sean connery 1930-2020

Ganador de un premio Oscar, dos Bafta, tres Globos de Oro, una carrera impecable, y el reconocimiento como uno de los grandes íconos de la cultura popular, a los 90 años, por problemas de salud aún no especificados, el actor escocés Sean Connery ha fallecido.

Tras haber formado parte de la Marina, jugar fútbol a nivel amateur y practicante del naciente físicoculturismo,Thomas Sean Connery entró en la Escuela de Bellas Artes de Edimburgo, y a los pocos años ya tenía una carrera en la escena teatral escocesa, dando luego el salto a la televisión y, a la larga, al cine.

En 1962 salta a la fama cuando es escogido para interpretar al agente secreto James Bond 007, creado por Ian Fleming, en la adaptación Dr.No!. Connery interpretaría a 007 en siete oportunidades, contando la no canónica Nunca Digas Nunca Jamás, en 1983, y fue él quien encarnó la versión esencial del personaje para la cultura pop. Connery fijó el estándar que los restantes intérpretes del personaje debían alcanzar.

Connery tuvo una carrera mucho más allá de Bond, trabajando con respetados directores como John Huston (El Hombre Que Sería Rey) o Alfred Hitchcock (Marnie), y especialmente Sidney Lumet (Asesinato En El Expreso de Oriente). También sería protagonista de filmes tan disímiles como Zardoz, El Día Más Largo, Robin y Marian, Un Puente Demasiado Lejos, Time Bandits, El Nombre de la Rosa, Highlander, Los Intocables (papel que le traería su único Oscar), Indiana Jones y la Última Cruzada, Negocios de Familia, La Caza del Octubre Rojo, La Roca, El Primer Caballero, Entrapment y La Liga de los Extraordinarios Caballeros, entre muchos otros.

Tras sufrir un ataque cardíaco en 2009, se retiró de la vida pública, trasladándose a las Bahamas, donde pasó gran parte de la última etapa de su vida.

Descanse en paz señor..

Connery…Sean Connery

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poco que esperar….

Cuando muchos ya daban por sepultado este proyecto, se lanzó finalmente el trailer de Stardust, la biopic protagonizada por Johnny Flynn que, aprovechando el vuelto que dejaron Bohemian Rhapsody y Rocketman, ofrece narrar los primeros años de la carrera de David Bowie, hasta el primer gran hito de su carrera.

 

¿Debería tenerme prendido esta noticia? A ustedes les consta: soy fan de Bowie desde 1990, el año en que tuve la edad suficiente para empezar a definir mis gustos musicales. Pero no. No me mueve ni un pelo. Ni a muchos fans de Bowie en el mundo, algunos dispuestos a boicotear el filme.

El trailer no se ve tan mal, pero Johnny Flynn no pega ni junta como Bowie. Esa identificación que lograron Rami Malek como Freddie Mercury o Taron Egerton como Elton John, aquí está lejos de apreciarse.

Quizás el gran punto en contra esta en que la sucesión de David Bowie no autorizó esta película. Esto supone el riesgo de que la imagen del Duque Blanco quede por los suelos. Si, un ídolo del rock difícilmente no es ni un santo ni un modelo de virtud, y todos conocemos los excesos en que caía Bowie por aquellos años, pero que entorno del músico haya negado su visto bueno a la película, da para sospechar del retrato que esta quiere construir del artista. 

La negativa afecta también a un factor fundamental :la música. O sea, es la biografía de uno de los músicos fundamentales del siglo XX. No contar con el visto bueno de la sucesión de Bowie, implica no poder usar sus canciones en el filme. Las versiones originales, así que habría que apelar al cover, si, pero no sería lo mismo ji de casualidad. 

Con tanto en contra, boicotear Stardust resulta una pérdida de tiempo, las fallas son tantas que la película, a semanas de su estreno, se boicotea sola. 

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villano a villano y medio

Es un hecho. Después de Cobra Kai y de la teoría de Barney Stinson al respecto, no puedo volver a ver Karate Kid de la misma forma.

Seguro que la han leído o escuchado por ahí: que el verdadero héroe de Karate Kid no es Daniel Larusso, su protagonista, sino que Johnny Lawrence, su némesis en la historia. si no la conocen, dénse una vuelta en Google o Youtube y regresan.

Como una mera ayudamemoria, Karate Kid (dirige John G. Advilsen, 1984) es la historia de Daniel Larusso (Ralph Maccio), un apagado joven de New Jersey que llega con su madre a California. No pasa mucho tiempo para que se convierta en blanco de burlas y abusos de otros, especialmente de Johnny Lawrence (William Zabka), el chico malo del colegio y alumno estrella del dojo de artes marciales Cobra Kai. Las cosas cambian cuando el conserje de su edificio, el señor Miyagi (Pat Morita) lo toma como aprendiz, enseñándole artes marciales en un modo bastante poco convencional.

