Indiana Jones y el momento de la reivindicación

Ese conocido escritor local tiene razón: hay mucha mala onda con Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, cuarta parte de la serie creada por Steven Spielberg y George Lucas, estrenada en 2008, peor de la que razonablemente se le puede tener. Sé de fans que darían su vida por el aventurero de látigo y sombrero fedora que reniegan de ella como si fuera un estigma ¿Es para tanto?

Concedo que, de acuerdo a los parámetros de la saga, resulta una cinta imperfecta, que se sale en más de algo de su lógica, pero no justifica el nivel de castigo que ha recibido desde su debut. Así, a nada de que llegue Indiana Jones y el Dial del Destino, quinta parte y final de la serie, creo que es buen momento para reivindicar a su antecesora.

Todo comienza en 1957. Tras escapar de la ambiciosa coronela soviética Irina Spalko (Cate Blanchett) y vivir un pequeño contratiempo en un campo de pruebas nucleares, el profesor Henry “Indiana” Jones Jr (Harrison Ford) siente que ya ha tenido suficientes aventuras y decide dedicarse exclusivamente a la docencia.

Esos eran sus planes hasta que conoce a un joven de nombre Mutt (Shia Le Beouf). El adolescente, aprendiz de un viejo colega de Jones, Harold Oxley (John Hurt) acude al profesor cuando su mentor ha desaparecido durante una expedición al Perú.

Sospechando que la desaparición de Oxley de algún modo se relaciona con la coronela Spalko, Indiana decide postergar su retiro, y partir junto a Mutt a Sudamérica…

Ni por El Color Púrpura ni por La Lista de Schindler, Spielberg había sido tan cuestionado como lo fue por El Reino…, y ni siquiera por la crítica, sino que por su público objetivo.

Es cierto que este filme, el regreso del Steven Spielberg al cine de aventuras en su concepto más clásico (pensemos en qué estuvo durante esa década: ciencia ficción –Inteligencia Artificial, Minority Report, Guerra de los Mundos-, aventuras un tanto sui  generis –Atrápame Si Puedes, La Terminal- y suspenso –Munich-, siendo Indy quien lo trajo de vuelta a uno de sus géneros formativos), presenta algunos errores históricos y geográficos, al punto que hubo autoridades de gobierno peruanas que sugerían no ver la película. Con todo, son fallas que pueden darse en cualquier película que, aunque hieran algunas susceptibilidades, no fueron los aspectos más discutidos de la obra.

Los grandes reparos que se hacen a este filme son, a decir verdad, formales: pasar de tener de enemigos nazis a soviéticos, e introducir elementos sci-fi que hasta entonces no eran parte de la saga. Pero eso es negar el contexto histórico en que la historia transcurre: para este filme, el nazismo es cosa del pasado, había comenzado la guerra fría y, en consecuencia, la carrera nuclear y espacial, en la que la investigación alienígena era un capítulo importante de esta última. Así las cosas, este cambio tanto de enemigos como de escenario de combate inevitablemente se harían notar en este relato.

Intentar sacar a Indy de este escenario sólo porque no es el de las películas y otros relatos anteriores carece de sentido. Y por favor, no me vengan con eso de que “el tema ovni es demasiado fantástico”. A ver, en las películas anteriores el Dr. Jones estuvo ante un castigo divino, fue poseído por un culto demoníaco y compartió con un milenario caballero templario. Y en este mismo filme se salva de una explosión atómica dentro de un refrigerador (algo posible con la tecnología de refrigeración de la época, se ha comprobado) ¿Ahora quieren hablar de realismo?

Las cosas como son. Mi única conclusión es que lo que les molestó tanto fue ver a un Dr. Jones asumiendo que ya no está para ciertos trotes. Asumiendo que el tiempo y el mundo ya no son los mismos y que es hora de dar un paso al costado. Pensemos en la edad de Spielberg al estrenar este filme (poco más de sesenta años) y es entendible que tuviera esta clase de pensamientos en la mente, pareciéndole buena idea que fuese a través de Indy que canalizase estas ideas.

Porque les tengo noticias: Indy Jones es mortal, es humano y envejece. Y se hace las mismas preguntas que todos en ciertas etapas de la vida. Si efectivamente es ese el real motivo del desdén por este filme, entonces los fans tienen un problema, que no van a tratar yendo al cine precisamente.

Y eso que en esa época el fandom no era tan tóxico..aún.

(Aunque si, a mi también me molesta ver aquí al pelmazo de Shia Le Beouf…se supone que es hijo de Harrison Ford y nieto de Sean Connery…y no, no me da).

***1/3

INDIANA JONES AND THE KINGDOM OF THE CRYSTAL SKULL

Director: Steven Spielberg

Intérpretes: Harrison Ford; Shia Le Beouf; Cate Blanchett; Ray Winstone; John Hurt; Karen Allen; Jim Broadbent

Aventuras

2008

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata (Twitter/Instagram)

yéndose por un tubo

Mario y Luigi, dos hermanos de Brooklyn, acaban de inaugurar su propio negocio de plomería. Y aunque su primer trabajo termina en un desastre, y son menospreciados incluso por su familia más próxima, deciden ir a ayudar ante una incontrolable fuga de agua, en pleno centro de la ciudad.

Buscando la falla, ambos son absorbidos por una tubería que los envía por distintos caminos. Mario termina cayendo en el colorido reino Champiñón, encabezado por la Princesa Peaches, mientras que Luigi es atrapado en el siniestro mundo de Koopa, encabezado por el malvado Bowser. Y ambos llegan en momentos en que una guerra entre ambos reinos es inminente..

Va a ser fácil hacer esta reseña, porque en cierta forma lo anticipé tiempo atrás: una de las claves del éxito de Super Mario Bros: La Película, así como de mucho del cine y televisión de videojuegos actualmente, está en algo bien simple: en involucrar en estas producciones a desarrolladores, creativos y hasta jugadores, gente del medio gamer. Esto ha empezado a mejorar la alicaída imagen de este género haya empezado a enderezarse los últimos años, tanto en taquilla como en calidad.

