en el cristianismo y el amor por la patria, su niñera. Dudo que este sea el mejor momento, dadas las circunstancias actuales, para sacarle lustre a ese americanismo.

Esta es una historia que podría ser un gran punto donde empezar una carrera. O que podría haber sido mejor contada por otro realizador. Conociendo el gran currículum previo del viejo Clint, si bien 15:17 no es para mandarlo a la hoguera, si constituye un palo de ciego dentro de su más reciente filmografía. Y por Dios que duele decir eso.

**

THE 15:17 TO PARIS

Director: Clint Eastwood

Intérpretes: Spencer Stone; Alex Skarlatos; Anthony Sandler; Judy Greer; Jenna Fischer

Drama

2017

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…por cierto, que gran red social es Instagram, estoy subiendo muchas cosas que, por apuro o porque no es tan largo como para desarrollarlo aquí..o como sala de ensayo de temas que después podría tratar acá con más profundidad. Si me quiere seguir, bien por usted, ahí tiene como buscarme

riqueza material, pobreza moral

En 1973, John Paul Getty III (Charlie Plummer),nieto del industrial Jean Paul Getty (Christopher Plummer), fue secuestrado en Roma, por una célula del crimen organizado local.

A las pocas horas, su madre, Gail (Michelle Williams) recibe una llamada de los secuestradores, exigiendo un rescate de 17 millones de dólares por el muchacho.

Tragándose su orgullo, Gail acude a su ex suegro, cuyas relaciones están lo más lejos de ser gratas, después de que ella se divorciara de John Paul Jr (Andrew Buchan), harta de verlo convertirse en un parásito heroinómano, y temiendo que su hijo fuera por el mismo camino. Sin embargo, y no obstante ser el hombre más rico del mundo en su época, Getty no tiene intención de pagar un centavo a los secuestradores…

Hay casos en que se podría pensar que una película va derecho al fracaso. Como, por ejemplo, cuando tienes que refilmar gran parte de ella a pocas semanas de su estreno porque a uno de tus protagonistas le pillaron un interesante cúmulo de fechorías con menores de edad, no de las más santas precisamente (si, Kevin, estoy hablando de ti, no te hagas).

Es lo que pasó con Todo El Dinero Del Mundo: en plena posproducción, su director Ridley Scott debió rehacer, con urgencia, gran parte de lo que había filmado. Por aquellos días, se había destapado el escándalo de Harvey Weinstein y, entre otros nombres que iban saliendo de celebridades ligadas al acoso y abuso sexual, figuraba el de Kevin Spacey, acusado de abusos a menores de edad.

Como a nadie le gusta tener sus películas asociadas a este tipo de individuos, y en la disyuntiva de no estrenar y tirar a la basura todo lo avanzado, Scott prefirió llamar a Christopher Plummer, quien había sido su segunda opción para encarnar a Jean Paul Getty, uno de los hombres que durante la segunda mitad del siglo XX amasó una gran fortuna gracias al petróleo, y rehacer lo antes filmado.

Lo cierto es que la movida funcionó, y el resultado dio la razón a Scott. El bueno de Ridley podrá ser todo lo irregular que quieran, pero cuando quiera hacer las cosas bien, las hace realmente bien, teniendo en Plummer una de sus principales fortalezas, encarnando a un personaje de la vida real que, si le hacemos caso a la historia, cumple con todos los elementos del arquetipo del multimillonario de caricatura: solitario, insensible, ambicioso, avaro, orgulloso. Un Charles Montgomery Burns de carne y hueso.

Un hombre que no toma ninguna decisión sin calcular la relación costo vs beneficio, o al menos pensando en tener lo que nadie más tiene (eso explica los millones que invierte en obras de arte y piezas arqueológicas).

Ahora, ¿qué pasa cuando una misma persona encarna la ambición más insaciable y a la vez el más exacerbado orgullo? Tenemos a Jean Paul Getty: un tipo capaz de gastar un millón y medio de dólares en una maltratada pintura del tamaño de un cuaderno, pero que no quiere entregarle a su ex nuera, a quien no le perdona haberse divorciado de su hijo cuando éste se convirtió en un bulto relleno de las más diversas drogas, el dinero para rescatar a su nieto, apelando a excusas cada vez más irrisorias, viniendo del hombre más rico del mundo.