Cobra Kai (estrenada por Youtube primero, relanzada este año por Netflix) transcurre treinta años después, y nos trae a un Johnny Lawrence al que le ha ido mal..en todo: en lo laboral, en lo afectivo…en todo. Para colmo de males, debe soportar a un omnipresente Daniel Larusso, ahora un exitoso comerciante automotriz y padre de familia ejemplar, que saca a colación cada vez que puede el haberlo vencido en el torneo de karate de 1984. Sin nada más que perder, Lawrence decide volver a lo único que le ha permitido sentirse realizado: el karate, y reabre el dojo Cobra Kai, aprovechando para cobrarse unas cuantas cuentas con su pasado.

Convengamos una cosa: aquí no estamos haciendo pasar como víctima, ni héroe ni mártir a Lawrence. El tipo era un abusador, un chico problema y un buscapleitos…¿merecía ser derrotado? Sin dudas. El problema es todo lo que vino después.

Pensemos en otro ejemplo de nerd que tomó revancha: en Volver al Futuro, George McFly  se desquitó de Biff Tannen, luego de pegarle un puñetazo en 1955. Y en 1985 se limita a decir “he tenido que mantenerlo a raya todos estos años”. Punto. No existe antecedente que nos haga pensar que su revancha haya sido de tal magnitud que hubiese anulado totalmente a Tannen. De hecho, este último tiene su negocio, salió medianamente adelante, y ya.

No lo anula en ningún sentido. En 2015, Biff sigue siendo el malo (se roba el De Lorean para entregarle a su yo de 1955 el libro de estadísticas del deporte, lo que le permite hacerse rico y poderoso, a la mala), y considerando sus antecedentes familiares (Perro Rabioso Tannen, el forajido más buscado de 1855), tendencia al mal que en sus sucesores seguirá activa. Y no olvidemos que sus grandes logros en la vida eran con trampa, o a base de abusos y chantaje.

George McFly sólo lo puso en su lugar.

Con Johnny Lawrence no pasa igual. A su favor hay que decir que el tipo sí tenía méritos propios. No en vano ya se había adjudicado varias veces el torneo de artes marciales hasta el surgimiento de Daniel-San. Y, en cierta forma, también fue víctima de abusos. No olvidemos al psicópata que dirigía Cobra Kai en 1984.

Eso no excusa que Johnny haya sido un bravucón, como que tampoco esto último justifica en lo que se convirtió Daniel. Está bien, se volvió un modelo de éxito, pero eso no lo autoriza para trapear el piso cada vez que puede con su antiguo rival, convirtiéndose en un bravucón aún peor.

Al final del día, Daniel se convirtió en lo que había jurado destruir. Si lo pensamos detenidamente, Larusso no es muy distinto del arquetipo nerd actual, ese personaje permanentemente pasado a llevar por gran parte de su entorno, pero que aprovecha cualquier tribuna para ventilar su rencor. Pásense por cualquier comunidad gamer u otaku o de freaks en general y calculen los niveles de misoginia, crueldad y odio al resto del mundo que se destila ahí. O ni siquiera comunidades de nichos tan específicos. El Antro, o lo que fue Bananacorp, por ejemplo.

No olvidemos que el primer boceto de lo que sería Facebook fue una página web que Mark Zuckerberg diseñó para que sus compañeros de universidad “calificaran”, o más bien, descalificaran a sus compañeras.

Imagínense cuando estos tipos además alcanzan una cuota de poder. No es de extrañar que muchos empleadores acusados de acoso laboral o sexual hayan sido de este tipo de personajes en el pasado. Cierto directorcillo de cine por ahí es un ejemplo (otro que alcanzó a arrancarse de Chile justo cuando cayó el anterior, también).

En eso se convirtió Daniel Larusso.

En consecuencia ¿Es Johnny Lawrence un héroe o un mártir? No. A lo más, una víctima de sí mismo, y de un pasado que lo va a perseguir, no sabemos hasta qué punto, pero un pasado por el que ha tenido que pagar. Pero eso no autoriza a Daniel Larusso a que sea quien lo tiene que cobrar. Y menos con los intereses abusivos que ha estado aplicando. Al final se terminó convirtiendo en un monstruo mucho peor.

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todo el mundo está mirando…

publicación 1700…

Hoy más que nunca, estamos expuestos todo el día ante las cámaras. Nos graban en el metro, en las calles, en el supermercado, en el cajero automático. Y por si fuera poco, nos grabamos a nosotros mismos para subirlo a alguna red social. En esta época de pandemia nos grabamos en video para hacer nuestro trabajo y reunirnos con nuestras familias y amigos.

