Un Joven Maravilla de 80 años

Por muy en pandemia que nos encontremos, no hay que olvidar que este año se cumplen los 80 años de la creación del personaje de Robin, el fiel compañero del Hombre Murciélago, en su primera encarnación, Dick Grayson.

Me pongo a escribir esto luego de que hace poco escuché algo que me resultó de toda lógica: Robin, que debutó en el papel en el número 38 de la colección Detective Comics, también creado por Bob Kane y Bill Finger, constituye el cuarto pilar fundamental del que se sostiene la mitología del superhéroe.

¿Cómo así?

Simple: Superman, es el primer superhéroe; Batman, el primer superhéroe humano; Mujer Maravilla, la primera superheroína; y  Robin, el primer sidekick o compañero.

Incluso más, el primer sidekick que creció y se independizó, al alejarse Dick Grayson, el primero de todos los que han ocupado el nombre de Robin, de su mentor y asumir la personalidad de Nightwing.

Si, por años fue solo un recurso cómico, y en muchas historias antiguas eran más los problemas que le causaba a Batman que los que resolvía (De esos chistes y rumores homofóbicos que le achacaron por años no pienso hablar hoy), lo cierto es que Robin se convirtió en pieza fundamental del universo de Batman, encarnando ese nexo entre la atormentada psiquis del hombre murciélago y la realidad, ese personaje que ayudaba al vigilante a no caer de la delgada línea sobre la que camina, y que lo separa de la locura y (auto) destrucción total, gracias a su actitud más liviana y optimista frente a la vida.

Durante las últimas décadas, principalmente gracias a las historias de los Teen Titans Robin fue ganando personalidad propia, volviéndose un líder incluso, al punto de chocar más de una vez con la oscura concepción que Batman tiene del mundo, lo que aceleró el quiebre entre ambos (gracias hay que darle a Marv Wolfman y George Pérez, el cerebro y el lápiz tras la versión ochentera de los Titanes, responsables de dar este empuje de Dick Grayson de niño a hombre).

Sin embargo, con el tiempo ambos aprendieron a entenderse mutuamente y apoyarse en las buenas y en las malas. Al punto, que en un par de ocasiones Grayson ha ocupado el lugar de su mentor Bruce Wayne en la protección de su ciudad. A su manera, desde luego, logrando una química con el actual Robin, Damian Wayne, hijo de Bruce, que ayudó mucho a que el muchacho, entrenado como una joven máquina de matar por su madre, Talia ‘Al Guhl, moderara su conducta y bajara su animosidad.

Sea como Robin, Nightwing o Batman, ya llegará tu hora, Dick Grayson, para lucirte en la pantalla grande como te mereces. En las chicas, ya sea en The Animated Series, en películas animadas, y las series de los Teen Titans (la original estrenada en 2003, en Teen Titans Go!, en la live-action, incluso en Young Justice lo has hecho de pelos.

¿En la grande? Bueno, Joel Schumacher te hizo añicos, Christopher Nolan te ignoró y Zack Snyder te dio por muerto. Pero qué saben ellos. Ya llegará tu gran momento.

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Joker 80

Hace 80 años..

Un tipo común, un mal día hizo un descubrimiento que cambió su vida para siempre.
Descubrió que todo lo que le había pasado en la vida no era sino un gran chiste. Y que, por lo tanto, el mundo se divide no entre el bien y el mal, sino entre lo que le da risa y lo que no. Y eso le hizo mucho más fácil las cosas, en cuanto a que entendió que lo que más le interesaba en su existencia no era el dinero, ni el poder ni la fama (bueno, quizás un poco) sino lo que lo divierte.
Y cuando se dio cuenta que las cosas que más le divierten son las que más chocan con lo normal, lo legal y con el orden establecido, más divertido le pareció.


Y cuando descubrió que quien con más ahínco lucha por la justicia y por el bien común era un personaje casi tan desequilibrado como él, fue su momento de mayor gloria.
Y se ha pasado gran parte de estos 80 años buscando la forma más graciosa de hacer enojar a este personaje, cueste lo que cueste, pese a quien le pese, no importa cuantos muertos deje en el camino.
80 años de historias, a lo largo de los cuales ha tenido diversas encarnaciones y representaciones.


