Pasó el cumpleaños de don Martin Scorsese y caí en cuenta que hace rato que no repasaba uno de sus grandes trabajos, “Life Lessons”, su aporte a la antología Historias de Nueva York, estrenado en 1989 en conjunto con otros dos grandes directores estadounidenses, parte de esa generación dorada que reinventó el cine del país del norte en los ’70: Francis Ford Coppola y Woody Allen.
Y a uno, ¿qué le dijeron?
Scorsese se hace cargo de “Life Lessons”, o los tormentosos días que vive Lionel Dobie (Nick Nolte), un reconocido pintor, cuando a poco de montar su nueva exposición, debe recibir por unos días a Paulette (Rossana Arquette), su antigua asistente…y amante. La chica no está precisamente feliz con tener que acudir a Lionel quien, a su vez, aún está obsesionado con ella, lo que va complicando la vida de ambos a cada día que pasa.
Suma de talentos reconocidos (escribe Richard Price, fotografía Néstor Almendros, un Nick Nolte despachándose una interpretación titánica, un soundtrack abundante en buen rock clásico, todos bajo la batuta inspirada de don Martin) hace de este segmento el mejor de la película, que en poco menos de una hora alude a temas como el proceso creativo, las relaciones humanas, la condición humana, y la tenue frontera entre el amor, la pasión y la obsesión, al tiempo que nos da un breve pero interesante recorrido por el entorno intelectual y bohemio de la gran manzana.
Así las cosas, ¿no hubiese sido mejor poner este relato al final que al principio? Puede ser, pero por el contenido del mismo, lo que sucede en él y la intensidad desplegada, ayuda más al buen desempeño del filme, su mejor apreciación, arrancar con este cuento.
Coppola nos regala “Life Without Zoe”, escrita a medias junto a su hija Soffia, mucho antes de ser la realizadora que es ahora, y más o menos por la misma época de su controvertida aparición en El Padrino III. Es la historia de Zoe (Heather McComb), una nula de doce años que vive en un acomodado sector de NY, y asiste regularmente a clases a un exclusivo colegio de la zona.
Con clara inclinación por la alta cultura, Zoe tiene una muy buena vida, aunque lo que más quisiera en el mundo es que sus padres, una exitosa organizadora de eventos (Talia Shire) y un reconocido flautista de cámara (Giancarlo Giannini), pasen más tiempo juntos.
Es el capítulo más bajo del filme, eso es indiscutible, aunque no sé si en verdad merezca la dureza con que le han dado: superficial, frívola, liviana, infantil, el regalo de Coppola para la niña de papá, y podría seguir. Pero se les va la mano..
Si pensamos que Coppola fue el responsable de obras tales como El Padrino I y II, Apocalipsis Ahora o La Ley de la Calle, claro que es un retroceso, pero no una caída fatal (Coppola se ha hecho más daño a sí mismo con cosas como Jack). No lo niego, es un relato liviano, sin mucha profundidad quizás, digno de un filme de domingo por la tarde. Pero eso no ha matado a nadie. No daña, y hasta entretetiene.
El combo se cierra con “Oedipus Wrecks”, a cargo de Woody Allen, interpretando a Sheldon Mills, un abogado cincuentón, con cierto prestigio profesional, buen pasar económico, en vías de casarse con Lisa (Mia Farrow) profesional de la publicidad, pero cuya madre (Mae Questel) es una pesadilla viviente, que lo pone en vergüenza cada vez que puede, y cuando no puede lo inventa.
Cierto día, inexplicablemente, durante una variedad, la madre de Sheldon desaparece sin más producto de un fallido acto de magia. Tras la desesperación inicial, Sheldon ve el lado positivo de la cosa al no tener que soportar más a su omnipresente progenitora…hasta que al poco tiempo esta aparece como una gigantesca presencia sobre los cielos de la ciudad, aumentando exponencialmente el acoso y las vergüenzas que el pobre diablo debe sufrir.
Si el primer segmento era drama puro y duro, y el segundo un relato más familiar, aquí tenemos una comedia totalmente absurda, a través de la cual su autor elucubra algunos conceptos sobre temas que le son tan propios. En este caso, la relación entre el individuo y su familia, y el minuto en que hay que poner un límite para que esa relación no se convierta en un infierno.
Sheldon quiere a su madre, pero eso no significa querer tenerla cerca todo el tiempo (cuando eso ya se vuelve inevitable, la situación lo lleva a tomar decisiones tan desesperadas como absurdas e hilarantes), lo que los lleva a pensar en las relaciones dependientes. Y quien es el dependiente aquí, si Sheldon o su madre, siendo la única solución para esta crisis, buscar alguna clase de equilibrio.
Historias de Nueva York es un notable ejercicio acerca de como una misma base –en este caso, la ciudad capital del planeta- puede servir de escenario para historias de distinta clase. Y lo que resultó es una declaración de amor de sus autores no sólo por una ciudad, sino también por el buen gusto de contar historias.
Y dejen de pegarle tanto a Coppola.
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NEW YORK STORIES
Director: Martin Scorsese/Francis Ford Coppola/Woody Allen
Intérpretes: Nick Nolte; Rossana Arquette; Patrick O’Neal; Steve Buscemi; Heather McComb; Talia Shire; Giancarlo Gianini; Woody Allen; Mia Farrow; Mae Questel; Julie Kavner; Larry David
Antología
1989
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