Estamos expuestos prácticamente las 24 horas y el límite entre lo público y lo privado se ha vuelto cada vez más tenue. Y ya no hace falta ser una celebridad o figura pública para estar en el ojo ajeno.

Esto es la realidad, pero en 1998, apenas hace 22 años, parecía aún una utopía. Apenas existían los reality shows (evidentemente libreteados) y a lo más, las webcam. Ese es el escenario, en que estamos expuestos prácticamente las 24 horas del día, The Truman Show vio la luz. Y por diversas razones, ha sido un buen momento para darle una repasada a esta película.

Esta es la historia de Truman Burbank (Jim Carrey), un simpático ejecutivo de seguros, que vive junto a su esposa Meryl (Laura Linney) en la tranquila ciudad costera de Seaheaven. Y si bien la vida en esta ciudad es bastante tranquila, desde hace años hay algo que tiene inquieto a Truman: la sensación de que alguien lo observa, y de que por más que lo intente, alguien quiere mantenerlo ahí.

De hecho, desde que nació, Truman es protagonista, sin saberlo, del más exitoso y ambicioso reality show de la historia. Creado por el director Christof (Ed Harris), cada día, cada movimiento y cada cosa que hace Truman es registrada por centenares de cámaras, y a su alrededor hay una muchedumbre de actores y extras que lo han convencido de que lo que está viviendo es real.

La película dirigida por Peter Weir, a partir de un guión de Andrew Niccol, puede leerse desde más de un punto de vista. Como un relato de suspenso, o hasta de terror (este bien podría ser un relato de Stephen King, o un capítulo de la Dimensión Desconocida o Black Mirror), como historia de anticipación (lean lo que anoté antes, 22 años después de esta película nos están, o estamos, registrando y exponiendo casi todo el tiempo), o incluso como un verdadero tratado sobre el libre albedrío y la condición humana, digno de análisis en escuelas de psicología y filosofía.

¿Hasta qué punto es válido y legítimo restringir a una persona, y a la vez exponerla por, en este caso, rating?

¿Quién…o qué es Truman Burbank?¿Es una persona real o un personaje inventado para un show de televisión de alcance mundial?¿Tiene vida propia?¿Consciencia de sí mismo?

Si que la tiene, y tiene muy claro que es una persona real, aunque para el resto sólo sea un instrumento, un personaje o parte del decorado (el decorado más grande y ambicioso del mundo, por cierto). Y es esa consciencia de si mismo la que lo lleva a cuestionarse algunas cosas: como que en Seaheven todos estén siempre alegres y de buen ánimo, que su mujer a veces le hable de las compras de la tienda sonriendo y enumerando cada una de sus virtudes, o de que cada vez que quiera viajar, algo pase y se lo impida.

Dudas y suspicacias que se acrecientan cuando ve, con sus propios ojos, errores propios de cualquier filmación (la caída de un foco, interferir en las comunicaciones de técnicos, un set a medio montar, extras que lo quedan mirando asombrados), que podrán pasar por pequeños detalles que van haciendo que la estabilidad de este hombre empiece a irse al límite.

No sólo él, también una parte del público, representada en Lauren/Sylvia (Natasha McElhone), suerte de líder de un movimiento que exige liberar a Truman del experimento.

Y también a Christof, pero no por las mismas razones éticas y morales que podríamos invocar, sino porque la búsqueda de la verdad de sí mismo que su protagonista pone en juego el perfecto mundo de fantasía que ha creado para él, y el control que como creador tiene sobre su personaje. Christof también queda en la encrucijada, respecto de lo que debe hacer para proteger ese equilibrio, por ficticio que sea, y a qué costo está dispuesto pagar para ello (y qué tanto control está dispuesto a ejercer sobre una vida humana para proteger su obra…¿una creación vale la vida de una persona?)

Eventualmente, Christof enfrentará a Truman a la decisión de quedarse en el mundo perfecto que ha creado para él, o salir de él a la realidad llena de defectos y vicios. La respuesta de Truman, si bien nos llena de nuevas dudas e interrogantes, nos deja al menos una certeza: es la primera decisión que toma por sí mismo y, aunque lo pondrá frente a nuevos desafíos, es la correcta. Y eso resulta una conclusión esperanzadora para un filme de tono tan siniestro, pese a lo que Christof nos ha tratado de vender.

El trabajo que demostró que Jim Carrey era mucho más que un graciosillo que hacía muecas, estamos ante un filme adelantado a su época como pocos, que se anticipó al reality show, al docurreality, al Live de Facebook, de Instagram o de la red social que quieran. Y que nos lleva a pensar hasta qué punto queremos que nuestra vida sea pública. Y hasta qué punto somos nosotros los dueños de ella, y no los fans.