80 años en que se ha convertido la pesadilla principal de un personaje que es su equivalente al otro lado de la delgada línea que los separa
80 años de macabra diversión
¿Feliz? cumpleaños número 80, don Joker.

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luz, cámara, rock!

La cosa fue así. Tiempo atrás, cuando el país y el mundo aún funcionaban relativamente bien, había despertado en mis sobrinos, la pasión por la música, al fin. Digo al fin, porque aunque nadie en mi familia (consanguínea y política) se ha dedicado profesionalmente a la música, lo cierto es que es una de las cosas que más nos ha gustado a lo largo de la vida. De ahí la relevancia de que ellos, entrando en la preadolescencia, se decidan a aprender a tocar, e incluso componer, en guitarra y bajo.

Como complemento de esta dedicación a la música, me puse a pensar en aquellas películas en que la música, el rock en particular, es protagonista, sintiendo que puede aportar algo valioso en la formación musical. Y tras darme un par de vueltas por colecciones y reseñas variadas, encontré que las siguientes cinco, son las fundamentales.

CASI FAMOSOS (Cameron Crowe, 2000)

Una que debe estar en toda lista del ramo. Basada en las propias experiencias del director Cameron Crowe cuando, siendo un adolescente, escribía reseñas acerca de sus discos y bandas favoritas en revistas especializadas, aquí tenemos las distintas situaciones que el joven William Miller (Patrick Fugit) tiene que pasar cuando la revista Rolling Stone le comisiona cubrir la gira de Stillwater, una banda de rock estadounidense, recorriendo por primera vez el país como número principal. Las experiencias que en estas semanas vivirá William, serán de mucho aprendizaje, y el joven obtendrá más conocimientos y experiencias en la carretera, que en un año de estudios en aula.

Película esencial no sólo en el tema que estamos conversando, sino que dentro del género de las historias de aprendizaje, esta cinta cumple dos décadas desde su estreno. Con mi actuación favorita del desaparecido Philip Seymopur Hoffmann (en el rol del célebre crítico de rock Lester Bangs) sigue sintiéndose fresca, vigente e imprescindible.

Y su edición Director’s Cut (The Bootleg Cut) la hace aún más grande.

ESCUELA DE ROCK (Richard Linklater, 2003)

Dewey Finn (Jack Black) acaba de ser despedido de la banda en que es vocalista y guitarrista principal por insoportable. Sin trabajo, sin dinero y próximo a quedarse sin casa, suplanta a un amigo para tomar un puesto como profesor sustituto en un exclusivo colegio cercano, pese a que con esfuerzo sabe leer y escribir. Y aunque sus únicas intenciones son dejar que pasen los días, cobrar el cheque y largarse, cuando descubre que sus alumnos tienen talento para la música, sabiendo de un importante concurso de bandas próximo a realizarse, decide enseñarles lo que mejor sabe: rockear.

Otra gran película de aprendizaje, de aquellas en que el maestro aprende más de sus discípulos sobre sí mismo, de lo que él puede enseñar a sus alumnos. Sí, los estudiantes descubren un talento de sí mismos que no esperaban, pero Dewey descubre que no es tan bueno para nada, y que tiene mucho que aportar al mundo.

THE BOAT THAT ROCKED (Richard Curtis, 2009)

Y es que el rock puede ser también una bandera política, como nos demuestra la historia de un grupo de osados y valientes que, a fines de los ’60, en aquellos años en que la BBC monopolizaba las ondas de radio con una parrilla leal a las corrientes conservadoras, desde un barco anclado en aguas internacionales, difundieron el evangelio del rock.

Dirigida por uno de nuestros directores ingleses favoritos, y con varios de los principales rostros del cine británico (Billy Nighy, Kenneth Branagh, Nick Frost, Rhys Ifhans e importado desde EEUU el ya mencionado Philip Seymour Hoffmann), nunca el rock se vio más contestatario que en este filme.

ROCK OF AGES (Adam Shankman, 2012)

La escena del heavy metal californiano de los 80 es la locación perfecta para esta cinta coral donde la amenaza de cierre de un popular, aunque venido a menos, club de la ciudad, es el marco en el cual se cruzan diversas historias: el romance entre un aspirante a rockero (Diego Boneta, años antes de convertirse en el Sol le hizo al metal más clásico) y una jovencita de pueblo chico en la gran ciudad (Julianne Hogue), la cruzada de una maquiavélica política conservadora (Catherine Zeta Jones) y un ídolo del rock enfrentando el inevitable paso del tiempo (Tom Cruise en una de sus mejores actuaciones).

