Hoy se cumplen dos décadas de un hecho no menor: un día como hoy, pero en 1995 se estrenó en EEUU y Canadá Seven: Los Siete Pecados Capitales, de David Fincher. Y nada fue lo mismo.
Seguro conocen la historia, dos detectives, el experimentado William Sommerset (Morgan Freeman) y el joven e impulsivo David Mills (Brad Pitt) son asignados para seguirle la pista a un asesino en serie conocido sólo como John Doe (algo así como el N.N. anglosajón, interpretado por Kevin Spacey), y que ejecuta una serie de crímenes inspirados en los siete pecados capitales: gula, avaricia, lujuria, soberbia, pereza, envidia e ira.
La astucia de Doe, así como su bestialidad para torturar y matar a sus víctimas pone a Sommerset, y sobre todo a un Mills desesperado por lograr destacar dentro de su entorno, contra la espada y la pared, ya que deben atrapar a este asesino antes de que cometa un nuevo crimen…y haga añicos la estabilidad mental y emocional de Mills.
Seven marcó varios hitos a la vez. Ya habían pasado tres años desde que Quentin Tarantino había cambiado la manera de contar historias en el cine, demostrando que había espacio para argumentos que jugaran con la racionalidad y la lógica del espectador, para demostrarle al final del filme que nada era como lo que lo habían llevado a concluir. La diferencia es que si Tarantino hizo eso con Reservoir Dogs desde fuera de la industria, Fincher hacía lo propio desde dentro de ella.
David Fincher, que venía de dirigir abundantes videoclips y la tercera parte de Alien un par de años antes, que claramente fue un trabajo por encargo (no era muy buena que digamos), no se guardó nada para ser lo más gráfico posible para mostrar la brutalidad de Doe para con sus víctimas. Esto no le causó mucha gracia a New Line Cinema en su momento, que presionó a Fincher para que suavizara o blanqueara la película un poco, a fin de no recibir trabas por parte de los censores y poder llegar a un mayor ámbito de público, a lo que Fincher se negaba terminantemente. Sólo la intervención del entonces en ascenso Brad Pitt (venía de protagonizar Kalifornia y Entrevista con el Vampiro, lo que lo había convertido en una estrella hecha y derecha), quien amenazó con renunciar a la película si el estudio seguía metiendo mano, hizo que New Line dejara tranquilo a Fincher.
Cosa que funcionó. Pese a su crudeza, Seven se convirtió en un éxito de taquilla y en filme de culto a la vez, demostrando que cuando al público se le ofrece un trabajo bien hecho, pensado más allá del mero hecho de sacarle unos cuantos centavos del bolsillo, éste reacciona positivamente.
Pero Fincher no se quedó sólo en lo visualmente impactante, sino que dejó claras desde un principio las bases que formarían los pilares fundamentales de su cinematografía posterior: un argumento sólido y que se basta a si mismo, que nos plantea un misterio que resolver, en el cual nos vamos metiendo cada vez más interesados en solucionar, pero cuando creemos estar llegando al meollo del asunto..¡zas! o no estamos ni cerca de ello…o simplemente es totalmente lo contrario de lo que creíamos. Intentamos mantener la calma, pero la ansiedad de a poco nos va sobrepasando, lo que hace que el azote contra el pavimento sea más doloroso.
Al final el encontrar al asesino y resolver sus motivaciones queda de lado, cuando lo que nos termina importando es el camino al colapso de sus protagonistas.
Mérito del guionista Andrew Kevin Walker, por cierto, pero no sé si con otro director más convencional hubiese llegado al mismo tremendo resultado.
Así se vio en Seven, como también en otras obras fundamentales de Fincher como The Fight Club (1999), Zodiac (2007) y Perdida (2014) todas igualmente poderosas, e incluso en un filme más standart como La Red Social (2010), y que fueron convirtiendo a Fincher en un miembro más del club de los cineastas fundamentales de las últimas décadas.
Brad Pitt terminó de convertirse en un intérprete fundamental, más allá del chico guapo, con este personaje que buscando el reconocimiento termina caminando rápidamente a su autodestrucción. Nos preguntamos donde diablos había estado Kevin Spacey todos estos años (luego vendrían Los Sospechosos de Siempre, Belleza Americana y otros filmes que lo convertirían en un peso pesado del cine y la tv) y Morgan Freeman se convirtió en ese mentor, ese maestro, ese padre putativo que todos hemos querido.
Quiso el destino además que dentro de la banda sonora de este filme viniera además un par de temas de Nine Inch Nails…desde 2010 el compositor habitual de los soundtracks de Fincher es ni más ni menos que Trent Reznor.
Se7en es un filme que descoloca. Que te atrapa, te intriga y te deja hecho pedazos. Que te lleva por un camino pero que desemboca en un destino totalmente distinto. Al punto que terminas con ganas de reventar a patadas al primero que se te cruce cuando te das cuenta, al igual que el protagonista, como han jugado contigo y con tus convicciones. Pero que por alguna razón quieres ver de nuevo. Como esperando que a la segunda, a la tercera vista, el resultado cambie, aunque sabes que no va a ser así.
Excelente forma escogió Fincher para hacerse un nombre dentro de la industria.
El único pecado capital aquí es perdérsela.
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SE7EN
Director: David Fincher
Intérpretes: Brad Pitt; Morgan Freeman; Kevin Spacey; Gwyneth Paltrow; R. Lee Ermey; John C. McIngley
Suspenso
1995
fretamalt@hotmail.com @panchocinepata
Cuenta regresiva a la columna 1000…atentos!