****

THE TRUMAN SHOW

Director: Peter Weir

Intérpretes: Jim Carrey; Ed Harris; Laura Linney; Natasha McElhone; Holland Taylor; Noah Emmerich

Drama/Ciencia Ficción

1998

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hablemos de bonos bajos…

En un mundo donde alguna vez la magia fue la fuerza que dirigía los destinos de éste, los hermanos Ian y Barley Lightfoot reciben de regalo un mensaje de su fallecido padre, a partir del cual pueden traerlo a la vida nuevamente, por una vez, a través de un viejo hechizo.

Con el tiempo en contra, y como última posibilidad de reencontrarse con el padre que perdieron, ambos hermanos se ponen en marcha para encontrar una gema perdida, que les dará el poder suficiente para activar el hechizo en cuestión, plazo en el cual se meterán en más de un lío…

No la tuvo fácil Unidos, la última producción de Pixar. Precedida por una campaña que no logró prender de la misma forma que otros filmes del estudio (los tráilers de Intensamente, Coco o de cualquiera otra de sus películas de su etapa de oro a mediados de los 2000 nos enamoraron al instante, lo que no pasó esta vez), tuvo además el dudoso honor de ser el último filme en ser estrenado antes de la pandemia, lo que mermó aún más su recepción.

La cinta venía con los bonos bajos, es cierto, y a decir verdad –y me duele decirlo de una película de Pixar- tampoco hace mucho por subirlos.

Aclaro: no es que sea una mala película. De esas tenemos hartas cada año, y Unidos, ciertamente, no entra en ese saco. El problema es que el mismo Pixar mantiene estándares de calidad muy elevados, y dentro de esos márgenes, que el mismo estudio se ha fijado, no le alcanza.

Si fuera de otro estudio (Sony, Blue Sky, Dreamworks) estaríamos ante una obra muy  buena, pero viniendo del estudio que ha hecho cosas como la saga Toy Story, Up, Ratatouille, las citadas Intensamente o Coco….¿se entiende?

Unidos tiene cosas a su favor: dos protagonistas que van a vivir una aventura que les va a cambiar su manera de ver tanto la vida, como la relación que existe entre ambos, proceso en que van a vivir grandes momentos, algunos desencuentros, y otros instantes en que van a reafirmar los lazos que existen entre ellos.

Todo eso permite encontrar una buena película en Unidos. Sin embargo, le juega en contra lo poco carismática que resulta la dupla protagónica, la falta de un momento que nos permita hacer clic con la historia y con sus personajes y, ciertamente, que el momento de catarsis tan propio de las películas de este estudio no mueva todos los pelos que uno esperaría que se le movieran.

La historia resulta atractiva, pero no tanto como para tener al espectador concentrado en lo que está pasando. Usted podría haber ido al wc durante la función…o siendo más realistas, haber contestado el celular mientras la está viendo en su casa (la película terminó por estrenarse en Disney+, para que la pérdida no fuera tan grande) sin ponerle pausa, y la habría entendido igual, sin perderse mucho.

Sumando y restando, esta es una película promedio. Y como tal, cumple, pues, como dije, tiene muchas cosas a su favor. El problema es que Pixar nos malacostumbró…y se malacostumbró a sí misma, a presentarnos obras que rozan la perfección, y que se nos graban a fuego en la memoria, y en el alma. Y a Unidos eso es precisamente lo que le falta.

Esperemos que con Soul las cosas mejoren, por mucho que se estrene sólo en el streaming. Al menos su tráiler provocó reacciones más entusiastas.

(De las semejanzas entre esta película y Full Metal Alchemist, no diré nada. No soy fan del animé, y con FMA no pasé del capítulo 4).

***

OWNWARD

Director: Dan Scanlon

Animación

2020

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el estado contra siete

Hay películas que parece que estuvieran inspirados en uno, cierto. O en el país en que vives y en la historia reciente de éste. Y es que por mucho que su historia transcurra en los Estados Unidos de principios de los ’70, en pleno apogeo de la guerra de Vietnam, El Juicio de los 7 de Chicago es un filme que bien podría situarse en el Chile posterior al 18O, ese donde alguien, un año después, todavía hay un tipo insistiendo en que estamos en guerra con un enemigo que sólo está en su imaginación.

Segunda película como director de Aaron Sorkin (cuyo trabajo como guionista nos ha dado cosas maestrísimas como Cuestión de Honor, La Red Social, que repasábamos hace poco, o series como The West Wing o Newsroom), esta es la dramatización del proceso judicial que afectó a siete activistas contra la intervención estadounidense en el citado conflicto, luego de que una masiva marcha por la causa, termina en violentas protestas y enfrentamientos con la policía.