Empleando populares éxitos del rock ochentero como instrumento narrativo (notable es como canciones que no nacieron para esto sirven de hilo conductor de la historia), es una de esas películas que se disfrutan sí o sí.

SING STREET (John Carney, 2016)

Otra de las islas británicas, aunque esta vez desde Irlanda, con la historia de Connor (Ferdia Walsh-Peloo), que arranca cuando, dada la mala situación económica, debe matricularse en una escuela pública donde no tarda en convertirse en objeto de burla.

Encontrando refugio en la colección de discos de punk, post punk, new wave y similares de su hermano mayor, pronto traba amistad con otros muchachos, tan marginados como él. Y el día que conoce a Raphina (Lucy Boynton), una vecina con aspiraciones de ser modelo, decide que es tiempo de tomarse las cosas en serio, y arma con sus pocos amigos, su propia banda.

Perdonen lo poco romántico, pero esta película me llegó por la relación entre Connor, su hermano mayor y su discos, donde la música se vuelve un canal para superarse, buscar su mayor realización personal y ser mejor consigo mismo. Además que muchas de las bandas que escucha  Connor, son las mismas que yo empezaba a escuchar en ese 1985 donde, por aquí, las cosas tampoco eran las más felices.

(Por un tema de transparencia, quedaron en la etapa final títulos como Velvet Goldmine -1988-, Vida de Solteros-1992-, Días de Vinilo- 2012-, Yesterday -2019-, Blinded By The Light -2019- entre otras).

Esas son mis cinco principales ¿Las suyas?

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repetir hasta aprender

Con esto de la cuarentena –voluntaria o legal-, y por mucho que estemos en modo teletrabajo, la sensación de estar viviendo el mismo día una y otra vez es común. No es para extrañarse entonces que, al menos una vez al día, alguien esté compartiendo memes relativos a El Día De La Marmota (Hechizo del Tiempo) aquella gran película de 1993 que trata, precisamente, de repetir una y otra vez el mismo día.

Así que, y tal como me pasó con Tootsie y Bad Bunny, hace unos días…y como es de aquellas historias que levantan el ánimo, algo que necesitamos todos, veámosla de nuevo, me dije (además, hace rato que quería escribir al respecto)

Todo empieza el 2 de febrero, y Phil Connors (Bill Murray) es un meteorólogo de televisión harto de su trabajo en una cadena de noticias local. Y como cada año, debe cubrir la festividad más importante de un pequeño pueblo, el día de la Marmota, junto a su equipo, es decir, su productora Rita (Andie McDowell) y su camarógrafo Larry (Chris Eliott). Y aunque sólo transmitir la nota y partir, una tormenta de nieve lo obliga a quedarse en el lugar un día más.

Al día siguiente, despierta con la sensación de estar viviendo otra vez el 2 de febrero. Y al día subsiguiente, lo mismo. Y el día que vino después, lo mismo. Y así.

Luego de la desesperación inicial, Phil decide sacar provecho de la situación y hacer cosas que de otro modo no haría, como seducir desconocidas, robar un carro blindado, o simplemente comer a destajo. Sin embargo, pronto Phil descubrirá que ésta es la oportunidad única de arreglar mucho de su vida, y ser mejor persona.

En ningún momento de la película del desaparecido Harold Ramis (socio de Bill Murray desde que ambos eran parte del staff de Saturday Night Live) nos explican por qué le pasa esto a Phil, algo tan típico en estas películas sobre eventos mágicos que le cambian la vida a personajes originalmente desagradables. Tampoco como es que da con la clave para resolverlo. No hay un personaje mágico salido de la nada que le dice a Phil por qué le pasa lo que le pasa, y lo que debe hacer para superarlo.

Lo anterior es ciertamente un plus para una historia como ésta. Tenemos a nuestro protagonista, un tipo cínico y arrogante, pero que esta es la actitud que asume para esconder sus frustraciones y carencias, enfrentado a una situación insólita, que debe descubrir, por sí y en sí mismo, las claves para salir de ésta: aprendiendo a ser mejor persona, y darse cuenta que dentro suyo existe la base para llegar a serlo.

