Ha pasado una nueva noche de Halloween, y todos en el pueblo de Halloweentown brindan una nueva y exitosa celebración, saludando a su rey, Jack Skellington, amo, señor y líder natural de la comunidad.
Pero Jack está cansado. Está deprimido y agotado de tanta oscuridad y monstruosidad. Por eso, una vez concluida la celebración, escapa fuera de su pueblo, acompañado sólo de su perro fantasma Zero y, de casualidad, va a parar al reino vecino de Ciudad Navidad, cuyo colorido, vitalidad y energía impresionan a Jack.
Descolocado ante tanta alegría, Jack vuelve a su ciudad y convence a sus súbditos de crear su propia versión de Navidad, a lo que todos acceden…menos Sally, la muñeca de trapo viviente que, enamorada en secreto de Jack, tiene una visión de que el plan de Jack puede terminar en desastre…
Me declaro culpable. Un año después, me vengo a dar cuenta de que Tim Burton’s The Nightmare Before Christmas (El Extraño Mundo de Jack) cumplió 20 años hace uno y un mes. En mi defensa, puedo decir que este filme se estrenó con el mismo lapso de atraso en Chile, así que si nos ponemos rigurosos, no estoy tan atrasado.
En fin. Me sentía en deuda con esta película, porque aunque la pasan por el cable con cierta frecuencia, sobre todo en Halloween y Navidad (este filme cuadra con ambas festividades, lo que se agradece) no es lo mismo verla en ese formando de pacotilla, con comerciales, créditos y banditas publicitarias que en blu-ray, formato en que finalmente la vi, y que le hace total justicia a la obra.
Lo cierto es que este extraño mundo fue un objeto de culto incluso antes de estrenarse. Es cierto, en 1994 no existía internet, no al menos como la conocemos y no se usaba como la usamos actualmente, pero de alguna manera, principalmente gracias al cable que nos bombardeaba diariamente con información, teníamos noticia de este filme concebido y producido por Tim Burton. Entonces, Burton era reconocido como un tremendo cineasta (con los dos primeros Batman, Beetlejuice y la inmortal Edward Scissorhands en el cuerpo), mucho antes de los guatazos que sufrió la década siguiente. Por lo mismo, lo que hiciera era fenómeno de taquilla, lo que motivó a Disney para darle manga ancha para la realización de este filme de stop-motion (que algunos años antes había rechazado) y a medios como MTV, cuando era un canal decente, para hacer crecer el hype lo más posible.
La idea de Burton era homenajear esas clásicas películas navideñas que todos vimos cuando chicos (aquí en Chile, incluso, cuando la televisión abierta tenía algo de respeto por el público, infaltables de Navidad eran los cuentos animados en stop-motion producidos por Rankin-Bass) pero a su vez hacer realidad una idea que le venía dando vueltas en la cabeza desde entonces: que pasaría si sus dos festividades favoritas, Halloween y Navidad se mezclaran.
Como tributo, funciona. Como cuento nuevo, funciona. Como buena idea, funciona. Como objeto de culto, funcionó: pese a todo, A Nightmare Before Christmas en su momento, no anduvo bien en taquilla, pero eso no impidió que extraoficialmente se comentara mucho a su respecto, lo que se concretó con la alta demanda de su edición en vhs y otros formatos caseros posteriores.
No es de extrañar entonces el culto generado por este título. O al menos así era hasta que los emos y pokemones prostituyeron el buen nombre y la buena imagen de Jack reproduciendo su cara hasta en el papel confort que ocupan en el baño.
Pero bueno, antes que todo eso pasara, Jack Skellington era el protagonista de una muy lograda película animada que ha sabido sobrevivir al paso del tiempo y al mal uso de su imagen. A Nightmare…cosechó fundamentalmente críticas positivas. La eficiente animación, más una narración ágil que no deja cabos sueltos y para cerrar una historia redondita y bien afanada, de modo de entender que pasa cuando ciertos equilibrios se rompen y todo empieza a andar al revés.
Y hablando de equilibrio, las canciones y música de la película, notablemente compuesta por Danny Elfman, entonces colaborador habitual de Burton, resultan funcionales a la narración y se complementan perfectamente.
Todo para dejarnos un lindo “cuidado con lo que deseas” como moraleja.
¿Qué quiere decir esto? Que hay que aceptar las cosas como vienen? Agachar el moño y quedarse con lo que hay? No exactamente tampoco.
Jack es un buen tipo, partamos por ahí. Pero un buen tipo deprimido, confundido y dominado por la ansiedad puede no tomar buenas decisiones.
(Si, quiere robarse la Navidad, pero no para destruirla, para eso está el Grinch, sino que para “mejorarla” a su manera, claro).
Como por ejemplo, menospreciar aquello en lo que se es muy bueno. Desear desesperadamente algo que funciona bien en otros y querer hacerlo a su manera. Y confundido como está, toma las medidas equivocadas (robarse la Navidad, secuestrar a Santa Claus y adaptar una festividad a su elemento). Todo lo cual lleva a un desastre, a través de su fracaso personal (su reparto de regalos es un desastre y hasta la Fuerza Aérea sale en su cacería), a comprometer a otros y abrir una muy ancha puerta desde la cual ser atacado por sus enemigos (Mr. Oogie Boogie, quien ve aquí la posibilidad de usurpar el trono de Halloween). Como sabemos, finalmente Jack se arrepiente de sus acciones (los tipos buenos merecen otra oportunidad), evita una catástrofe mayor, pero antes que nada, asume su rol en el mundo y que, en definitiva, eso es lo que mejor hace.
Lo que nos deja una gran conclusión: la vida nos depara varios caminos. Puedes luchar contra tu destino, asumirlo y agachar la cabeza, o asumirlo con dignidad y orgullo.
Juegas con las cartas que te dan. Con los talentos que tienes. Pero de ti depende si los explotas y les sacas el jugo o simplemente te los guardas y te lloras todo como vieja en velorio, sin avanzar un milímetro. Jack opta por lo primero.
Por aceptar lo que se es. Y que nadie es mejor en eso que uno mismo.
Para que gastar energías intentando parecerte a otro, cuando las aprovecharías mejor superándote a ti mismo.
El mérito de esta película no sólo pertenece a Burton, si bien el fue responsable de 2/3 de su gestación (guión y producción). El tercio restante corresponde a Henry Selick, el director del filme que no por opacado por una cuestión de marketing merece ser ignorado. Difícilmente el cuento que Burton tenía en la cabeza hubiese llegado a buen puerto, sin el orden, el equilibrio y el buen ojo de Selick a la hora de armar y rodar. Eso queda demostrado cuando comparamos a Jack con otros proyectos animados de Burton (El Cadáver de la Novia, Frankenweennie) que no están para nada mal, pero no al nivel de clásico/de culto/imprescindible que el rey calabaza ostenta.
Ha sido el rey por 21 años, multiplicados por dos (por el Halloween y por la Navidad de cada año). Un cuento que vale por dos ocasiones para ser contado y, por qué no reconocerlo, un imprescindible en cualquier época del año.
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TIM BURTON’S THE NIGHTMARE BEFORE CHRISTMAS
Director: Henry Selick
Voces: Danny Elfman; Catherine O’Hara; Chris Sarandon; William Hickley; Paul Reubens
Fantasía
1993
fretamalt@hotmail.com @panchocinepata