Con todo en contra, partiendo por las rencillas internas entre los mismos acusados, dos abogados por los derechos civiles (Mark Rylande y Eddie Redmayne) tendrán que apelar hasta el último recurso para evitar que sus defendidos terminen en prisión, en un proceso marcado por las irregularidades.

Sorkin se nota muy cómodo al estar dirigiendo una obra de su propia cosecha. Sabe lo que quiere contar, cómo lo quiere contar y en qué quiere enfatizar. Así, tenemos una película de tribunales que no se queda sólo en el proceso judicial mismo, sino que agrega elementos –principalmente a través del flashback- que nos ayudan a entender su contexto histórico, el cómo fue que llegamos al procedimiento judicial que constituye el motivo principal de la cinta, y los motivos de cada uno de los involucrados –acusados, perseguidores, defensores- para llegar ahí. Todo lo cual queda expuesto de una manera ágil, muy dinámica, y lo suficientemente entretenida como para que incluso cualquier espectador poco dado a estas temáticas, quede pegado hasta el final.

Es que Sorkin tiene la gracia de imprimir dinamismo en la narración y, sobre todo, en los diálogos. Algo que se critica mucho en algunas películas es que sus personajes hablan demasiado y sobreexplican las cosas. Puede que los parlamentos de Sorkin sean largos, pero por un lado, dicen lo que tienen que decir para que la historia fluya y se entienda, sin necesidad de caer en redundancias, y por otro, en caso alguno toman al espectador por tonto, no se burlan de su inteligencia, otro vicio en que se suele caer.

En momento alguno, el relato pierde atractivo, lo cual no sólo es mérito de Sorkin, sino también del excelente casting armado para este filme. Todos los actores principales de la película entienden el papel que Sorkin les asigna en esta historia, y lo que espera de ellos, entendiendo que el director les ha dado la suficiente confianza para dar vida a su cuento, y responden a esa confianza con creces (primera vez que no quiero asesinar a Sacha Baron-Cohen, de hecho).

Entendemos las motivaciones de los imputados. Entendemos por qué sus defensores apuestan por ellos. Entendemos incluso por qué sus acusadores se van en contra de ellos. Entendemos incluso el rol del juez, como representante de un estado que, más allá de la justicia, quiere hacer de estos “7 de Chicago” un ejemplo de lo que significa irse en contra de la idea de orden público que el país quiere imponer.

Tan bien lo cuenta Sorkin, tan bien lo ejecuta como director, y lo materializan sus intérpretes, que el relato se siente cercano, y buscar las semejanzas con nuestras propias situaciones se vuelve inevitable.

Si, este año pese a todo hemos tenido películas buenas, interesantes, atractivas y originales, pero nos faltaba esa cinta que subiera el estándar hasta las nubes. Hasta hoy. Y que bueno que sea con ésta.

****1/2

THE TRIAL OF THE CHICAGO 7

Director: Aaron Sorkin

Intérpretes: Eddie Redmayne; Mark Rylance; Sacha Baron Cohen; Jeremy Strong; Joseph Gordon Leavitt; John Carrol Lynch; Michael Keaton; Yahya Abdul Mateen II; Alice Kremelberg; Caitlin Fitzgerald

Drama Judicial/Política.

2020

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a la comunidad estudiantil…

como vengo diciendo desde abril, si de algo ha servido este año, ha sido para ver todo eso que, por una u otra razón, no viste antes. Si no es ahora, muy probablemente sería nunca. Y tras una encuestilla que hice en RRSS, aprovechando que está, desde abril, en Netflix, me senté a ver Community. Y es verdad, a veces hay que escuchar la voz del pueblo, de repente le achuntan.

Porque si bien esta sitcom arrancó en 2009 y terminó ya hace rato -2015- no la había pescado mucho. Tenía otras cosas que hacer (How I Met Your Mother, The Big Bang Theory), y como además se trata de una serie ya concluida, la ansiedad por el próximo capítulo o temporada desapareció, pudiendo verla relajadamente, sin apuro ni estrés.

Y siendo una época en que para dramas ya hay bastantes en la vida real…

Como sea, el punto es ¡¡cómo me he reído!!

Esta serie, creada por Dan Harmon (co creador de Rick &Morty) y que tuvo como showrunners a Joe y Anthony Russo (sí, los mismos que asumirían la dirección de varias películas fundamentales del MCU) relata las aventuras de los estudiantes de la universidad comunitaria de Greendale, Colorado, y se centra en Jeff Winger (Joel McHale) un canchero y fanfarrón ex abogado que debe volver a cursar el colegio cuando su título profesional es revocado por no haber cumplido los cursos correspondientes.