Así las cosas, la última producción de Ilumination Studios, funciona muy bien, en tanto resulta un filme visualmente atractivo y entretenido para niños, y en general, para gente que no viene del mundo gamer. Y a diferencia de lo que pasa con muchas adaptaciones de creaciones provenientes de otros formatos, lo logra sin excluir a su público original: este filme es un festín de referencias y fan service (desde la trama de fondo hasta la música del juego usada de fondo) que cautiva a cualquiera que haya jugado los juegos de Mario, incluso para uno que se quedó en la versión Super Nintendo (o sea, hace casi tres décadas, como uno que escribe).

No es una adaptación perfecta, por cierto, y tiene algunas cosas que podrían bajarle los bonos, principalmente en lo relativo a la construcción de personajes. No es mi caso, pero hay a quienes les molesta que Princess Peach sea un personaje tan independiente y casi invulnerable, incluso por sobre el personaje que da título al filme, cosa que no comparto y que me parece un acierto. Lo que sí me incomoda es que a Luigi no hayan nerfeado de esta forma: de protagonista del videojuego (por algo se llama Bros) a sidekick miedoso y cacho.

Pero por otro lado, Toad, claramente el recurso cómico del filme, y Donkey Kong el músculo, pero son personajes de apoyo que funcionan, simpatizan y no caen en lo irritante (a lo Syd en la Era del Hielo o los mismos Minions, ya que hablamos de Illumination),  y Mario cumple como héroe que tiene que aprender a serlo. Pero quien se lleva las palmas, por lejos, es Bowser, el villano de esta película, que funciona muy bien en su doble rol de amenaza y perdedor a la vez.

Es cierto, son cosas que podrían molestar a unos cuantos, pero si bien le restan puntuación al filme, están muy lejos de herirla de muerte. Tampoco necesitamos que sea perfecto, no es para tanto, y con que sea una producción de trámite rápido (una hora y media), entretenida, livianita, coherente con su formato fuente (que fue lo que sepultó a la fallida película live-action de 1993), y con eso basta.

Porque eso es lo que buscaba yo cuando ponía el juego en la consola y jugarlo. Y en esta película lo encontré.

El único problema es que ahora no puedo dejar de tararear “Peaches, peaches, peaches!”

*** 

SUPER MARIO BROS: THE MOVIE

Director: Aaron Horvath-Michael Jelenic-Pierre Leduc

Animación/Videojuegos

2023

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata (Twitter/Instagram)  

aceptar lo inevitable

No es fácil para Barry Allen (Ezra Miller) compatibilizar su vida personal y laboral con su rol como Flash, el hombre más rápido del mundo, miembro de la Liga de la Justicia. Por un lado,porque siente que sólo es convocado a las operaciones del grupo cuando no hay nadie más a la mano. Por otro, porque su labor heroica interfiere gravemente con su trabajo como científico. Y, finalmente, porque con todos sus poderes nada puede hacer para demostrar la inocencia de su padre, Henry (Ron Livingstone) en el crimen de su madre, Nora (Maribel Verdú), por el cual purga condena desde hace más de una década.

Sin embargo, Barry ha descubierto que, al correr, puede atravesar la barrera del tiempo y viajar hacia el pasado, primero minutos, luego días, finalmente años. Y aunque su mentor en la liga, Bruce Wayne, Batman (Ben Affleck) le advierte de las consecuencias de cambiar el pasado, aunque sea lo mínimo, Barry vuelve al día en que su madre fue asesinada, impidiendo el crimen, pero comprometiendo gravemente el destino de su universo…

Más de tres años después, llegó el momento de volver al cine como se debe. Entre dos años de cuarentena, y uno y medio de flojera (“para eso hay plataformas”), desdén variado y otras razones personales, había que regresar alguna vez. Y para un evento así de especial había que escoger un título especial, y el elegido fue The Flash, la más reciente producción de DC Studios.

Pero antes de entrar en materia, no voy a negarlo: lo que me está provocando el fandom DC es vergüenza ajena. Y lo digo como fan de este mundo, y respetuoso del legado de Zack Snyder. Cuando James Gunn anunció que ese universo no iba más, mirando todo el llanto derramado por los fans en RRSS, uno suponía que éstos abarrotarían las salas para hacer causa común. Y aunque uno pueda entender las bajas taquillas de Black Adam y Shazam! 2 (títulos que, aceptémoslo, nunca cuajaron en el universo DC fílmico), la paupérrima taquilla de Flash y que éstos “fanáticos” lo celebren, habla muy mal de ellos.

Puedo comprender que les moleste lo decidido por Gunn, pero la película de Andy Muschietti sobre el corredor escarlata no tiene la culpa.

Porque la película (de la cual se tenía muchas dudas, gracias a los desastres de su protagonista fuera de cámara, y en otra parte por los anuncios de personajes que podrían opacar al protagonista)…por decirlo en una palabra…es simplemente espectacular.

La idea de viajar al pasado y cambiar la historia, causando con ello un desastre mayor, ha cruzado la cultura popular por años (desde Volver al Futuro, pasando por 22/11/63, hasta Los Simpsons o Rick and Morty) y no por eso es un tema agotado. Bien usado, puede dar pie a muy buenas historias, demostrando una vez más que por buenas intenciones que se tengan (Barry sólo quiere salvar a su madre y aliviar su culpa) las consecuencias pueden ser catastróficas.

Barry aprende lo anterior durante esta aventura: su dolor, su culpa, son comprensibles, y cada cual enfrenta el duelo como mejor le sale. Pero tarde o temprano hay que aprender a vivir con las pérdidas. Nuestro héroe (pese a todos sus problemas, Ezra Miller se despacha una doble actuación brillante), como decía, lo aprende. A la mala, es cierto, pero adquiere la madurez necesaria para enmendar el camino, aceptar que hay cosas inevitables y que por dolorosas que sean, hay que aceptar y sobrellevar.