En ese sentido, la elección de Bill Murray como protagonista no puede ser menos que un acierto. Si consideramos a Murray un intérprete que es imposible que nos caiga mal, y que nos resulta una persona de fiar, tiene mucho que ver con esta película, donde no sólo hace gala de su talento natural para la comedia, sino que es el actor preciso para simbolizar la transformación de un personaje irritante, de esos que evitamos a toda costa, en el tipo de personas a las que vale la pena conocer en la vida.

Y protagonizando el tipo de películas que hay que ver al menos una vez en la vida. Especialmente en momentos como éste, en que nuestros estados de ánimo necesitan una inyección de energía.

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GROUNDHOG DAY

Director: Harold Ramis

Intérpretes: Bill Murray; Andie McDowell; Chris Eliott;

Comedia fantástica

1993

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está aquí, aunque no lo veas

Las cosas parecieron mejorar para Cecilia (Elizabeth Moss) por fin tuvo las agallas para abandonar a su abusivo novio, Adrian (Oliver Jackson-Cohen), un reconocido ingeniero especializado en óptica, quien, poco después del quiebre, se ha suicidado.

Y aunque eso deja en buen pie a Cecilia para iniciar una nueva vida, diversos acontecimientos han tenido lugar en torno a ella, y que  complican  sus relaciones personales, laborales y otros aspectos de su vida, lo que la lleva a cuestionar severamente acerca de la verdad respecto de la muerte de su ex pareja…

Fue una de las medidas que tomaron los estudios tras la declaración de pandemia: distribuir algunas películas ya estrenadas en salas, pero que tuvieron corta vida tras el llamado a cuarentena, en canales digitales. Así es como películas como El Hombre Invisible salvó de ser un inevitable fracaso de taquilla para convertirse en un filme que está logrando una muy buena, y totalmente merecida difusión.

Y es que la tercera cinta del realizador Leigh Whannell, de dilatada trayectoria como guionista dentro del cine fantástico y de terror (las sagas de Saw e Insidious llevan su firma en varios de sus capítulos) resultó ser una de las sorpresas de este accidentado primer trimestre del 2020, al tratarse de una película mucho mejor de lo que cabría esperar.

El mito del Hombre Invisible, surgido a partir de la novela fantásticade 1897, escrita por H. G Wells, había sido por años uno de los conceptos más reconocidos dentro del género del terror. De hecho, fue uno de los pilares del cine de terror clásico junto a Drácula, Frankenstein y el Hombre Lobo, aunque estaba medio olvidado. La última vez que fue llevado al cine (sin contar la saga animada Hotel Transylvania), fue en El Hombre Sin Sombra, en el año 2000. Así, hay que considerar un doble mérito en la cinta de Whannell, no sólo por cuanto rescata a un personaje tradicional del género fantástico, sino que además introduce una lectura nueva al mito.

Este es el aspecto que más se ha celebrado de este filme. A lo largo de la historia, el Hombre Invisible ha sido aludido desde su perspectiva. El filme de Whannell cambia la óptica y nos cuenta cómo se, valga la paradoja, observa su situación desde afuera. En este caso, desde la perspectiva de su ex mujer, y cómo la presencia de este ser altera su existencia. Y no precisamente desde la óptica de la compasión hacia este personaje maldito.

Todo lo contrario. Cecilia (muy buena interpretación de Elizabeth Moss, quien se echa al hombro casi la totalidad del filme) viene huyendo de una relación  tóxica, intentando salvar apenas de un novio abusivo. El daño que ha sufrido a partir de esta relación es tal, que ni aún después de “muerto” , Cecilia ha logrado algo de tranquilidad. Menos todavía cuando aparece este ser que comienza a acosarla, y a destruir la incipiente estabilidad a la que estaba logrando. Especialmente al descubrir que en esto corre totalmente sola, porque nadie, ni siquiera su entorno de mayor confianza, toma el peso y toma en serio lo que le está sucediendo.