Tratando de conquistar a una seria y comprometida estudiante, Britta Perry (Gillian Jacobs), la convence de formar un grupo de estudios. Lo que Jeff no esperaba, es que además de ella, llegaría una poco ortodoxa galería de personajes:

Shirley Bennett (Yvette Nicole Brown), una dueña de casa y madre recién divorciada, en busca de independencia; Annie Edison (Allison Brie), una estudiante responsable y aplicada, recién rehabilitada de su adicción al Aderall; Abed Nadir (Danny Pudi), un estudiante de cine nerd y levemente autista; Troy Barnes (Donald Glover), ex estrella del fútbol escolar y Pierce Hawthorne (Chevy Chase), un empresario racista, misógino y todas las incorrecciones políticas que quieras, viviendo una interminable segunda adolescencia.

Y claro, sin contar con la notable galería de personajes secundarios, como Ben Chang (Ken Jeong) un asiático medio loco, que cambia de ocupación en cada temporada, el excéntrico Decano Pelton (Jim Rash) y demás docentes y compañeros de estudio.

Lo que diferencia a Community de otras comedias como las antes citadas, es que mientras How I Met…, Big Bang o Modern Family se instalan en un escenario realista en el que de vez en cuando suceden cosas extraordinarias, en Community la línea que divide lo real de lo irreal, lo lógico de lo absurdo, es tan difusa que las situaciones insólitas son pan de cada día, tanto que nadie parece reparar en lo anormales que son, son parte del paisaje, y nadie se cuestiona lo que pasa.

Community tiene mucho del humor que hacía Mel Brooks, por ejemplo, o de los Zucker/Abrahams/Zucker (Donde Está El Piloto?), abundante en situaciones fuera de toda lógica. Este desapego a las leyes físicas, naturales y de lógica elemental, hizo posible que Community expandiera las potencialidades de su humor, marcando diferencias con otras comedias, y convirtiéndola en una producción única en su especie.

Antes de cerrar, dejo las diez ideas/conceptos/personajes/situaciones/capítulos que no olvidaré de Community:

-Prácticamente todo lo que tenga que ver con Annie. Simplemente adorable (¿puede hablarse de waifus con personajes de series que ya terminaron hace rato? Si es así, entonces Annie lo es)

❤ ❤ ❤ ❤ ❤

-El capítulo de las alitas de pollo (alguien vio muchas veces Buenos Muchachos).

-Las guerras de paintball al principio y al final de la segunda temporada.

-El apocalipsis zombie de Halloween en Greendale, tras consumir unas provisiones en mal estado.

-La inauguración del departamento de Troy y Abed, los juegos de dados y las líneas de tiempo que surgen a partir de éste…especialmente la línea de tiempo oscura.

-La noche de los cuentos de terror. En general todos los capítulos de Halloween eran geniales, pero éste y el apocalipsis zombie

-La elección de presidente del centro de alumnos, y la pelea que surge entre Jeff y Annie.

-El capítulo que emula La Ley Y El Orden.

-Los capítulos animados (hay un capítulo navideño en stop-motion, uno protagonizado por títeres, otro imitando un videojuego en 8 bits, y uno al estilo G.I.Joe..los dejo todos juntos, el concepto básico es el mismo).

-La expulsión de los siete de Greendale, la dictadura del Sr. Chang y el plan de los protagonistas para regresar y  poner las cosas en orden.

Sólo me da un poco de lata que la última temporada se haya desordenado tanto, porque las cinco anteriores fueron realmente buenas. Pero en fin, se notaba el desgaste de la serie. La salida tanto de Dan Harmon como de los Russo, ya trabajando de lleno en Marvel, así como la salida de algunos personajes (en lo que no ahondaremos) y unos cambios de elenco que no cuajaron, incidieron en ese bajón, y apuraron su final.

Igual no es tan malo. Mejor parar a tiempo y mantener la dignidad que seguir estirando el chicle y manteniendo la serie en piloto automático sólo porque hay que seguir produciendo ganancias (Sí, Matt Groening, sabes que cuando digo esto me refiero a ti y a tu ciudad amarilla). Además, como justificar que los protagonistas se queden ad eternum en una casa de estudios, por mucho que sea Greendale.

Igual valió la pena la experiencia. Me divertí mucho con casi toda la serie, e hizo grandes aportes a la cultura popular (o sea..Alison Brie!!). Por algo fue tan bien recibida la reunión del elenco principal por videoconferencia hace unos meses. Pero, como dije, cumplió su ciclo, y mejor que haya terminado en el momento justo, y de una sola vez..

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chilean slasher

Corre el año 2000, y empezaba una buena época para el cine nacional. Empezaba a filmarse más, a estrenarse más, y a llevar más gente a las salas. Esto hizo que comenzara a tomarse más en serio el cine nacional, y estábamos ante una industria que daba sus primeros pasos.