Aquí revive la vieja pregunta de de qué te sirve ser tan rico materialmente, si moralmente eres tan pobre.

Aquí es donde entra Christopher Plummer, quien pudiendo hacer una actuación correcta sólo para parchar y salir del paso, construye un personaje irritante, un tipo sin escrúpulos, capaz de dejar morir a su propia familia si ello no le reporta utilidad, o simplemente para satisfacer su ego, que habla con enorme orgullo de su apellido y su ascendencia, pero que no tiene problemas en dejar morir a un descendiente sólo con tal de mantener su alto concepto de sí mismo.

Esta actuación valió para Plummer nominaciones al Oscar, al Golden Globe y al Bafta, que, al inicio de la season award no estaban en los cálculos de nadie.

Y sin desmerecer la impecable actuación de Michelle Williams, sólida en el rol de una madre forzada a mantener la cabeza y la sangre bien frías para no colapsar ante la situación que vive, desesperada desde más de un frente.

Dijimos que Ridley Scott es un realizador que, cuando quiere hacer las cosas bien, las hace realmente bien. Dividiendo este relato en dos partes (el cautiverio de John Paul III, por un lado, y las diligencias que su madre realiza ya sea para encontrarlo, ya sea para lograr que su abuelo ceda un poco en su orgullo y financie el rescate), Scott consigue un armado coherente de su filme, a buen ritmo, fácil de entender por cualquier espectador y capaz de tenerlo a uno a la orilla del asiento, en dos horas y cuarto que se hacen cortas.

Todo el Dinero del Mundo es un filme que crece en intensidad, y en logros, a medida que avanza. Scott consiguió sobreponerse a la mala prensa, a la adversidad y a tenerlo todo en contra para anotarse otro mérito con un filme que torció, dignamente, su destino.

***1/2

ALL THE MONEY IN THE WORLD

Director: Ridley Scott

Intérpretes: Christopher Plummer; Michelle Williams; Mark Whalberg; Timothy Hutton; Charlie Plummer; Andrew Buchan; Romain Duris

Suspenso

2017

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honesta…y estúpidamente divertida

Tratando de superar un difícil momento personal, el mercenario conocido como Deadpool (Ryan Reynolds) busca reorientar su existencia, e intenta formar parte de los X Men. Sin embargo, mientras intenta rescatar a un joven mutante llamado Russell (Julian Dennison), el operativo se sale de control y tanto Deadpool como Russell terminan en una cárcel de alta seguridad para personas con poderes especiales.

Mientras permanecen en prisión, ambos son sorprendidos por Cable (Josh Brolin) un duro combatiente venido desde el futuro, con una misión clara: eliminar a Russell. Circunstancialmente envuelto en este entuerto, y no precisamente a gusto con la idea, Deadpool deberá proteger al muchacho y mantenerlo a salvo de este implacable asesino..

Es divertido lo que pasa con Deadpool. No es mi personaje favorito del cómic. Aunque lo he leído, no tengo ninguna historia suya en mi biblioteca, y tal vez nunca la tenga. Pero lo poco y nada que me llama atención en papel, es inversamente proporcional con el interés que me genera en lo cinematográfico. Su primera parte, en 2016, fue una de las cosas que más me gustó ver ese año, y su secuela Deadpool 2, me tenía ansioso.

Eso tiene mucho que ver con el hecho que, por un tema de licencias, Deadpool no pertenezca al MCU, la cual a la larga es su mayor fortaleza: al no estar amarrado a la “fórmula Marvel”, que ha regido las películas de dicho sello los últimos diez años, las adaptaciones de nuestro querido “Mercenario Bocazas” pueden saltarse dichas reglas y, al igual que en su primera película, apelar a aquellos elementos que lo han convertido en uno de los personajes más populares de su editorial.

Si usted espera otra cosa que ultraviolencia, doble sentido, chistes, palabrotas, referencias a la cultura pop, alusiones a otras películas, incluso de la competencia, narraciones en primera persona que rompen la cuarta pared (tanto en comic con en el cine, Deadpool es consciente de su naturaleza de personaje de ficción), prefiero decirle que dese ya pase de largo. Esta película no es para usted. Porque de esto, Deadpool 2, al igual que su predecesora, está repleta.

