Tras una no del todo exitosa misión de exploración, marcada por los constantes roces entre el capitán del USS Enterprise, James T. Kirk (Chris Pine) y su primer oficial, Spock (Zachary Quinto), la flota estelar ha resuelto sancionar a ambos, bajándolos de grado y asignándolos a naves diferentes.
En esta calidad, ambos son citados, junto a sus capitanes, a una reunión en que la Flota decidirá los pasos a seguir tras un atentado a sus instalaciones en Londres, atribuido a un ex agente de la misma, John Harrison (Benedict Cumberbach). El mismo Harrison, a vista y paciencia de los asistentes a la reunión, vuela el lugar, salvando apenas con vida Kirk, Spock y unos pocos oficiales.
Dada la gravedad de la situación, el almirante de la Flota Marcus, reasigna a Kirk y Spock a cargo del Enterprise y les ordena dar caza a Harrison y traerlo ante su presencia…muerto.
Aunque es una serie a la que tengo gran respeto, nunca fui muy fan de Star Trek. Sin embargo, el reboot de 2009, de la mano de J.J. Abrams llevó a esta serie a donde nunca había llegado jamás. Fue una de las grandes películas de ese año, que conquistó incluso a sus detractores más recalcitrantes (los fans de Star Wars, quienes reconocieron…bueno, reconocimos que esta sola película había logrado más que todos los esperpentos firmados por George Lucas la última década) sino también a aquellos sesudos que viven en función de ningunear el cine fantástico per se.
¿Cuál fue el mérito de Abrams? Reiniciar una serie que ya contaba con más de tres décadas en el inconsciente colectivo, reinventándola para los nuevos públicos y respetando el tremendo legado de la obra creada por Gene Rodenberry. Como se ve, lo logró. Por un lado, recreando esta historia y sin tergiversarla hasta hacerla irreconocible, uno de los grandes males de la cultura del remake. Así, hay que hablar de un doble mérito de reescribir el universo Star Trek, haciéndolo más atractivo para el no-fan, pero logrando convencer al trekkie más consumado.
Por eso las ansias eran muchas frente a esta segunda película, Star Trek En La Oscuridad (segunda? Como debiera contarse? Como continuación de la 2009? O siguiendo la correlación de las películas anteriores con William Shatner, Leonard Nimoy o Patrick Stewart?) ansias que llevaron a muchos al colapso cuando, en una de las ideas más estúpidas del último tiempo, su distribuidor local aplazó el estreno al menos tres meses respecto de su debut estadounidense.
Pues la espera valió la pena. Into Darkness no sólo mantiene el alto nivel de la primera película, sino que a ratos incluso lo supera con creces, con abundante y lograda acción, un ritmo vertiginoso coexistente con una narración ágil que, en todo caso, no afectan para nada la comprensión de la misma (los efectos y secuencias de acción no se imponen sobre el contenido de la historia, quiero decir). Todo ello sazonado con el permanente estado de discusión entre el más práctico e impulsivo Kirk, su primer oficial, el leal pero extremadamente cuadrado Spock (nuevamente interpretado con clase por Zachary Quinto) y “Bones” McCoy(Karl Urban), el médico del Enterprise, forzado a ser eterno mediador entre ellos, y las distintas relaciones interpersonales entre éstos y los restantes tripulantes de la nave.
Aparte de alguno que otro guiño para fans y espectadores más avezados, que se agradece.
Elementos que Abrams combina procurando el equilibrio, logrando una historia de la que resulta imposible abstraerse ni por un instante, y que deja con ganas de ver un par de veces más.
Todos los ingredientes para entrar derechito en el top 5 anual. Ver lo que hace Abrams con Star Trek nos devuelve la fe en Star Wars, cuyo inminente Episodio VII será dirigido por él. Cosa que lo hace el ñoño más poderoso del mundo.
Por mi, OK.
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STAR TREK INTO DARKNESS
Director: J.J. Abrams
Intérpretes: Chris Pine; Zachary Quinto; Benedict Cumberbach; Zoe Saldanha; Karl Urban: John Cho; Anton Yelchin; Alice Eve; Simon Pegg; Bruce Greenwood; Peter Weller
Ciencia Ficción
2013.
fretamalt@hotmail.com @panchocinepata