Cierto, había muchas películas que se estrenaban sin pena ni gloria, había cosas como Historias de Fútbol, El Desquite o El Chacotero Sentimental, que empezaban a acarrear público en masa a las salas.

En este contexto, el estreno de Angel Negro no fue un evento menor. Primera película chilena de terror en estrenarse comercialmente en salas (vale, estuvo también Chilean Gothic, pero nunca supe de que se estrenara fuera de algunos nichos específicos*), servía para darse cuenta de que podía hacerse un cine que se saliera de las que, ya en esa época, eran las temáticas habituales del cine local, esto es, política y derivados, por un lado, dramas existenciales por otro, sazonado con comedias basadas en la picardía del chileno, poco más allá.

Producida y promocionada bajo el modelo de superproducciones estadounidenses, toda vez que en una época pre redes sociales, tuvimos noticia de este filme con al menos un año de su estreno, con reportajes en medios como Zona de Contacto o en los escasos intentos por hacer televisión sobre cultura freak, antes de que se infestara de youtubers tóxicos –Maldita Sea, Bakania- Angel Negro empezó a generar hype. Recuerdo particularmente el evento Fixion 2000, en la Estación Mapocho, en la que su director, Jorge Olguín, y parte del elenco, hacían una suerte de lanzamiento del tráiler.

Súmese a eso su adaptación en cómic, y hasta su lanzamiento en dvd, de las primeras películas chilenas que salieron en este formato. Todo siguió el modelo de cine mainstream estadounidense.

Todo esto sirvió para tantear el terreno y saber que había un público dispuesto a ver terror hecho en Chile, al estilo de lo que se estaba haciendo a nivel industrial, dentro del subgénero del slasher, que gracias a películas como Scream o Sé Lo Que Hicieron El Verano Pasado, vivía un segundo aire.

Todo comienza cuando Gabriel (Alvaro Morales), forense del Servicio Médico Legal, recibe un cuerpo para realizar la autopsia de rigor. Cuando reconoce el cadáver, el de un compañero de colegio, Rafael (Alvaro Espinoza), se espanta, ya que se le viene a la mente una tragedia ocurrida en su fiesta de graduación, y que involucra a sus compañeros más cercanos.

Con el correr de los días, varios de los involucrados en este incidente recibirán la visita de un siniestro personaje, sediento de sangre y venganza. Y poco a poco, Gabriel se verá cada vez más atrapado en una red de la cual nadie puede salir vivo…

Para ser primera vez que se incursionaba en el género del terror, jugando bajo las reglas y de acuerdo a lo que, se podría decir, es el manual de cómo hacer cine slasher, la experiencia fue bastante positiva. Cumple con los requisitos de la especialidad (evento traumático, asesino en busca de venganza, víctimas perseguidas por los vicios del pasado, etc) y Jorge Olguín supo sacar adelante el reto de transplantar un tipo de cine tan gringo al medio nacional, saliendo bien parado del entuerto.

Es cierto, la película tiene algunas cuantas fallas propias de la inexperiencia de su director (formado en la publicidad, como casi todos los cineastas chilenos de entonces) como de una industria tan poco dada a abrirse a otras especialidades: algunos problemas de guión, algunas falencias en las actuaciones, pero sumando y restando, el saldo es positivo.

Si pensamos que, para entonces, las referencias más próximas que había dentro del género fantástico en el cine chileno era la frustrante La Rubia de Kennedy, o En Tu Casa A Las Ocho o Tuve Un Sueño Contigo dentro del thrillers claro que el salto cualitativo era gigantesco.

Entre el guión escrito por el propio Olguín, la fotografía de Arnaldo Rodríguez y la música de Juan Francisco Cueto, está lo más destacado de un filme que daba esperanzas de que había espacio e interés por contar otro tipo de historias dentro de nuestro cine, y sobre todo, por conocerlas.

Cierto que después de Sangre Eterna (2002), la carrera de Jorge Olguín perdió la brújula (con todo respeto, Solos y Caleuche fueron experiencias lamentables), pero nos dejó una película que ayudó a abrir las puertas de las salas a mucho de lo que vendría más tarde.

Como he dicho antes, para ser industria tienes que tener espacio para que todo el que quiera filmar y estrenar, incluso eso que no te gusta, pueda hacerlo. Y Angel Negro fue un gran paso en ese sentido.

***

ANGEL NEGRO

Director: Jorge Olguin

Intérpretes: Blanca Lewin; Alvaro Morales; Juan Pablo Bastidas; Andrea Freund; Patricia Pardo; Alvaro Espinoza; Fernando Gallardo; Arturo Ruiz-Tagle.