Si bien entre medio hubo cambio en la silla de director, David Leitch (en reemplazo de Tim Miller) y que ya había dirigido la sorprendente Atomic Blonde, el año 2017, y codirigió la notable John Wick (2014), demuestra tener la mano suficiente para hacerse cargo de esta historia manteniendo intacto el espíritu resultante de la insólita mezcla entre acción, ultraviolencia y humor absurdo presente. A ratos, incluso diría que lo mejora bastante.

Si, sabemos que al igual que en la primera película estamos ante una historia básica, simplona, tonta, como quieran llamarle, pero que Leitch, como ya había hecho Miller, es capaz de resolverla correctamente, logrando un resultado inteligente, dentro de su tontería, y divertida. Y saca provecho del mucho mayor auspicio por Marvel y la 20Th Century Fox, entusiasmados con los buenos resultados del primer Deadpool (en la que, ciertamente, tenían mucho menos fe, en comparación con lo que están apostando esta vez).

Nuevamente gran parte de los méritos están en el gran desempeño de Ryan Reynolds en el rol principal. Sabemos que Reynolds está muy lejos de ser un gran actor (fuera de las películas de Deadpool su rendimiento suele ser apenas satisfactorio, pero vistiendo los colores rojo y negro es otra cosa) pero su fanatismo, aprecio y cariño por el personaje es tal, tan en su salsa se siente interpretando al mercenario bocazas, que uno no puede sino aplaudir sus intervenciones.

A su vez, Josh Brolin, dándole vida a Cable, el mutante venido de un futuro nada prometedor con sed de venganza, uno de los personajes más despiadados dentro de la sección X de Marvel, no puede sino convencernos de que está en un papel a su medida. Desde que comenzó a ser popular tras No Country For Old Men, y vimos lo que le acomodaban los personajes que disparan primero, preguntan después, que muchos pensaron en Brolin para encarnar a este personaje.

Así como Deadpool es consciente de su calidad de personaje de ficción, podríamos decir que Deadpool 2 no pretende ser otra cosa que una cinta de superhéroes (género en que la podemos agregar por descarte) repleta de humor absurdo, y disparates al por mayor. Leal con su fuente original, leal con lo que el público espera de ella, y honesta consigo misma y con sus pretensiones, Deadpool 2 cumple con lo que ofrece: lisa y llana diversión.

Ojo con las referencias. Y aún más ojo: mayores de 14 años.

***3/4

DEADPOOL 2

Director: David Leitch

Intérpretes: Ryan Reynolds; Josh Brolin; Morena Baccarin; Julian Dennison;T.J. Miller; Zazie Beetz; Brianna Hildebrand; Stefan Kapicic; Leslie Uggams; Karan Soni

Comedia/Acción/Superhéroes

2018

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algunos hitos musicales que no me dejaron indiferente

Aceptémoslo. Antes de los diez años de edad nadie pesca muy en serio la música. Sólo cuando tienes entre doce, catorce, vas dándote cuenta de que ésta existe y empiezas a definir lo que te gusta, y lo que no. Es un proceso largo, porque durante el transcurso de la vida, si te tomas en serio este asunto, te vas dando cuenta que las cosas que te gustan cuando llegas a la adultez no siempre son las que te gustaban de adolescente, y viceversa.

Ahora, con la facilidad que tienen los infantes para acceder a la información, puede que el proceso se haya adelantado. Pero hasta por ahí no más. Hoy es fácil encontrarse fiestas de cumpleaños de niños de 7 en que suene Despacito, pero cuando el mismo niño tenga 10, 15, 28, la omnipresente colaboración entre Luis Fonsi y Daddy Yankee sea una mera anécdota.