Si bien esa es la principal lección del filme, Muschietti no se olvida de que es un filme de superhéroes, y se asegura que sea un trabajo espectacular, incluso con algunos fallos en el CGI que se aprecian en algunos pasajes. El director argentino sabe combinar acción, humor, drama, perfectamente balanceados, en un filme que respeta mucho de su fuente.

y por mucho que tengamos dos increíbles coprotagonistas en un Michael Keaton que vuelve a vestir el traje de murciélago en un rol que va más allá del homenaje, y en Sasha Calle que, escúchenos por favor, señor Gunn, queremos más de ella…el resultado disipa nuestros temores y nuestro personaje principal sigue siendo el hombre de rojo.

A una década de Man Of Steel, que nos prometía grandes cosas a los fans de DC, que por muchas razones no lo fue del todo,The Flash al menos cierra esta etapa con un filme que supo estar a la altura de las circunstancias, y echarse al bolsillo las malas vibras. Derechito al top 10 del año.

Ojo con los cameos.

**** 

THE FLASH

Director: Andy Muschietti

Intérpretes: Ezra Miller; Sasha Calle; Michael Keaton; Michael Shannon; Maribel Verdú; Ron Livingstone; Ben Affleck; Jeremy Irons; Kiersey Clemons

Superhéroes

2023

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata (Twitter/Instagram)

infinity fast

Hace una década, en una operación coordinada con la CIA, Dominic Toretto (Vin Diesel) y su equipo desbarataban el imperio del narcotraficante Hernán Reyes, costando la vida del líder criminal.

Hoy, más preocupado de pasar tiempo con su mujer, Letty (Michelle Rodriguez) y su hijo Brian (Leo Abelo Perry), Toretto declina de participar en una incursión en Roma, avalada por el FBI, a la que si concurre el resto de su equipo: Roman (Tyrese Gibbons), Tej (Chris “Ludacris” Bridges); Ramsey (Nathalie Emmanuel) y Han (Sun Kang).

Sin embargo, pronto Dominic se entera que la operación no es tal, y sus compañeros van derecho a una trampa de la que requerirán algo más que suerte para salir de ella con vida.

Todo lo cual es visto muy de cerca por un tal Dante Reyes (Jason Momoa)…

Digan lo que quieran de la saga Rápido y Furioso: que no puede ser más básica. Que su vulneración a las leyes físicas ya llega a niveles criminales. Que su fantasía ya alcanza el ridículo. Pero esa es precisamente su mayor gracia y lo que la define. Además que, como he dicho antes, con esta franquicia yo mando mi espíritu crítico de vacaciones.

Uno ve estas películas porque quiere pasarlo bien, ponerse de pie de su asiento de la pura emoción, echar un par de garabatos porque sí y porque no. Fast X (Rápido y furioso 10) no es la excepción, o mejor dicho, la instancia en que todo lo anterior ha sido llevado al paroxismo.

Pensemos en una cosa: de no haber sido por la pandemia, este décimo filme (obviando el spinoff Hobbs and Shaw) pudo llegar el año 2021, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la saga. Como se sabe, no fue así, y ese año sólo llegó la novena cinta, retrasando este décimo capítulo. Lo que a la larga fue beneficioso.

Me explico: una de las cosas más discutidas de esta saga es la aparente invulnerabilidad de sus protagonistas, pero parece que sus realizadores han tomado consciencia de ello. Lo comentan, incluso, en un pasaje del filme anterior. Así, deben haber pensado “ya que nos cuestionan porque a nuestros personajes todo los sale bien…¿qué tal si todo les sale mal”?

Para una saga marcada por la invulnerabilidad de sus personajes (Universal Pictures no necesita películas de superhéroes…¿para qué, si ya tiene a los Furiosos?), llegamos a este décimo filme que, ya que estamos con las comparaciones, bien puede ser la Infinity War del Torettoverso.

A las increíbles escenas de persecución y de peleas en cuatro ruedas que presenciamos por docena en este capítulo, que por absurdas que parezcan es justamente eso por lo que amamos esta serie, el valor agregado de este décimo filme está en su villano, Dante Reyes, a cargo de un Jason Momoa que se roba la película.

En una saga donde los villanos o mueren en el olvido o viven para convertirse en aliados (Cipher, Shaw, Jakob), Reyes aparece como una saludable excepción: un villano que ha tenido todo el tiempo, los recursos y motivos del mundo para planificar su venganza. Y teniendo un plan A, un plan B, un plan C…hasta la Z.

Un villano que no deja nada al azar y es lo que lleva a nuestros corredores a enfrentar, por primera vez su mayor debilidad. Y ésta no sólo es no saber enfrentar a un enemigo que les lleva una ventaja enorme, sino que verse separados y no poder actuar como equipo (y sin la magia del guión de su lado).

Habrá que esperar dos años para ver cómo se las arreglan.

***

FAST X

Director: Louis Leterrier

Intérpretes: Vin Diesel; Jason Momoa; Michelle Rodriguez; Tyrese Gibbons; Chris Ludacris Bridge; Nathalie Emmanuel; Charlize Theron; Brie Larson; Sun Kang; Jason Statham; John Cena; Daniela Melchior; Rita Moreno; Leo Abelo Perry; Alan Ritchson; Helen Mirren; Scott Eastwood; Jordana Brewster

Acción

2023

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata (Twitter/Instagram)

una cuestión de equilibrio

Un gran problema se produce cuando se intenta traspasar una serie de televisión exitosa al cine, que se puede resumir en una palabra: equilibrio. Buscar ese punto exacto en que se satisface a los fanáticos de la serie, como al nuevo público que quiere atrapar.