Terror

2000

*igual raro que haya tan poco cine de terror en Chile, sabiendo la tradición que tenemos en materia de relatos fantásticos, mitología, posesiones diabólicas. Por algo hubo un Dr. Mortis. Por algo Carlos Pinto pasó años haciendo El Día Menos Pensado.

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luz al final del tunel

Y terminó BoJack Horseman.

Es decir, si sé que la temporada final (anticipada, gracias a la fea costumbre de Netflix de cancelar series sin preguntarle a nadie) se estrenó en enero, y recién casi diez meses después, pero vivo en un país que pasó de una crisis política a una crisis sanitaria derivada de una pandemia pésimamente manejada (por los mismos personajes, ojo). Así, por un tema de salud mental, no era el mejor momento para ver la temporada final de la historia de un actor decadente tan narcisista como autodestructivo.

Pero había que verla alguna vez. Y lo hice. Y me quedé conforme.

Lo que sigue contiene SPOILERS. Si, han pasado diez meses, pero todavía hay gente que reclama por Sexto Sentido, que fue hace 20 años…

Ya nos parecía raro el final de la primera parte de esta temporada final: un BoJack sobrio, reconciliado con su vida, reencantado con su nueva vocación…lo que nunca fue. Bastó con poco para que sus fantasmas volvieran a su vida, mandando todo lo que estaba haciendo al carajo.

Eso, mientras la gente de su entorno avanzaba y superaba etapas: Todd hace las paces con su familia y se convierte en un adulto relativamente responsable; Princess Carolyn consigue realizarse como madre, esposa y empresaria, equilibrando las tres cosas; Diane aprende a aceptar su destino y usarlo a su favor, así como a quererse más a sí misma. Y si bien Mr. Peanutbutter sigue siendo un imbécil, aprende que sus decisiones impulsivas tienen consecuencias, y que la vida se compone de matices, no tiene que estar siempre alegre.

Durante eso, BoJack no es capaz de escapar de sus pesadillas, y toca fondo.

En mala.

Nivel tragedia.

Perdiendo incluso su único soporte emocional.

Por suerte, esta no es una serie común, en la que el protagonista muere miserablemente, y que sea Dios quien se apiade de su alma.  No, esta serie y sus creadores son más que inteligentes, de manera de no dar un final tan obvio como ese.

BoJack se salva, milagrosamente, pero no gratis. Pierde su trabajo, su patrimonio, su prestigio. Su libertad.

Pero no su capacidad para entender lo importante: que se salvó. Que tiene otra oportunidad. Quizás la última. Y sabe que no se la puede farrear. No quiere hacerlo.

Sus últimas conversaciones con su entorno más próximo, las primeras –y las últimas- que sostiene con ellos en mucho tiempo, le dejan claro que han podido salir adelante con sus vidas, indicador suficiente que también tiene la posibilidad de ser un individuo mejor, estando en un muy buen punto donde empezar.

Así llega a su fin una de las mejores series animadas de lo que va del siglo, que subió con mucho los estándares de la animación para adultos, demostrando que esta es mucho más que decir palabrotas y bromas sobre genitales. Lo paradojal, es que para ser una serie oscura en su desarrollo, argumento y tratamiento, tuvo una conclusión tan reparadora y esperanzadora.

Como diciendo que sí, que hay una luz al final del túnel, y no es esa que el lugar común dice.

Sino una luz que ilumina y guía de verdad por un camino mejor.

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EDDIE VAN HALEN 1955-2020

Cáncer a la garganta, enfermedad con la que llevaba batallando duro los últimos años, se llevó ayer a uno de los grandes guitarristas de la historia del rock.

Holandés de nacimiento, Edward Van Halen entró a la historia del rock cuando a mediados de los ’70, junto a su hermano Alex (batería), Michael Anthony (bajo) y David Lee Roth, luego Sammy Haggar y Garry Cherone (voz) dio vida a Van Halen, una de las bandas fundacionales de la primera etapa del heavy metal, con la que se mantuvo tocando ininterrumpidamente hasta 1999.

La banda suspendió sus funciones durante gran parte de los 2000, y casi a fines de década, con el impacto causado por el juego Guitar Hero: Van Halen, retomó la actividad, con intermitencias, hasta hace no mucho. Mientras, Edward intercalaba proyectos solistas, colaboraciones con otros artistas. No olvidemos, por ejemplo, su colaboración con Michael Jackson en el tema Beat It, y sus registros junto a Brian May (Queen).

De estilo único e irrepetible, Edward Van Halen falleció ayer, a los 65 años, según comunicó su hijo, Wolfgang, también músico ocasional de Van Halen, y desde entonces no han cesado las muestras de cariño y aprecio de muchos de sus colegas y fans.

QEPD

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