Yo no fui la excepción, y entre los siete y diez años estaba más preocupado de jugar con mis figuras de Star Wars o juntar láminas de álbum, pero igual ponía atención a lo que salía en los programas de videoclips. Bueno, no había tanta tele, ni tampoco mucho que hacer, así que inevitablemente uno terminaba viendo los programas de videoclips de la época: Magnetoscopio Musical, Más Música o Videotop. Sí, niños, antes de Youtube o Spotify, había algo que se llamaba programas de videoclips, y eran una o dos horas a la semana en que en la televisión pasaban este tipo de presentaciones.

Si bien tales programas eran un mero background para el almuerzo familiar, o la sobremesa, igual uno de repente prestaba atención a ciertas cosas. Algunas de ellas terminaron siendo muy definitorias para mi posterior vida de melómano.

Podría mencionar muchas de ellas (la omnipresencia de Eddie en las carátulas de Iron Maiden, las películas de los Beatles, Nazareth cantando Hair of the dog en Viña del Mar y descolocando a las autoridades de la época, Bruce Springsteen cantando su orgullo por haber nacido en EEUU –bueno, eso es lo que nos habían dicho en esa época-, Jean Michel Jarre tocando rayos laser, en fin), pero aquí voy a restringirme a los más relevantes:

1-El videoclip de Bohemian Rhapsody, de Queen.

Especialmente la parte del medio, la “parte operática”, como dicen en el tráiler de la biopic del mismo nombre (que ya pasó de “se ve interesante” a “tengo que ver eso!!”). A los ocho años que iba a saber uno de rock sinfónico, progresivo, o de las experiencias sinfónicas de Deep Purple o Pink Floyd o ELP. Bueno, toda esa sección, más los alucinantes efectos sonoros y visuales involucrados, me dejaron una marca indeleble en la memoria.

2-El tráiler de Pink Floyd The Wall.

“Los recuerdos! La locura! La música! La película! La Muralla!”

Si, no entendí ni jota la mezcla entre esas animaciones sacadas de la peor pesadilla, el tipo frente a la tele, ese discurso que parecía sacado de alguna película sobre el Tercer Reich, escenas de guerra, martillos marchando, esos personajes con máscaras anónimas y sin alma, el grito “Hey,Teacher! Leave the kids alone!”, y un grito desesperado saliendo de una pared…demasiados estímulos en dos minutos no te pasan de largo cuando tienes ocho años.

3.-Los videoclips de Duran Duran.

La banda insignia del new romantic británico hizo del naciente formato una de sus mejores armas. Y les funcionó. La impresionante performance del entonces quinteto en el Maple Leaf Gardens de Toronto (con catarata incluida) en The Reflex; la pesadilla post nuclear que protagonizan en The Wild Boys (George Miller miraría orgulloso), y el quinteto paseando por la torre Eiffel mientras James Bond persigue a Grace Jones en A View To A Kill son cosas que no se iban a ir fácilmente de la memoria.

4-Los Prisioneros en el programa Éxito, de Canal 13.

¿Quiénes son estos tipos? En una época donde cualquier cantante se presentaba en televisión vestidos prácticamente de gala, para cantar canciones que parecían argumento de teleserie venezolana, o en la que se hablaba de ídolos de la canción juvenil a tipos que parecían sacados de revistas de moda, aparecen tres tipos de polera, jeans y zapatillas hablando de una nueva generación llamada a cambiar el mundo. Repito ¿Quiénes son estos tipos?

5.-Los Jaivas.

Entrando como diablitos de la Tirana a la Quinta Vergara, durante el Festival de Viña de 1983. Tocando en las Alturas de Maccu Piccu, para finalmente dejar una ofrenda en un altar. Interpretando sus canciones en la Antártica durante un estelar de Televisión Nacional. Noticias en diarios y revistas que elevaban a la banda prácticamente al nivel de objeto de fervor.

6.-Kiss Contra El Fantasma del Parque.

Melenas largas, caras pintadas, ropa estrafalaria, explosiones en el escenario. Si la sola imagen de Kiss ya resultaba llamativa (no faltaba el compañero de colegio que se las daba de bacan por andar con la lonchera Aladdin con la iconografía de la banda), verlos en esa película que los obligaba a enfrentar a un fantasma que quería sabotear el parque en que tocarían (una trama muy de Scooby Doo…no creo que sea casualidad que en los 90 Kiss haya aparecido en un par de capítulos de dicha serie, y hasta hayan protagonizado una película juntos hace algunos años) no podía considerarse una mera anécdota.