Hemos visto casos en que una serie es llevada al cine de una manera que satisface a su público objetivo, pero excluyente y desconectada con el resto del público (a ti te hablo, Sex And The City). O al revés, que por intentar llegar a más gente, a esa que nunca ha visto el show, terminan alejando tanto la historia, que siente que traicionan su esencia (uno de los grandes defectos de Los Simpsons, y que ha hecho que la película, a la vez que la serie, envejeciese pésimo).

Por eso es que se agradece tanto la existencia de Expediente X: La Película, estrenada hace 25 años. Porque por un lado, elude el camino fácil de presentar un capítulo de larga duración de la serie, para ser pasado en pantalla gigante, sino que se trata de una película hecha y derecha. Por otro, balancea con precisión el ser coherente con el contexto de la serie (y con su fandom) con el ser lo suficientemente atractiva con el público no fan que, con suerte, pilló un capítulo de la serie haciendo zapping.

Pidiendo perdón por la autorreferencia, pero el mío es un buen ejemplo. No soy fan de la serie creada por Chris Carter, pero sí la veía cada vez que podía, lo suficiente para entender el meollo del asunto, sus personajes principales y recurrentes, y por donde iba a habitualmente. Y aun así me la repetí varias veces en sala.

Y es que no era necesario haberse visto la serie completa para entender la parada de este filme, puente entre la quinta y sexta temporadas del show. Cierto que el que estaba al día lo tenía todo muy claro, pero el que nunca la había visto, tampoco quedaba mal parado, pues el mismo filme ofrecía antecedentes suficientes para entender la situación.

Al momento de los eventos que dan pie al filme, la oficina de asuntos paranormales del FBI, conocida como “Expedientes X” ha sido cerrada, y sus agentes Fox Mulder (David Duchovny) y Dana Scully (Gillian Anderson) han sido recolocados en otras funciones del servicio, como por ejemplo, formar parte del contingente que examina un edificio federal en Dallas, objeto de una amenaza terrorista.

Siguiendo una corazonada, Mulder investiga el edificio hermano de éste, descubriendo que es la otra construcción la que está bajo amenaza y aunque logran una rápida evacuación, el edificio estalla, cobrando la vida del jefe de la operación, y de cuatro personas más.

Ambos agentes son interrogados por un comité del FBI respecto de su intervención en estos hechos, y su expulsión de la institución es cosa de tiempo. Aunque más tarde, ahogando sus frustraciones en un bar, Mulder conoce a Alvin Kurtweil (Martin Landau), un médico quien le informa de un posible montaje, y de que las víctimas de la explosión ya estaban muertas antes. Mientras su status como agente aún está vigente, Mulder convence a Scully de viajar a Dallas nuevamente y examinar a los fallecidos..

Como dije, el gran mérito de esta película está en lo bien que se adaptó al formato cinematográfico. Eso fue básico para dejar contento tanto al fan como al espectador ocasional, porque, insisto, no se trató de un capítulo artificialmente alargado para llegar y ponerlo en pantalla grande. No, siempre se tuvo claro que se trataba de una película hecha y derecha, cuya exigencia narrativa es aún mayor, y se supo dar con una historia que diera el ancho.

Y quedó tan bien, que ahí está su otro gran acierto: haber hecho una película atractiva y que el que nunca vio la serie pudiese entender todo lo que venía antes: los asuntos personales de Mulder, la creación de la oficina X, las presiones que llevaron a su cierre, conspiranoia por doquier (antes que Salfate chacreara el tema), en fin. Todo eso es al menos mencionado, de manera de entender por qué hemos llegado a lo que estamos viendo en pantalla…y quizás quedar enganchado con la historia como para pegarse con el show de tv. Retroalimentación entre formatos al fin y al cabo.

X Files: FIght The Future marcó el momento más alto de la serie en popularidad, y como tal..no es que la serie haya ido cuesta abajo. De hecho, duró hasta la temporada 9 (2001), pero durante las últimas dos temporadas, principalmente gracias a la salida de David Duchovny, empezó a sentirse que la serie iba en piloto automático. Sin perjuicio, queda el alivio de que la película vino en el momento preciso, ratificando la grandeza que en algún momento supo tener la serie, apareciendo como un homenaje al cuento que estaba contando y a su fanaticada más leal.

***1/2

THE X FILES: FIGHT THE FUTURE

Director: Rob Bowman

Intérpretes: David Duchovny; Gillian Anderson; Martin Landau; Blythe Danner; Mitch Pilleggi; William B. Davis; John Neville

Ciencia Ficción/Suspenso/Conspiraciones

1998

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata (Twitter/Instagram)

con la muerte encima…

La última vez que se vio a John Wick (Keanu Reeves) fue cayendo desde la azotea del hotel Continental en Nueva York, tras ser baleado por Winston (Ian McShane), por orden de la llamada Alta Mesa, sin que su cuerpo fuese encontrado.

Y nunca fue encontrado por una sencilla razón: John Wick no ha muerto. Por el contrario, está muy vivo y en Marruecos, asesinando al Anciano, líder de la Alta Mesa. Como consecuencia, el marqués Vincent De Gramont (Bill Skarsgard), acude ante Winston para reprochar su fracaso al ejecutar a Wick, quitando el status del Continental ante la alta mesa, y convocando a Caine (Donnie Yen), un asesino ciego y retirado, para que mate a Wick, y abriendo una millonaria recompensa para quien dé con el paradero del sicario…

Quizás debí hacer una columna tipo “previously on”, para orientarnos en qué punto de la saga de John Wick estábamos. No en vano han pasado cuatro años desde la tercera película de la franquicia y no venía mal un ayudamemoria. Y no en vano, hace una semana me repasé las tres anteriores para no llegar perdido.

No lo preví, pero qué tanta cosa, los creadores de esta historia tampoco pensaron que una película estrenada sin mucho escándalo hace nueve años, de apenas veinte millones de presupuesto, poco más de una hora y media de duración, y con un actor que en ese minuto no pasaba por su mejor momento como Keanu Reeves, abriría paso a una serie de secuelas que crecía en presupuesto, duración y alma en cada nueva entrega.