Esto hace que la película gane en intensidad, gane en tensión y genere todo el nervio que uno espera de un buen filme fantástico, eso que hace que uno se quede pegado viéndola hasta el final, a la orilla del asiento y con ganas de gritarle a la protagonista que ponga ojo con lo que está pasando a su alrededor.

Una película que funciona sobre todo por lo bien contada que está, y por la confianza que su realizador (Whannell escribe además de dirigir). Si este año, o este semestre al menos, se va a estrenar poco, que ese poco sea al menos bueno. Y este filme lo es.

***1/2

THE INVISIBLE MAN

Director: Leigh Whannell

Intérpretes: Elizabeth Moss; Aldis Hodge; Storm Reid; Michael Dormann

Terror

2020

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el lugar donde más cómodo se está

El magnate Mickey Pearson (Matthew McConaughey), el principal productor de marihuana en el Reino Unido, ha decidido retirarse, y ofrece vender su procesadora a uno de sus competidores, Matthew Berger (Jeremy Strong), quien a su juicio parece el más indicado para hacerse cargo de su negocio.

La noticia no tarda en correr dentro del bajo mundo, iniciando una serie de disputas por el lucrativo negocio de Pearson, que éste inició cuando era universitario y vendía drogas a sus compañeros ricos. Estos competidores recurrirán a toda clase de acciones, incluso el chantaje, para acceder al negocio…

El inglés Guy Ritchie tuvo la mala suerte de hacerse conocido a nivel mundial más o menos por la misma época que Quentin Tarantino, cosa que hizo que por largo tiempo se le conociera como “El Tarantino británico”. Eso tuvo un doble efecto: por un lado ayudó a Ritchie a ser popular a nivel mundial, pero lo asoció a un director con el que, más allá de dedicarse al género policial y del crimen organizado, no hay muchas coincidencias, sobre todo considerando que Ritchie tiene un estilo propio, distinto del que cultiva su colega estadounidense.

Y a decir verdad, hace rato, desde la subvalorada The Man From U.N.C.L.E. que Ritchie estaba alejado del género que es su especialidad. Tras proyectos como la fallida Rey Arturo (2017) y el live action de Aladdin (2019, buena, aunque no deja de ser un trabajo por encargo) es con Los Caballeros que vuelve a su mundo favorito, el del crimen organizado con un toque de comedia de enredos, y algo de humor negro. Esta película, con un presupuesto mucho menor que las anteriores, resulta ser el lugar en que se siente más cómodo.

Pero vamos por partes, en todo caso. Estamos ante una película que dista de ser perfecta, y no llega a los límites de grandeza que el propio Ritchie ha establecido para su obra, esas joyas llamadas Snatch o Juegos, Trampas y Dos Armas Humeantes. Y esto porque Ritchie quiso introducir tantos elementos a su historia que, en algún minuto pierde el control de la misma, enredándose en subtramas que no hacían falta. Y si eso le pasa al mismo autor de una obra, no se puede pedir al espectador que evite que eso pase.

Con todo, Ritchie consigue sacar adelante la tarea, y cuando uno supera el enredo, y consigue armar el puzle, está tan metido en la película, que sólo quiere llegar al final y saber cómo termina todo. He visto abundantes películas en que su realizador pierde la manija de su relato que, de tan enredado, es incapaz de hacer que el espectador se interese por el resto del cuento. Ritchie se las arregla, corrije y aclara sobre la marcha lo que está contando, que uno que está mirando, no puede dejar de prestar atención.

Porque más allá de eso, la trama es bastante atractiva, su desarrollo entretiene de veras, y con un muy buen casting poniendo todo de su parte, es imposible no considerar a Los Caballeros como una de las cosas más entretenidas que ha dado la cartelera…o bueno, de lo que estaba dando la cartelera antes de la pandemia.

Divertido relato acerca de saber cuándo hay que dar un paso al costado, mezclado con una historia sobre el bajo mundo y los intrincados caminos que lo recorren, ciertamente es para celebrar que, con todos sus altibajos, nos ha devuelto a un realizador al lugar que siente como un hogar.

***1/3

THE GENTLEMEN

Director: Guy Ritchie

Intérpretes: Matthew McConaughey; Charlie Hunman; Michelle Dockery; Colin Farrell; Hugh Grant; Jeremy Strong; Henry Golding; Eddie Marsan

Policial/Comedia

2019

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