7.-Michael Jackson’s Thriller

O como en 1983 descubrí que el simpático hermano menor de una familia de cinco que cantaban y protagonizaban aventuras absurdas en las caricaturas de la Rankin-Bass había crecido y se había convertido en una de las figuras fundamentales de la música en el mundo. Tan poderoso, que en el mismo rato se convertía en hombre lobo, en zombie y hacía que los muertos salieran de sus tumbas y bailaran a su ritmo, más la voz de ultratumba de Vincent Price narrando lo que pasa…bueno, al menos así pasaba en el clásico videoclip dirigido por John Landis. Ponte en el contexto y trata de que eso te dé lo mismo, poh.

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MARGOT KIDDER 1948-2018

Si bien tuvo una carrera bastante prolífica, tanto en cine, teatro y televisión, y tuvo algunos años difíciles las últimas décadas, a causa del trastorno bipolar que sufría desde muy joven, la imagen que siempre tendremos de Margot Kidder será la de Lois Lane, la osada reportera estrella del Daily Planet, coprotagonista del romance más importante en la historia de los superhéroes, junto a Superman.

Encarnación de la reportera que no trepidaba a la hora de ponerse bajo un ascensor de la torre Eiffel para cubrir un intento de atentado terrorista, Kidder interpretó a Lois Lane en tres de las cuatro películas de Superman protagonizadas por Christopher Reeve, y nos dejó un personaje tan icónico dentro de la cultura pop como el Hombre de Acero.

Luego de la última película de Superman, en 1987, asumió un respetable rol como activista política, simpatizando con el partido Demócrata. Canadiense de nacimiento, Margot obtuvo la ciudadanía estadounidense, a fin de participar más activamente en las decisiones políticas.

Margot y Reeve mantuvieron una estrecha amistad hasta la muerte de éste en 2004. Incluso compartieron escena cuando ambos fueron invitados a aparecer en la serie Smallville. Y al igual que en su caso, cuando asumió que ya no podía sacarse de encima la imagen de Lois Lane, entró de lleno en el circuito de las convenciones de fans. En esa virtud estuvo en Chile, en 2012, en la ComicCon de ese año.

Margot Kidder falleció en su casa en Livingstone, Montana, a los 69 años de edad.

QEPD

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un tranquilo viaje de vuelta

Después de un muy mal día laboral, el agente de seguros Michael McCauley (Liam Neeson) toma el tren de vuelta a su casa, en las afueras de la ciudad.

Durante el trayecto, una mujer de nombre Joanna (Vera Farmiga) se sienta a su lado, y entablan conversación, instancia en la cual ella le comenta acerca de una hipotética situación que podría darse durante un viaje de rutina: ¿Qué sucedería si a un pasajero le dijeran que hay un maletín con dinero efectivo en el baño del tren, y que puede quedarse con este dinero si introduce un dispositivo GPS en el equipaje de otro pasajero, ganándose otra interesante cantidad si lo logra antes de la siguiente parada?

La mujer pronto abandona el tren. McCauley al principio no hace mucho caso pero, como el detective retirado que es, la convicción de ella en lo que hablaba le despierta sospechas. Por lo que acude al baño del vagón y, efectivamente, encuentra 25 mil dólares en efectivo, y un GPS, más instrucciones de que debe introducirlo en el equipaje de cierto pasajero ocasional…

Sin tener una filmografía revolucionaria, el español Jaume Collet-Serra ha logrado una carrera interesante y bastante respetable. Aunque partió dentro del género del terror (House Of Wax, 2005, y la sorprendente La Huérfana, 2009), el realizador de origen catalán ha tenido un desempeño bastante digno en el cine de suspenso, especialmente en aquellas cintas donde sus protagonistas se ven en situaciones límites, entre la espada y la pared, donde cada minuto que pasa, y cada decisión que toman, se vuelve decisiva para salvar más de una vida.

Así ha ocurrido en filmes como The Shallows (2016, aquella en que Blake Lively ve como su viaje de surf termina convertida en una pesadilla cuando la marea la arrastra a una zona infestada de tiburones), y en la seguidilla de películas que han tenido de protagonista al rostro por excelencia del cine de acción categoría senior, Liam Neeson.