Así es como llegamos a John Wick Chapter 4, cinta que se demoró un poco más de lo esperado gracias a la pandemia y a la participación de Reeves en la fallida resurrección de la saga Matrix, de la que se sacude con este cuarto episodio de la historia que lo volvió a poner en primer plano.

Y la verdad es que este cuarto capítulo podrá ser la cúspide de un proceso en que la saga se fue poniendo más ambiciosa en cierto sentido (de 101 minutos originales, a dos horas y cuarenta, sin contar los créditos; de 20 millones de presupuesto a más de 100), pero no ha perdido un ápice de su espíritu: una historia donde las balas, patadas, lealtades en juego y traiciones varias están a la orden del día.

Es que por larga y mejor financiada que esté esta película, en relación con la cinta de 2014 que inició este legado, la saga de John Wick no ha traicionado a las fuentes de las que bebe: el cine de acción oriental de los 90 en adelante (curiosamente, The Matrix tomaba mucho de eso también), su similar francés de más o menos la misma época (ese que puso a Jean Reno en el mapamundi del cine mundial, de la mano de Luc Besson como director y/o productor) y especialmente de los videojuegos tipo “shooter” en primera persona, ese donde vas matando enemigos a balazos a medida que recorres escenarios cada vez más complejos y rivales cada vez más duros.

Sobre todo de estos últimos. Es cosa de contar cuantos minutos del filme en que no hay una pelea, balacera o cualquier otro tipo de secuencia de acción, y que en su lugar tenemos algún diálogo o discurso o flashback, que nos explique cómo hemos llegado a ese punto, y lo que tenemos que hacer para llegar a la meta final, lo que vamos a obtener pero también lo que nos va a costar. Quien lo diría, sin ser adaptación de nada, John Wick adapta mejor que las versiones oficiales los códigos de ciertos formatos.

Quizás por eso la película, al igual que sus antecesoras, consigue que uno se meta de lleno en ella, sin tener que hacer un gran esfuerzo de concentración. No, se entra al mundo de John Wick, se sigue sus pasos, y se disfruta el resultado final. Las más de dos horas y media que dura ni se sienten.

O por lo menos sirve para pasar por alto cosas que cuestionan las leyes naturales, como de dónde saca tanta energía el protagonista, o cómo es que ha logrado eludir a la muerte tantas veces.

Al final, se trata de no perder el criterio a la hora de contar una historia, por fantasiosa que ésta sea. Espero que ahora que se confirmó la quinta parte, y con el spin-off sobre el Hotel Continental en desarrollo, no lo pierdan, ya que sería una lástima que un día viéramos a John Wick recorriendo el espacio exterior o…oh wait.

*** 1/2

JOHN WICK CHAPTER 4

Director: Chad Stahelski

Intérpretes: Keanu Reeves; Donnie Yen; Bill Skarsgaard; Ian McShane; Lawrence Fishburne; Hiroyuki Sanada; Lance Reddick; Clancy Brown; Natalia Tena; Marko Zaror; Shamier Anderson

Acción

2023

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata (Twitter/Instagram)

una película como ésta no podría hacerse ahora…

¿Se imaginan si hubiesen existido las redes sociales en 1994, es decir, la época en que se estrenó La Máscara, y éste, además, hubiese sido un cómic no de culto, sino un best seller tipo DC o Marvel?

No digo esto porque me parezca una mala película. Por el contrario, la cinta que convirtió a Jim Carrey y a Cameron Díaz en estrellas es una gran comedia fantástica, que llegó a convertirse en un inesperado éxito de taquilla y en un clásico de la época.

A lo que me refiero es que si bien la propia película reconoce ser una adaptación del cómic del mismo nombre, publicado por la independiente Dark Horse desde 1987,las diferencias entre lo que se leía en el papel y lo que se vio en pantalla eran abismales.

Cambios en los roles protagónicos (Stanley Ipkiss en el cómic es un sociópata, mientras que en la película es un apocado y manipulable empleado bancario); la eliminación de personajes originales y la incorporación de otros nuevos; la sustitución de la atmósfera oscura, violenta y llena de humor negro del papel, por la estética cartoon y el uso de slapstick de la película, en fin. Por explicarlo en fácil, The Mask estaba más cerca de Lobo o Deadpool que de Bugs Bunny, y si bien es un gran filme, es una mala adaptación.

Así, si este filme se plantease hoy en día, y apelando a la fórmula y parámetros que ha dejado el MCU, el fandom hubiese asesinado el filme en plena preproducción.

Todo parte en un día normal para Stanley Ipkiss (Carrey), un empleado bancario responsable, preocupado de su trabajo, de buenas intenciones…pero carente de carácter, lo que hace que todo el mundo lo pasa a llevar, y que el noventa por ciento de las veces termine haciendo el ridículo.

Así sucedió una vez más esta noche, tratando de entrar al exclusivo club Coco Bongo, y para peor, frente a Tina Carlyle (Díaz), la estrella principal del club, de quien se enamoró a primera vista. Por si no bastara, se arroja a un río creyendo ver a una persona ahogándose, pero sólo era una máscara de madera bastante rústica flotando sobre basura.

Al llegar a casa, donde lo espera Milo, su perro, el único ser en el mundo que lo respeta, Stanley no deja de mirar la máscara que encontró y algo la lleva a ponérsela, convirtiéndose en un fantástico personaje de cara verde, que se hace llamar La Máscara, con poderes inimaginables y con toda la personalidad que Stanley no tiene, lo que lo lleva a hacer todo lo que no haría, especialmente lo incorrecto, como robar un banco, lo que lo pone en la mira tanto de la mafia, como del detective Mitch Kellaway (Peter Riegert, otro personaje rescatado y reinventado desde el cómic), quien ve a La Máscara como una amenaza que hay que detener.

