Poco después de enviudar, el periodista Benjamin Mee(Matt Damon) está sobrepasado. Con dos hijos que mantener, el mayor de ellos, Dylan(Colin Ford)sumando y sumando anotaciones negativas, y viéndose obligado a dejar los reportajes que le dieran prestigio en el medio, decide darse un nuevo comienzo, mudándose a las afueras de la ciudad.
Tras conocer diversas opciones, Benjamin decide comprar una enorme propiedad en las afueras de la ciudad, que nadie ha querido comprar, y que quienes lo han hecho se han desecho de la misma rápidamente. El motivo es el enorme y variado zoológico que ocupa parte del predio. Una colección de animales, algunos de ellos en peligro de extinción, pero cuyo alto costo de mantención ha espantado a cuanto propietario ha pasado por el fundo. Con todo, aparece como la mejor opción para Benjamin de comenzar una nueva vida…
La carrera de Cameron Crowe ha logrado sus mayores aciertos en ese tipo de filmes que, con más corazón e ideas que presupuesto, sus protagonistas consiguen salvar el día, conquistar a la chica y de paso, salvarse a sí mismos. Filmes suyos como Say Anything, Vida de Solteros, Jerry Maguire, Elizabethown y la imprescindible Casi Famosos se han convertido en verdaderos clásicos del subgénero llamado feel good movies, ese tipo de cintas que tu ves y al final tienes la convicción de que puedes ser mejor persona. No es casualidad tampoco que el único gran fracaso de su carrera, Vanilla Sky, película que rodó como un favor personal a su amigo Tom Cruise, sea el único de sus filmes que se sale de su estándar.
Un Zoológico en Casa, basada en la historia real de Benjamin Mee, un tipo como cualquier otro que, sin tener mucha idea, consiguió levantar el muy venido a menos zoológico de Dartmoor, California, hasta convertirlo en uno de los más respetados y visitados del país, sigue esa misma tendencia. Es decir, la de tomar un personaje como cualquier hijo de vecino, expuesto a circunstancias que lo pondrán contra la pared, y ese proceso que necesariamente debe recorrer para ponerse en la buena con los suyos y consigo mismo.
Lo cual no es fácil.
Crowe sigue haciendo lo que mejor hace: historias como ésta. Y lo hace bien, aunque con algunas imperfecciones. La primera de ellas, ese tufillo a cine independiente que marea a ratos. Si, es una fórmula de la que él fue uno de sus creadores: chico desorientado conoce a chica y se propone un cambio de vida radical, con musiquilla ‘indie’ de fondo. No es algo malo, pero tampoco abusemos.
Lo otro, que es un poco más grave, se produce más o menos la última media hora de película, es que ésta caiga en tantas lagunas (no se entiende, por ejemplo, como Benjamin y su hijo Dylan en una escena discuten violentamente, y en la siguiente parecen amigos de toda la vida) o que muchos entuertos se resuelvan por arte de magia, recurriendo mucho al Deus Ex Machina. Cierto, el cine no tiene porque ser igual de difícil que la vida, pero uno espera que las cosas se resuelvan de manera algo menos obvia.
Un Zoo… llega a buen puerto, en todo caso (o evita naufragar más bien) gracias al talento de sus protagonistas. Por algo Matt Damon es uno de los mejores actores de su generación, y a nadie le extraña ver tan sólido a Thomas Haden Church, en el rol del contador, hermano mayor y cable a tierra de Benjamin. Y Scarlett Johansson, encarnando a una comprometida guardaparques, nos recuerda que más que un rostro y un trasero bonitos, es actriz y, cuando se lo propone, de las buenas.
Mala película? No. Es lo que hay. La pena es que, conociendo la carrera de Crowe, que no hace mucho estrenó el notable documental Pearl Jam 20, pudo ser más.
**3/4
WE BOUGHT A ZOO
Director: Cameron Crowe
Intérpretes: Matt Damon; Scarlett Johansson; Thomas Haden Church; Colin Ford; Elle Fanning; Patrick Fugit.
Drama/Comedia
2011
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