Si antes Collet-Serra puso a un Neeson desmemoriado en medio de una enredada conspiración en pleno centro de Berlín (Unknown, 2011), tratando de evitar un atentado terrorista en pleno vuelo (Non Stop, 2014) y a enfrentar contra el tiempo a un puñado de mercenarios (Run All Night, 2015), en esta nueva colaboración, El Pasajero, pone a nuestro héroe de acción favorito en un escenario que, por dimensiones y duración del trayecto, uno no imaginaría que podría pasar una situación así de tensa.

Imagina que vas en el metro desde el centro de Santiago a Puente Alto (30 a 45 minutos de viaje) y te avisan que tienes que asesinar a un tipo X antes que el tren llegue a destino. Cambia el metro de Santiago por el ferrocarril interurbano de cualquier capital estadounidense, y estamos.

Quizás no estemos frente al nuevo Hitchcock. O ante el nuevo De Palma, pero de que Collet-Serra tiene la habilidad suficiente para crear estos niveles de tensión, eso es incuestionable. Una situación aparentemente rutinaria, que se vuelve una lucha por sobrevivir para un individuo común cuando tiene en sus manos más de una vida. Vaya a saber por qué, McCauley se ve involucrado en una conspiración que podría costar la vida de una persona, alguien que al igual que él tuvo la mala fortuna de subirse a ese tren, o la de su familia, si no cumple lo que se le está exigiendo. Collet-Serra se las arregla muy bien a la hora de convertir este viaje repetido e intrascendente en una verdadera pesadilla, y hacernos sentir parte de ella.

Como la mayoría de personajes de Neeson, McCauley es, bien en el fondo, un buen tipo que sólo aspira a hacer lo correcto, pero que se ve con la soga al cuello, enfrentado a una situación donde “hacer lo correcto” sólo hará que la soga se le apriete cada vez más conforme pasan los minutos.

Ello, más el ritmo impreso por Collet-Serra a un filme que, acertadamente, no es muy largo (105 justos y precisos minutos, más habrían mandado la historia al despeñadero, minutos que se pasan volando por demás) hacen de El Pasajero un filme eficaz, que mantiene al espectador compenetrado con la historia, de aquellas que, al resolverse, te hacen silbar de alivio y secarte el sudor de la frente. Filmada con un presupuesto acotado, y sin grandes aspavientos, Collet-Serra es de los realizadores que nos devuelven la fe en un cine industrial en que aún importan las buenas ideas y las habilidades narrativas antes que las barbaridades pecuniarias invertidas.

***1/2

THE COMMUTER

Director: Jaume Collet-Serra

Intérpretes: Liam Neeson; Vera Farmiga; Patrick Wilson: Elizabeth McGovern; Sam Neill

Suspenso

2018

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GuateoCon

A la hora que subo esta reseña, termina una nueva versión de ComicCon Chile, y, para variar, la mayoría de comentarios son lapidarios:

Reparos por problemas de organización, eventos que no empiezan a la hora, o que empiezan a la hora pero en que no puede entrar el público interesado porque no caben en la sala (lo ocurrido el viernes pasado con la presentación de Karol Sevilla, que se iniciaba para público en general tras un meet and greet, que debía abrir puertas a las 20 horas, pasadas las 21 aún no dejaba entrar a la enorme fila de asistentes que simplemente se fue sin presenciar el evento), pésima distribución física, precios muy elevados en las secciones de comidas, mal acceso a servicios básicos, pobreza en los stand de productos oficiales, invitados que cancelaron a pocos días del evento, expositores que no muestran nada que no se pueda ver en el Persa BioBio, en el Eurocentro o en el Portal Lyon todos los días y gratis, que en la jornada inaugural aún hubiese secciones no habilitadas para su funcionamiento, improvisación, fallas de comunicación con eventuales participantes…

Siento que estoy escribiendo lo mismo que en 2012, cuando para la segunda versión del evento vi que se repetían los mismos errores de la primera edición, el año anterior. Eso fue suficiente para decidir no volver a ir, menos cuando los precios de las entradas subían en cada versión. Veo que en seis años las cosas no han cambiado nada.