Los motivos de New Line Cinema para cambiar el tono de la historia, de un relato sórdido en un festín de locuras y diversión, fueron más bien estratégicos. Tenían a Jim Carrey, uno de los comediantes más populares del momento, y que se había anotado otro inesperado éxito de taquilla con Ace Ventura: Pet Detective, pero Carrey no quería hacer una cinta más próxima al horror. Ni New Line ni el director Chuck Russell querían perder a Carrey así que simplemente tuvieron que reescribir de un relato de un asesino en serie, a un fan de los cartoons clásicos de poca personalidad.

Y funcionó. Sin infantilizar la historia (la película tuvo una calificación PG13, y el personaje tiene algunas actitudes que hoy resultarían cuestionables), La Máscara se nos presenta como un surtido de bromas que desafían las leyes físicas, lo que es lógico pensando que los referentes de este Stanley Ipkiss están en Tex Avery, Chuck Jones, los Looney Tunes y similares.

Así obtenemos un auténtico festín donde si bien el maquillaje y los primeros efectos especiales computacionales son los que marcan la pauta, gran parte de los logros de esta cinta están en la capacidad de Jim Carrey para transformarse en un personaje animado viviente, logrando lo que muchas veces se había intentado antes (el Popeye de Robin Williams, el Dick Tracy de Warren Beatty y Los Picapiedras pocos meses atrás) sin llegar a este nivel de logro: dar vida a un personaje animado más allá de los dibujos.

 La apuesta, como dijimos, funcionó: éxito de taquilla; La Máscara convirtiéndose en un ícono, con adaptación animada y todo; Jim Carrey y Cameron Díaz convirtiéndose en súper estrellas; hasta el cómic ganó la exposición que nunca había tenido (al extremo que pronto tuvo crossovers con personajes como Lobo, Spawn o The Joker), aunque tuvo que redefinir su contenido para hacerlo más masivo. Lástima que Carrey nunca quiso hacer la secuela que caía de cajón, y la que hubo, que se tardó una década en llegar, se fue derechito al wc.

Pero resultó. Y quizás cuántas iniciativas similares se han quemado en la puerta del horno gracias al lloriqueo on line de ciertos fándoms.

***1/4

THE MASK

Director: Chuck Russell

Intérpretes: Jim Carrey; Cameron Díaz; Peter Greene; Peter Riegert; Jim Doughan; Richard Jeni; Amy Yasbeck

Comedia fantástica

1994

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata (Twitter/Instagram)

más grande en cada revisión

Han pasado 30 años desde que se estrenó Jurassic Park. Confieso que en su momento no me llamó mucho la atención, pero sepan perdonar. En 1993, era un pollo cuya  máxima aspiración era terminar cuarto medio,ignorante en muchas cosas.

Pasó el tiempo, mi ignorancia fue disminuyendo y no sólo Jurassic Park me pareció mejor de lo que esperaba, sino que me empezó a gustar cada vez más cuando me la repetía (lo que empecé a hacer con frecuencia, gracias a los formatos físicos). Se convirtió en una película que no hace más que crecer en cada repetida, y de aquellas con las que cada vez que me topo en televisión, la dejo hasta el final.

Es que la vida da muchas vueltas y es impredecible, adjetivo más que adecuado pensando en por dónde va este filme de Steven Speilberg, y que el día que me decida a armar mi lista de películas favoritas de don Steven., ésta estará ahí sí o sí. Y en un lugar de privilegio.

La historia muchos la conocen ya, seguro: en una isla costarricense, el excéntrico millonario escocés John Hammond (Sir Richard Attenbourgh) levanta un parque de diversiones poblado por dinosaurios reconstruidos genéticamente a partir del ADN extraído de un mosquito conservado durante milenios en una pieza de ámbar.

Como los accionistas de InGen, su empresa, desconfían de la seguridad del proyecto, Hammond recluta al paleontólogo Alan Grant (Sam Neill), su pareja, la paleobotánica Ellie Sattler(Laura Dern) y al arrogante matemático Ian Malcom (Jeff Goldblum) para que visiten el parque y le den su visto bueno, desde el punto de vista de los especialistas.

Para convencer al grupo, Hammond lleva a sus invitados a dar un tour por las instalaciones. Sin embargo, una tormenta tropical y el apagón del sistema de seguridad causado por un operario corrupto, desatan el caos en la isla, cuando los dinosaurios, animales gigantes, salvajes e instintivos se salgan de control, poniendo en peligro a todos los habitantes de la isla.

Mezclando stop-motion, marionetas a tamaño natural, animatronics y una incipiente tecnología digital, lo cierto es que Jurassic Park, con Speilberg a la cabeza de un equipo de especialistas en crear figuras fantásticas como Phil Tippet, Dennis Muren y Stan Winston, entre otros, Jurassic Park marca un hito al construir estas criaturas enterradas y olvidadas en el tiempo, y mostrarlas de la manera más realista posible hasta entonces.

Cabe decir que ésta era la primera gran oportunidad en que fue usada la tecnología digital a lo grande en una producción cinematográfica, haciendo realidad, al menos en pantalla, la epopeya de Hammond, cuya fantasía podría causar más de un mal rato en la vida fuera del celuloide.

¿Epopeya dije? Según Hammond, sí. Según el resto, claramente es un delirio de grandeza emanado de un ego totalmente fuera de control, que lo lleva a caer en la tentación de jugar a ser Dios y proclamarse creador de vida. Como sabemos, este tipo de osadías suelen terminar muy mal y el parque creado por el escocés muere antes de abrirse al mundo, pagando un precio muy caro por este atrevimiento.

Speilberg maneja esta historia sobre el ascenso y caída de un ego con maestría, con el tino de contar esta historia desde el punto de vista de quienes rodean a Hammond: sus empleados, los científicos contratados para darle el visto bueno a su locura y su propia familia. Es a través de ellos que vemos cómo evoluciona este personaje, desde un ego amplificado a proporciones tan grandes como saurios que ha revivido, en un individuo acabado, obligado a abandonar su obra, a su suerte, para poder salvar su vida y evitar una tragedia mayor.

No deja de ser llamativo que la siguiente película de Speilberg fuese La Lista de Schindler. Porque si bien hay diferencias enormes entre ambas historias (la segunda historia sí se narra desde el punto de vista de su protagonista, Oskar está lejos de ser un multimillonario, sino que esa es su pretensión al comienzo del filme, en fin) comparten un detalle no menor: tanto Hammond como Oskar tienen el ego de un porte de un buque y una ambición del mismo tamaño, y terminan resignando su fortuna para salvarse: uno, de que su familia sea devorada por dinosaurios, el otro, que sus operarios judíos sean metidos en un horno (aunque es Oskar el que termina convertido en una suerte de héroe, no así un humillado Hammond).

Mientras eso pasa con Hammond viendo como su sueño se rompe en mil pedazos, tenemos el proceso que viven los personajes enfrentados a esta catástrofe, especialmente el doctor Grant, que circunstancialmente ha quedado a cargo de los nietos de Hammond, extraviándose durante la desgracia. Grant, que al principio del filme nos queda clara su nula afinidad con los niños, tiene que aprender sobre la marcha a relacionarse con ellos, y descubriendo un aspecto de su personalidad que no sabía que tenía.

En tres décadas, destaca lo bien que ha envejecido Jurassic Park, incluso con los ojos de hoy, acostumbrado al CGI y a las pantallas verdes. Con estos ojos, Jurassic…nos puede parecer un filme precario, pero pese a la “precariedad” de sus recursos consigue dejar en el espectador la sensación de haber visto un tremendo espectáculo y que, no importa las veces que te lo repitas, seguirá dejando el mismo gusto, cosa que muchos estrenos recientes no son capaces de lograr, no importa la cantidad de dólares invertidos en software de diseño. Como he dicho antes, Jurassic Park me la repito cada vez que puedo, y siempre que queda el mismo sabor agradable..y superándose.

Y es que de nada te sirve tener un presupuesto billonario, trillonario incluso, para crear un planeta entero si es preciso si tu historia no resiste mayor análisis, tus personajes tienen la profundidad de un pote de yogur y tus directores tienen menos aptitud narrativa que un vendedor puerta a puerta. Y Jurassic Park, al menos su primer filme, no tiene esas carencias.

Es cierto que Jurassic Park, basada en la novela de Michael Crichton, pertenece al bando del cine escapista, por el mero arte de entretener, de la mano de un Steven Speilberg que fue uno de los nombres que devolvió este bando a las primeras planas en los ’80, pero Speilberg en la mayoría de sus filmes, si bien se sabe capaz de entretener a sus espectadores, también sabe que no por eso puede faltarle el respeto a los espectadores y tomarlos por estúpidos que se tragan cualquier porquería. Por el contrario, Spielberg siempre ha tenido claro que el público destina parte de su valioso tiempo e ingresos para ver sus películas, por lo que procura darle un espectáculo que compense esa decisión.

Por todo eso, por la cantidad de momentos míticos y frases para el bronce que nos deja este filme y que dan cuenta de la grandeza de Spielberg como creador (que dejan un resultado mucho más grande que la suma de sus partes), coronado en aquella notable secuencia final con un T-Rex destruyendo el hall del parque mientras cae a su lado el lienzo que reza “Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra” es que, en la gran mayoría de sus producciones, terminamos sacándonos el sombrero ante él. Imposible reaccionar de otro modo.

***1/2

JURASSIC PARK

Director: Steven Speilberg

Intérpretes: Sam Neill; Richard Attembourgh; Laura Dern; Jeff Goldblum; Wayne Knight; Samuel L. Jackson; Bob Peck; Martin Ferrero; Ariana Richards; Joseph Mazzello

Aventuras

1993.

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata (Twitter/Instagram)

camino de degradación

1958.

Buscando, de una vez, limpiar los negocios familiares, Michael Corleone (Al Pacino) proyecta adquirir un nuevo casino para su corporación. Sin embargo, deberá enfrentar la oposición no sólo de las autoridades políticas y empresariales, que pondrán todos los obstáculos posibles, sino además del resto del crimen organizado, que no tendrá escrúpulos a la hora de bloquear los planes de Corleone.

Escapando, apenas, de un atentado que sufre en su propia casa, Michael intenta evitar, tanto una guerra de bandas, en la que tiene mucho que perder, mientras enfrenta al mismo tiempo una investigación del Senado hacia sus operaciones.

Pasando por todo esto, Michael se da el tiempo para recordar a su padre, Vitto Andolini/Corleone (Robert De Niro), y sobre cómo llegó a América huyendo desde Sicilia, y todo lo que vivió hasta llegar a convertirse en el hombre más influyente de la Pequeña Italia…

“Segundas partes nunca son buenas”…¡claro! ¡Cómo no!

En la década y media que hemos mantenido este sitio, hemos constatado que esa aseveración es una falacia del porte de una catedral, porque no sólo hay segundas partes tan buenas como sus antecesoras. También algunas pueden ser mejores y muy superiores.

Y si una de esas es El Padrino Parte II, este fenómeno llega a niveles estratosféricos. Después de todo, es el filme que continúa ese monumento estrenado en 1972, para muchos la mejor película de la historia. Había que estar a la altura. O más arriba incluso.

El éxito de El Padrino, tanto en taquilla como a nivel crítico y de premios, suceso que ni el más optimista dentro de Paramount Pictures esperaba (¿vieron The Offer, en Paramount +? ¿Y qué esperan?) hizo que el estudio se entusiasmara con una secuela, dando el visto bueno a Mario Puzo y Francis Ford Coppola para contar lo que quisieran…siempre que Vito Corleone siguiera presente en la historia.

No era una condición simple, por una razón obvia (la muerte de Vito Corleone en la primera película) y otra no tan obvia ni simple: intentar convencer a Marlon Brando de retomar al personaje, una tarea que nadie estaba dispuesto a asumir. ¿La solución? Contar los orígenes de don Vito y cómo llegó a ser uno de los líderes de la Cosa Nostra.

O mejor dicho, cómo no pudo escapar de su destino.

Porque si bien llega a los Estados Unidos huyendo de los hombres que asesinaron a su familia (por órdenes del jefe criminal de su pequeño pueblo de Corleone, en Sicilia), crece, consigue un trabajo y forma una familia. Y es precisamente por proteger a esa familia, frente a circunstancias que lo sobrepasan, debe asumir un camino que lo pone cada vez más lejos de la rectitud.

El encargado de dar vida a este Vito Corleone en desarrollo es Robert De Niro, actor que por esos años tenía unas cuantas actuaciones dignas de ser valoradas, pero sin haber protagonizado un protagónico propiamente tal (lo más cerca de eso había sido, hasta ahora, Mean Streets, de la mano de Martin Scorsese). Esta actuación, si bien no es como protagonista, fue reconocida por la Academia como mejor actor secundario. Aunque había audicionado para Michael Corleone en la primera película, lo mejor de De Niro estaba por venir, y este rol era un paso gigante en ese rumbo.

Aunque no deja de ser un personaje secundario, encabezando una historia paralela. El arco argumental sigue corriendo por cuenta de Michael Corleone, una vez más en la voz y el cuerpo de Al Pacino, continuando con el camino de degradación moral iniciado en el episodio anterior. Si, ese Michael Corleone que no quería nada con los negocios de su familia, y terminó encabezándola sin escrúpulo alguno.

¿Podemos creer a Michael cuando dice que su meta es transparentar los negocios de la familia, limpiar su nombre y dejar la ilegalidad? Deberíamos. Ya lo hemos visto salvar apenas de un atentado en su contra, demostrándonos que en su mundo hay gentuza peor que él y podemos darle el beneficio de la duda. Sin embargo, son sus acciones las que delatan sus verdaderas motivaciones.

Porque Michael pondrá por encima de todo el bienestar de LA familia, incluso a costa de la sangre que tenga que derramar, y de donde provenga ésta, incluso viniendo de SU familia..¿se entiende?

Si bien son Pacino y De Niro los grandes rostros de este filme (iniciando una rivalidad más mediática que real entre ambos) no podemos dejar afuera a Diane Keaton, Robert Duvall y especialmente a John Cazale, repitiendo sus roles de la primera película, sufriendo de cerca las consecuencias de la “evolución” de Michael, como esposa y hermanos en su caso.

Teniendo presente que son dos historias en relato, Coppola pudo haber ido por el mismo camino que gran parte del cine de franquicias hoy: dos películas, cada una contando una historia, en orden cronológico. ¿Habría quedado igual de bien?¿Se habría entendido como un todo? Puede que sí, por la calidad intrínseca del relato y por lo que Coppola es como director, pero no tanto como lo que se estrenó finalmente.

Contando en paralelo, intercalando el pasado de uno con el presente de otro, estableciendo los diversos contrapuntos entre padre e hijo, en que el primero cae al lado oscuro como única forma de proteger a los suyos, el otro diciendo buscar salir de la oscuridad sólo para caer aún más en eso y haciendo añicos a su familia en el proceso.

El filme concluye con un flashback, en que los hermanos Corleone, Sonny incluido (James Caan regresó únicamente para esta secuencia), mucho tiempo antes de los hechos con que se inicia la primera película. Don Vito no aparece, sólo es anunciado al final de la secuencia, pero nos basta eso para tener claro lo que su sola mención inspira. Esta secuencia ayuda a hacer más fuerte la situación de Michael: el joven idealista que prefiere el campo de batalla durante la Segunda Guerra, algo que le podría costar la vida, con tal de no inmiscuirse en los asuntos familiares, contrastando con lo que vemos al cerrar el filme, el Michael actual.

Tal como pasa con su antecesora, El Padrino Parte II es, a la postre, la historia de dos conceptos en pugna: poder y familia, y me atrevo a agregar un tercero en discordia: la lealtad. Con esos conceptos en mente, podemos ir conociendo y entendiendo tanto a Vito como a Michael, especialmente a este último, y apreciar hasta donde puede caer el ser humano cuando no es capaz de equilibrar las cosas.

Porque Vito Corleone habrá sido la cabeza de una organización criminal, pero siempre puso a los suyos por delante. De Niro o Brando, nunca está sólo, siempre aparece rodeado o acompañado por alguien de su entorno, incluso en el peor momento. En la última escena de El Padrino II, Michael, en su cabaña, en la más absoluta soledad, mira por la ventana.

¿Queda claro quién pudo encontrar ese equilibrio o, al menos, no olvidar sus prioridades?

Personalmente, no creo que El Padrino Parte II me guste más que la primera parte, algo totalmente personal y subjetivo de lo que me hago responsable. Pero no seré yo quien niegue el peso en oro de esta secuela. Puede pecar, como he leído por ahí, de ambiciosa, exagerada o excesiva (es decir, si nos quedamos sólo en que ronda las cuatro horas de duración), pero no por eso vamos a desacreditarla como lo que es: una OBRA MAESTRA, con mayúsculas.

****1/2

THE GODFATHER PART II

Director: Francis Ford Coppola

Intérpretes: Al Pacino; Robert De Niro: Diane Keaton; Robert Duvall; Talia Shire; John Cazale; Lee Strasberg; Michael V. Gazzo: Bruno Kirby; Richard Bright

Policial/Drama

1974

Y así hemos llegado a la publicación número 2000 de este blog. A los que han seguido hasta ahora, puede que no sean muchos, pero por Dios que son leales. Gracias, y seguiremos!

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata (Twitter/Instagram)