Y sí, sé que más de alguien va a cuestionarme el hecho de estar diciendo todo esto de un evento en el que no he puesto un pie desde entonces (y difícilmente lo vuelva a hacer), pero eso no invalida mi opinión, si la ponderamos con lo que no poca gente tuitea o postea en Facebook en cuanto a las falencias del evento en cuestión.

Tengamos una cosa clara desde ya: ComicCon nunca ha sido una convención de fanáticos. No para los que han coleccionado cómics, manga, animé, o han seguido con devoción series, películas, novelas desde que tienen uso de razón, ese segmento ya está cubierto con otros eventos mejor organizados. ComicCon Chile está pensada para el “fan” que descubrió los superhéroes sólo con el MCU, o porque sigue la serie que es trending topic esta temporada (este año, proliferaron los cosplays de La Casa de Papel, serie que mientras más hype gana, menos ganas me dan de verla).

Un público no objetivo, sino más bien eventual u ocasional. Eso no tiene nada de malo. Quizás ese público mañana olvide que estuvo ahí. Lo que no es excusa para ofrecer un espectáculo deplorable como el que ComicCon viene ofreciendo desde hace seis años.

Si la idea es retener a ese público eventual, lo estás haciendo mal.

Esta versión ya olía mal hace algunos meses, cuando diversas agrupaciones de ilustradores nacionales denunciaron los precios abusivos, por el arriendo de stands del llamado “Artist Alley”, ese pasillo por el cual artistas, dibujantes e ilustradores ofrecen sus creaciones a los asistentes, dibujando, firmando autógrafos o simplemente compartiendo. Este ascendía a $ 600.000.- por los tres días,más IVA..esto es $714 mil!! Más del doble, incluso el triple, del arriendo de una casa o departamento, por un mes. Valores que muy pocos están dispuestos o capacitados para desembolsar.

La bajada de actores secundarios de series como Breaking Bad, Game Of Thrones o Harry Potter, y ser sustituidos por otros interpretes aún más irrelevantes de dichas series, no hizo mucho por mejorar el panorama.

Así, sólo las presencias de Daniela Vega, Karol Sevilla y Sharon Purser (Stranger Things) hacía algo por levantar la alicaída situación.

¿Por qué, entonces, se insiste con este evento? ¿Qué motiva a seguir haciendo un evento que ha hecho historia por sus desastres más que por sus aciertos, de los que no se dan por aludidos, y pasándose por buena parte a sus asistentes que, en definitiva, pagaron una entrada, no precisamente barata?

¿Por qué les da lo mismo a sus organizadores las denuncias y demandas colectivas con que llevan años amenazando sus asistentes? Porque estas nunca se concretan.

El chileno es un personaje simpático: perdona. Y olvida. Y se deja seducir con poco.

Hoy todos dicen “esto es una estafa”, “el evento peor organizado que he visto”, pero mañana, como dije, lo van a haber olvidado. Y el próximo año, ComicCon asegurará la presencia de un personaje menor de una película o serie, y el público va a ir corriendo a sacar sus entradas. Y el Espacio Riesco, o donde quiera que se lleve a cabo este evento, se va a repletar.

Cometerá los mismos desastres de todos los años, pero cuenta con algunos importantes factores a su favor: la nula autocrítica, por un lado, y la complicidad de un público demasiado fácil de convencer, que contribuye precisamente a la autocomplacencia de sus organizadores.

ComicCon no respeta a su público, y su propio público se lo permite. Y se lo permite creyendo, aún, en la idea que este es un evento en el que «hay que estar».

Así que si piensa ir el próximo año a ComicCon, hágalo bajo su propio riesgo. Si termina por llevarse una decepción, no diga que no se lo advertí.

PD: Chile está ganando muy mala fama dentro del espectro de este tipo de eventos. No olvidemos los fiascos de Chile Game Show y Anime Friends el año pasado. De no ser por genialidades como FIC o Santiago ComicZone, y más recientemente Fanatic en Concepción, hace rato seríamos el hazmerreír de la especialidad.

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata