detrás de la moda

Estamos en el Londres de mediados de los ’50. La industria de la moda está creciendo rápidamente y tiene su más reconocido exponente en Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis), quien con la ayuda de su hermana Cyril (Leslie Manville) administra la principal casa de modas de la ciudad.

Obsesivo, perfeccionista y detallista, Reynolds vive prácticamente para su trabajo, sin dar cabida a otro tipo de actividades o relaciones.

Cuando conoce a una mesera llamada Alma (Vicky Krieps), Reynolds comienza a experimentar emociones que creía olvidadas, al punto que la invita a vivir con él, convirtiéndose en algo más que una simple musa.  Sin embargo, mientras su relación se va desarrollando, las obsesiones y fantasmas que rondan cerca de él, abrumarán al diseñador y alterarán severamente su estilo de vida…

Lo logré. Con El Hilo Fantasma lo logré: por primera vez llego con todas las películas nominadas al Oscar a la mejor del año, vistas. Nunca lo había hecho, ni siquiera cuando eran sólo cinco nominadas. Y la verdad sea dicha, todas tienen, cual más cual menos, méritos para quedar al menos, en esta nómina.

Entrando en materia, debo decir que no fue una tarea fácil. En razón de la transparencia, y sé que ya lo he dicho antes, no soy precisamente fan de Paul Thomas Anderson. Reconozco que es un gran director, sólo que no es de mi gusto particular. Pero bueno, uno debe ser profesional y objetivo en este tipo de circunstancias.

De la simple lectura de la sinopsis, algún incauto podría pensar que estamos ante una versión de época y con protagonista masculino de El Diablo Viste A La Moda. Nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto la historia transcurre en el entorno del negocio de la moda, esta es apenas una excusa para narrar un relato de personajes dañados.

Reynolds Woodcock es un personaje dañado. Si, es cierto, lo vemos como un profesional meticuloso, perfeccionista, acucioso hasta lo desesperante. Un tipo que se molesta profundamente cuando alguien le pone mantequilla a una tostada mientras desayuna. Un hombre de rostro y postura impenetrable e imbatible.

Pero mientras transcurre el relato, vamos descubriendo que esto no es más que un antifaz, una careta de hombre duro e impertérrito detrás de la cual se esconde un individuo frágil, aún incapaz de superar ciertas tragedias del pasado. Un fantasma que ronda en torno suyo, del que no ha sabido (¿no ha querido?) zafar, que condiciona cada uno de sus actos, movimientos, decisiones.

Frente a este personaje, aparece la figura de Alma, suerte de musa inspiradora, de quien sabemos poco, que aparece en la vida de Reynolds, encuentro que desde la primera vista no la deja indiferente, pero de alguna manera conseguirá llegar al verdadero ser del diseñador, encontrar la que puede decirse la zona de confort  de Woodcock, donde finalmente encontrará retribución a lo que siente por éste.

Anderson es un capo a la hora de llevar a la pantalla historias de personajes fracturados como éste. Basta con pensar en cintas como Magnolia, en Punch-Drunk Love, Petróleo Sangriento o The Master, todas historias protagonizadas por individuos todos en alguna medida emocionalmente dañados, procurando ocultar detrás de distintos artilugios este vacío.

Y lo narra con un relato ameno, fácilmente comprensible y de buen ritmo, capaz de mantener su atractivo e interés a lo largo de los 130 minutos que dura, enmarcada en un escenario logrado en lo estético, sostenido en las excelentes actuaciones de Daniel Day-Lewis (el rival más sólido que tiene Gary Oldman en la actual temporada de premios) y una sorprendente Leslie Manville, nominada a mejor actriz de reparto, encarnando a un personaje de pocas palabras, pero que no las necesita para expresar lo que tiene que decir. Mención honorífica además para Vicky Krieps, encarnando a Alma, ese personaje que termina descubriendo las verdades del, era que no, alma del protagonista.

Y con la sorprendente banda sonora a cargo del guitarrista de Radiohead, Johnny Greenwood, también nominada en su especialidad.

Así, no hace falta ser o no fan de un director determinado cuando se tiene la objetividad suficiente para reconocer y celebrar un trabajo bien hecho. Tal vez no sea fan de Anderson, pero el pecado de no considerarlo el gran director que es, es uno que yo no pienso cometer.

***1/2

PHANTOM THREAD

Director: Paul Thomas Anderson

Intérpretes: Daniel Day-Lewis; Leslie Manville; Vicky Krieps

Drama

2017

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata

la fábula de dos seres solitarios

Corre el año 1962, y Eliza (Sally Hawkins) es una solitaria joven de Baltimore. Muda prácticamente de nacimiento, siendo un bebé fue encontrada en un pantano, con severas heridas en su garganta, aparentemente causa de su silenciosa existencia.

Eliza trabaja de aseadora en un laboratorio militar de su ciudad, el cual se convulsiona cuando el coronel Richard Strickland (Michael Shannon) se instala en la base con un extraño cargamento. Accidentalmente, mientras limpia el depósito, Eliza descubre en su interior una criatura humanoide de características anfibias (Doug Jones), atrapado por el equipo de Strickland como parte de una serie de investigaciones científicas.

Sorprendentemente, y a escondidas de todos, salvo de su compañera y amiga Zelda (Octavia Spencer), Eliza traba amistad con la criatura, lazo que con los días se va haciendo cada vez más profundo y cercano, que será puesto a prueba cuando Strickland reciba órdenes de matar a la criatura para avanzar con los experimentos planeados…

Me tiene entusiasmado el Oscar este año. En mayor o menor medida todo lo que he visto hasta ahora (ocho de nueve nominadas a Mejor Película) tienen posibilidades de ganar la estatuilla, y ganen o no la nominación de las ya vistas está totalmente justificada. Además, de no mediar algún contratiempo grave, sería la primera vez que llego a esta instancia con todas las nominadas vistas.

Vine a quedar al día, al fin, con La Forma Del Agua, la celebradísima última película de Guillermo Del Toro, una de las grandes favoritas este año, con 13 nominaciones al Oscar, incluyendo Mejor Película, Director, Actriz, Actriz Secundaria, Guión Original, Música, y otras categorías técnicas, y al menos hasta principios de este año era la gran favorita, corriendo casi sola en esta carrera (claro que en ese momento otros títulos como Three Billboars Outside Ebbing, Missouri, aún no explotaban como lo hicieron).

Y si bien no hay un claro favorito para la categoría principal, las opciones de esta historia, basada en un relato del propio Del Toro, tiene antecedentes de sobra para adjudicarse el premio mayor, y algunos cuantos más.

La Forma del Agua es una película que podemos hablar desde varios frentes. Por un lado, tenemos el relato de aventuras. Es lógico, si pensamos el entorno en que transcurre: primeros años de la Guerra Fría, la carrera espacial/armamentista entre la U.R.S.S. y E.E.U.U. donde los americanos están desesperados viendo como la Unión les está sacando mucha ventaja, y el descubrimiento de esta criatura puede proporcionarles los datos que necesitan para alcanzar a sus rivales.

Por otro lado, estamos ante un relato fantástico, casi de hadas. Sí, porque los cuentos de hadas no necesariamente son protagonizados por princesas esperando un príncipe en la aislada torre de un castillo. La Forma… tiene esa estructura, pero con algunos sutiles cambios. En vez de princesa tenemos una heroína. Cambiamos al príncipe por una criatura fantástica, de habilidades extraordinarias y un villano que pretende aprovecharse de esas habilidades extraordinarias. Y la heroína que aparece para salvar esa criatura, siendo recompensada por eso. Y ahí lo tienen.

En tercer lugar, estamos ante una historia romántica, por inusual que parezca, entre Eliza y la criatura, dos protagonistas más parecidos de lo que uno podría creer. Ambos son seres heridos, abandonados. Ella, muda, huérfana, sola. El, un ser arrebatado de otro mundo. Ambos con la sensación de encontrarse en un mundo que no les pertenece, pero con el don de detectar quien es de fiar y quien no. Eliza es de pocos amigos, entre ellos Zelda, una mujer fuerte y leal, y Giles (un sólido Richard Jenkins), el dibujante y pintor con quien comparte el piso. La criatura, de entre toda la gente a quien ha aprendido a temer, encuentra en Eliza alguien en quien sentirse acogido. Y dar acogida.

Eso es lo que forma el inquebrantable y potente lazo que se forma entre los dos.

Mucho de la filmografía de Del Toro tiene de este ingrediente. Con las diferencias obvias, el Laberinto del Fauno (2006) tiene mucho parentesco con su más reciente trabajo.

Cualquiera de los tres que sea el enfoque que se quiera dar a La Forma del Agua, es igualmente acertado, y cabe arribar a la misma conclusión: que el trabajo del director mexicano es sublime y sobrecogedor.

La magia, la química, o como prefieran llamarle que surge entre Eliza (una sólida Sally Hawkins) y la criatura (encarnada por el habitual en la filmografía del azteca Doug Jones) no sólo convence sino que además traspasa la pantalla.

La existencia de la chica, que ha sabido enfrentar los obstáculos que le ha dado la vida (la orfandad, su mudez, la soledad, no contar con muchos recursos ni mayores estudios y su escaso atractivo), que ha sabido ser optimista y que disfruta con poco en la vida, como ver viejas películas por la tarde, en compañía de Giles, o escuchar las anécdotas de Zelda, simboliza un despertar para la criatura, acostumbrada a ocultarse, a luchar por su vida, a temer de los demás, recuperando la fe en los demás seres vivientes y a experimentar emociones por otros que sentía perdidas.

Esa amistad crecerá al punto de dar a ambos la sabiduría y el valor para aunar fuerzas de quienes los rodean más de cerca, y enfrentar al villano que busca a este ser para su propio interés pues, como sabemos, los verdaderos monstruos a veces están entre nosotros.

Y así es como Guillermo Del Toro el más inspirado de sus trabajos, donde el tremendo espectáculo visual, aderezado con la muy buena banda sonora a cargo de Alexander Desplat –uno de los grandes compositores para cine de la actualidad- están al servicio de una historia que devuelve la fe en los sentimientos de las personas, y en el cine como canal de expresión…y por qué no decirlo, de generador de los mismos sentimientos.

Quizás no tenga asegurado el Oscar como Mejor Película (el vuelo logrado por Three Billboards.. las últimas semanas está condicionando esa opción), pero Del Toro, lo doy firmado, se adjudicará el premio a Mejor Director, antecedido por los reconocimientos acumulados las últimas semanas. Y es que cuando un tipo te hace sentir lo que he expuesto en el párrafo anterior, no reconocerlo es de tontos.

****

THE SHAPE OF THE WATER

Director: Guillermo Del Toro

Intérpretes: Sally Hawkins; Michael Shannon; Richard Jenkins; Octavia Spencer; Michael Sthulbarg; Doug Jones; David Hewlett

Fantasía

2017

PD: Es interesante lo que se ha producido este año…cómo se han repetido actores secundarios en varias películas nominadas: Michael Sthulbarg aparece aquí, en The Post y en Call Me By Your Name, protagonizada por Timothee Chalamet quien repite en Lady Bird, donde además se encuentra Lucas Hedges, también protagonista de Three Billboards…¿seis grados de separación en modo On? No sé explicarlo, pero bienvenido sea.

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata

No podemos vivir sin Viña

Podemos decir todo lo que queramos del Festival de Viña. A favor, y especialmente en contra. Lo que se nos ocurra. Y nuestras críticas y reparos serían válidos. Los mismos de todos los años, pero válidos igual. Pero lo vemos igual, completo o por pedazos, en vivo o en directo o en las clásicas retransmisiones, o incluso lo buscamos en Youtube y en ferias libres se venden dvds piratas con los principales shows de cada versión.

Es parte de nuestro ADN, nos guste o no. Y digámoslo sin rodeos, por mucho que un gran porcentaje reniegue de él, por mucho que nos parezca un espectáculo de mal gusto y simplón, nuestro verano no sería lo mismo si la última semana de febrero no lo tuviéramos.

Como decía un programa de televisión algunos años atrás “No podemos vivir sin Viña”.

Cierto que su calidad ha ido en declive con el tiempo. Que después del auge del people meter se ha convertido en un programa de televisión con quince mil espectadores en vez de los 200 que caben en cualquier set de programa nocturno, en vez de un evento musical (hace mucho que Viña no nos deja una canción de la trascendencia de El Tiempo en las Bastillas, Alma, Corazón y Pan o Let’s Me Try Again –que, encima, salió segunda, y que después de que Paul Anka y Frank Sinatra la convirtieran en un hit, el Festival tuvo que usar por años el cono de la vergüenza).

Pero el que no tenga el pecado de verlo, tire la primera piedra. Nadie, hasta el más intelectual (o snob, seamos más claros) se queda sin ver aunque sea el resumen de cada noche en las noticias, por temor a quedarse sin tema de conversación.

Yo no seré quien tire la primera piedra, asumo que veo el Festival. No completo, ciertamente no me interesa ver el fenómeno del reggeton de turno, y si sale algún humorista de la vieja escuela (es decir, de esos que viven del chiste machista, racista y lamebotas del poder fáctico) cambio el canal de inmediato.  Pero sí como para alcanzar a enumerar algunas cosas que me han quedado grabadas. A horas de una nueva versión, repasemoslas:

-Los Prisioneros.

En 1991, después de años de estar vetados de aparecer en cualquier programa de Televisión Nacional, sólo por algunas cositas que decían de la dictadura en sus canciones (¡que sensibles!), finalmente debutaron, en la primera versión del festival durante la transición y con el disco Corazones vendiendo como pan caliente. Sin embargo, el quiebre de la banda era inminente y se notaba. Con todo, Jorge González no perdió oportunidad para poner en vergüenza a la “prensa especializada” que cubre el evento con su habitual artillería de ironía y acidez.

El grupo, con su formación original, volvería a Viña en 2003, y ciertamente es la presentación más importante del trío en la Quinta Vergara. Y si bien en la interna el ambiente era tenso (no pregunten, saben que le voy a echar la culpa a Claudio Narea) en el escenario se vio sólido, afiatado, potente. Y la lengua de Jorge González, afilada como nunca.

Jorge González volvería a subir a la Quinta Vergara, en solitario, menos contestatario –pero igual de agudo- el año 2013, apelando a su repertorio en solitario y al de su ex banda. Su última aparición en este festival, antes del accidente cerebrovascular que sufrió un par de años después.

-31 Minutos.

El último gran proyecto multimedial creado en Chile (nació como programa de televisión, se extendió al cómic, la literatura, las aplicaciones, el cine, la música) había tenido un revival el año anterior en el marco de Lollapalloza, donde concretaban una de las grandes aspiraciones de sus creadores, Aplaplac: presentar el show de 31 Minutos en vivo. Y el éxito fue avasallador. Había que coronarlo de algún modo, y así fue en la versión 2013 del Festival, y fue por lejos la presentación más exitosa de esa edición. Pocas veces he disfrutado tanto un show como para terminar sacándome la polera que llevaba puesta de sudada que estaba.

-Soda Stereo

1986 fue el año del rock latino, cuando un puñado de bandas provenientes de Argentina, principalmente, y Chile, se apoderaron de radios, televisión, disquerías, revistas y de todo lo que pudieron. En circunstancias normales, Viña debió haber sido el escenario que compartirían los principales nombres del movimiento: Soda Stereo y Los Prisioneros. Ya vimos lo que pasaba con Los Prisioneros, así que hubo que conformarse con Soda. Con todo el arsenal de hits que tenían en tres discos (su debut de 1984, Nada Personal de 1985 y el gigantesco Signos, de 1986), Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti se tomaron Viña durante dos noches seguidas, en febrero de 1987. Arrasaron.

-Faith No More

Para traer algunos números, la organización de Viña a veces coordina con otras productoras para aprovechar de traer artistas a otros eventos dentro y fuera de Chile y así repartir los costos. Por entonces se desarrollaba la segunda versión de Rock In Rio, en el verano de 1991, y la organización había acordado la presencia de Level 42, que también pasaban por Río, sin embargo esta banda canceló ambas presentaciones. Como compensación, la producción del evento en Brasil ofreció a Faith No More, que tenía algunas fechas disponibles después del evento en el país mais grande do mundo. La organización de Viña, sin saberlo, aceptó.

Claro que después no sabían que hacer: parece que nunca les dijeron cual era la especialidad ni el género de la banda encabezada por Mike Patton, ni la personalidad de éste. “Plís No More” titularía la “prensa especializada” al otro día. Musicalmente, una inyección de rock, guitarras y energía como la que Patton y su banda trajeron esa vez, en plena promoción del gran The Real Thing, de 1989, no se ha vuelto a repetir.

(El propio Patton recordaría con mucha gracia lo ocurrido posteriormente…harta gracia le causó ver en primera fila señoras de abrigo y tipos de corbata sentados mirando con la cara desencajada su presentación)

-Duran Duran

Si de repente la organización le achunta. Había empezado la versión 2000 del evento, la primera organizada por Canal 13 tras siete años en Megavisión, y aún no cerraba un número para la noche de cierre. Y sobre la marcha se confirmó a la banda inglesa insignia del movimiento new wave de la década ‘80s, una de las pocas que se las ha arreglado para subsistir hasta hoy presentando material nuevo y no abusar de su repertorio de éxitos clásicos. Tal fue su importancia, que si bien el show no salió al aire completo (DD aparecería recién pasadas la una y media de la mañana y la transmisión terminó poco después de las dos), la presión al canal fue tal (en una época pre redes sociales) que tuvieron que transmitir el show completo a las pocas semanas.

Duran Duran marcaría el inicio de una tendencia en lo que a números anglo se seguiría en Viña del Mar (pero que analizaremos más adelante), y serían los protagonistas de mi historia personal con Viña: ha sido la única vez que he ido a una jornada de este evento.

-Franz Ferdinand

Dije que Viña del Mar a veces le achunta. Lo hizo con The Police en 1982, con Faith No More en 1991, Duran Duran el 2000 y con Franz Ferdinand en 2006, aprovechando que tocaban en Santiago pocos días antes con U2. Su contratación fue una sorpresa, pues no siempre Viña atina con un número anglo en su peak, y FF por entonces aún sacaba lustre de su segundo disco, publicado pocos meses antes.

Y al igual que FNM, los ingleses recordarían su paso por Viña como una de las presentaciones más curiosas de su carrera.

-Los Jaivas.

Raro. Son viñamarinos. Son la banda más importante del rock nacional. Y sin embargo, sólo han participado en tres ocasiones (1982, 2002 y 2011) pero sin embargo, todas y cada una de sus presentaciones han marcado grandes momentos ¿Cómo olvidar su gran performance de 1983, iniciando con Gabriel Parra vestido de diablo de La Tirana? ¿O arrancando con La Poderosa Muerte en 2002?

Aunque no es un ítem prioritario para la organización, el rock chileno ha logrado tener presencia permanente en el festival, sobre todo las últimas dos décadas. Aparte de los citados Jaivas y Prisioneros, Viña ha acogido, entre otros, a La Ley, Los Tres (así como los proyectos paralelos de Alvaro Henríquez), Upa, Lucybell, Chancho En Piedra, Los Bunkers, Nicole, Gepe, Manuel García, Nano Stern, Javiera Mena y Mon Laferte, esta última quien se alzó, con justicia, como el gran show de la versión 2017 del evento.

-Natalia Valdebenito

El humor en Viña no debe faltar. Si bien, como en todo evento, aparece como el momento en que el público baja sus revoluciones y se toma un descanso entre un artista y otro, ha terminado por ser el segmento que más rating da en televisión. Y ha dado varios momentos importantes para la historia del festival, sea por algo bueno (Coco Legrand, Bombo Fica, Stefan Kramer, Dinamita Show) por algo malo (estruendosos fracasos como los de Ricardo Meruane, Sergio Feito, Salomón y TutuTutu o Rudy Rey), o por algo bizarro (el éxito de personajes como Ruperto, que nunca me ha causado gracia, o que Daniel Muñoz haya triunfado en 2000 con el personaje de El Malo, y fracasara al siguiente con El Carmelo).

Los años recientes han estado marcados por el paulatino retiro del humorismo de la vieja escuela y su lugar ha sido ocupado por el stand-up (Jorge Alís, León Murillo, Edo Caroe, Rodrigo Gonzalez,  Pedro Ruminot, Chiqui Aguayo, Fabrizio Copano). Su momento más fuerte tuvo lugar en 2016, cuando la comediante Natalia Valdebenito cerraba su gran temporada con una actuación que marcó uno de los ratings más altos desde que Chilevisión se hizo cargo de la producción del festival, una ovación prolongada que celebró una rutina hilarante y, fiel a su estilo, transmitiendo su postura social, política y de género de manera brutalmente honesta, y sin hacer concesiones para dejar contentos a algunos acomodados.

-El repertorio anglo.

El fuerte de Viña es el repertorio en español, no hay duda. Así ha sido siempre, desde que Julio Iglesias, Camilo Sesto o Sandro se apoderaban del escenario, hasta hoy, con Ricky Martin, Luis Miguel o Daddy Yankee. Se ha llegado a anunciar Viña como “El mayor evento latinoamericano de la canción” pero suele suceder, irónicamente, que más de una vez el promedio del evento ha subido gracias al invitado anglosajón.

Hay veces en que han atinado, como hemos visto. También cuando han fichado el fenómeno pop desechable de turno (A-Teens, Backstreet Boys o Jonas Brothers), pero también han caído feo, como cuando se presentaron REO Speedwagon, Huey Lewis and the News o Richard Marx, bien pasado su momento de gloria. O aquellos casos que sin hacer mal su pega, no lograron dejar un registro relevante, como Air Supply en 1987, Mr.Mister y Modern Talking en 1988, o Cheap Trick en 1990.

Casos de números que no le movieron un pelo a nadie hay miles.

Los últimos años, en todo caso, han logrado dar en el clavo, contratando artistas anglo que tienen un repertorio de sandías caladas, un público cautivo y una calidad superlativa que ciertamente han favorecido el nivel del show. Obviando los casos que ya hemos citado antes en específico, la Quinta Vergara la última década y media ha subido mucho sus bonos con la presencia de Heart, Creedence, Kool & The Gang, Earth Wind and Fire, Inxs, Toto, Kansas, A-Ha, Nelly Furtado, Bryan Adams, Tom Jones, Peter Frampton, Journey, Simply Red, Santana, Sting, Morrissey, Elton John, Rod Stewart, Cat Stevens, Lionel Ritchie, Rick Astley, Olivia Newton-John, Peter Cetera, a los que este año se sumarán Europe y Jamiroquai. Y claro, las grandes orquestas que en algún momento llegaron: Ray Conniff, Don Costa, impensables de ver en el Festival como se le concibe hoy.

Buen o mal evento, y por mucho que haya sido desplazado por los conciertos y demás eventos que se llevan a cabo durante todo el resto del año en el país, Viña sigue siendo parte de nuestros genes. Pueden reclamar ahora todo lo que quieran, y puede que tengan razón, repito…pero si no lo hubiera, como lo echarían de menos…¡a que no!.

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la misión de un rey

Durante milenios, el reino de Wakanda, para el mundo un pequeño país agricultor y minero, ubicado al interior del África, ha sido protegida por el espíritu de la Pantera Negra, cuyo manto protector es traspasado de un rey a otro, tras probar ser digno de portarlo.

Así, T’Challá (Chadwick Boseman), príncipe de Wakanda, asume este doble rol de gobernante y protector tras la muerte de su padre en un atentado, algunos meses atrás.

T’Challá asume en un momento complicado: una importante cantidad de Vibranium, el indestructible metal que sólo se da en su país y que es base para su economía, ha sido robado, lo cual podría traer graves consecuencias sociales y políticas para su reino, e incluso para el mundo…

Black Panther, el nuevo filme inmerso dentro del universo cinematográfico Marvel, primero de este 2018, es, por varias razones un filme necesario.

En primer lugar, porque después de un año cargado más hacia las comedias (siendo buenas películas, Guardianes de la Galaxia 2, Spiderman Homecoming y Thor: Ragnarok estaban muy cargadas al humor), hacía falta un poco de series, o bien un filme en el cual su trama no estuviese supeditada al arsenal de bromas de turno.

El filme de Ryan Coogler (cuyo desempeño ha podido ser conocido previamente en filmes como Fruitvale Station o Creed, el notable reinicio de la saga Rocky, hace un par de años) acierta en ese sentido, pero también cuando se sale de la fórmula superheroica, contando una historia que en tres cuartas partes bebe más del cine de espionaje, que de otras fuentes. Gran parte de Black Panther nos sentimos frente a un James Bond o Jason Bourne antes que a otros superhéroes, y eso introduce un factor novedad, que se agradece.

Para construir el ficticio país de Wakanda, Coogler lo instala en un continente africano realista y respetuoso de su tradición y cultura, lejos del cliché que nos han legado las películas de Tarzán, o los documentales acerca de la vida salvaje, o cientos de chistes de exploradores. Una vista superficial de esta película nos enseña más del África que muchos de aquellos docurrealitys con que nos bombardearon para el mundial de Sudáfrica hace algunos años.

Esto nos lleva a pensar en otro par de razones para considerar a Black Panther un filme para agradecer. En tiempos en que las sociedades han caído en un nacionalismo de caricatura y cercano a la estupidez, una película como ésta, que de manera muy lúdica nos acerca a otras culturas y realidades (con un chiste dedicado claramente a cierto líder político gordo y fanático de levantar paredes), se agradece. Del mismo modo, sólo se puede celebrar el importante contingente femenino que rodea al protagonista: personajes femeninos potentes, carismáticos y autosuficientes, y no mujeres trofeo o damiselas que necesiten ser rescatadas.

Y no, no sataniza a los blancos, como algunos iluminados han intentado decir por ahí.

Así las cosas, ¿qué espacio hay para la artillería de chistes que Marvel suele introducir en sus películas? Poco. y eso Es un riesgo, pensando que se trata del filme debut de un personaje un tanto secundario dentro del escalafón Marvel y, por lo mismo, no tan conocido fuera del fandom. Pasó en casos similares como los citados Guardianes de la Galaxia o Ant-Man en sus filmes debut.

Hacer un lado esta tendencia en un filme de inicio era una opción arriesgada, pero que funcionó, dando como resultado una película con identidad propia, un protagonista que convence al tomarse con igual seriedad e importancia el doble rol de protector aún cuando esta sea una de sus tantas funciones reales, y un villano (Michael B. Jordan, que ya había trabajado con Coogler en Fruitvale Station y Creed) que sobresale del común por sus objetivos, motivaciones y métodos.

Aparte de haber tenido una gran taquilla en su fin de semana de estreno (sobrepasó los necesarios US$ 300 millones, el tope a partir del cual los estudios pueden sentirse satisfechos), muchos se han aventurado a declarar a Black Panther como el mejor filme de la marca desde Captain America : The Winter Soldier. Quizás sea muy luego para hacer una afirmación así de categórica (pensando en que el estudio aún debe presentar dos o tres filmes más este año) pero un antecedente que no hay que menospreciar.

Sin duda, un muy buen inicio de temporada.

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BLACK PANTHER

Director: Ryan Coogler

Intérpretes: Chadwick Boseman; Michael B. Jordan; Lupita N’Yongo; Danai Guira; Martin Freeman; Andy Serkis; Angela Bassett; Forest Whitaker; Daniel Kaluuya; Letitia Wright; Winston Duke

Superhéroes

2018

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata

cualquiera de ustedes puede ser un asesino

Hercules Poirot (Kenneth Branagh) ve interrumpidas sus vacaciones en Estambul cuando es requerido para volver a Londres lo antes posible, y a través de un amigo suyo, el Sr. Bouc (Tom Bateman), Poirot consigue una habitación en el exclusivo Expreso de Oriente, el lujoso tren que atraviesa Europa de oriente a occidente.

A poco de abordar, un norteamericano llamado Ratchet (Johnny Depp) intenta trabar amistad con él y contratarlo como guardaespaldas, ya que ha recibido repetidas amenazas de muerte. De las propias palabras de Ratchet, Poirot deduce que éste se dedica  al tráfico de obras de arte y declina la oferta.

Durante la segunda noche del viaje, el tren sufre un desperfecto y queda varado en Yugoslavia, en plena tormenta de nieve. A los pocos minutos, es descubierto el cadáver de Ratchet, el que fue apuñalado reiteradas veces.

Convencido de que el asesino se encuentra en el tren, Poirot interrogará a todos y cada uno de los pasajeros, todos los cuales tienen algo en contra de la víctima. Y sus conclusiones remecerán hasta las más sólidas convicciones del detective.

Aunque el cliché del detective literario o de ficción es Sherlock Holmes, a nivel masivo suele olvidarse a otros personajes tan trascendentes como el creado por Arthur Conan Doyle. Como Miss Marple, de Agatha Christie, Auguste Dupin, de Edgar Allan Poe, Philip Marlowe, de Raymond Chandler, Nancy Drew y los Hardy Boys, el Inspector Maigret, las obras de Elmore Leonard y James Ellroy, Dick Tracy, The Spirit, de Will Eisner, el Batman de sus primeros años, Columbo, Mike Hammer y por supuesto, Hercules Poirot, de la propia Agatha Christie.

Protagonista de 41 relatos entre 1920 y 1975, y diversas adaptaciones a las distintas pantallas (la más popular, aquella serie inglesa protagonizada por David Suchet, entre 1989 y 2013), Poirot se distinguió por su estilo único de investigar. Si bien para Poirot también tiene importancia la recolección de pistas, fechas, datos y detalles que el policía común suele dejar pasar, Poirot se enfocaba en analizar la condición humana de los sospechosos y de sus víctimas, recurriendo a la psicología para obtener las respuestas que necesita, haciendo las preguntas adecuadas y dejando que su gran capacidad analítica y deductiva haga el resto.

Asesinato En El Expreso de Oriente es la más popular de las historias de Hercules Poirot, y una de las que más veces ha sido llevada al cine, la más reciente de ellas, esta vez protagonizada y dirigida por Kenneth Branagh. Y es quizás el mejor ejemplo del método Poirot: un crimen, en un espacio cerrado y aislado (un tren varado en medio de la nieve), y un puñado de sospechosos, todos los cuales con un móvil válido para cometerlo.

La dirección de Branagh es funcional y fiel a la obra de Christie, en cuanto a su estructura y a su espíritu. Y con el suficiente oficio como para sostener un relato entretenido y atractivo para el espectador, manejando los ritmos y atmósferas de manera adecuada al objetivo de la obra, esto es, la resolución de un crimen y la búsqueda de su responsable, a partir de las personalidades de los sospechosos y sus móviles. Se agradece además que Branagh opte por evitar las fórmulas del blockbuster (que funcionaron bien y mal en el Sherlock Holmes de Guy Ritchie, mientras que Branagh opta por ser más cauto y no caer en riesgos que no necesita) a fin de ser respetuoso con la estructura coral y casi teatral de la novela.

No es una película perfecta, en todo caso…¿se han fijado que a veces están viendo una película y les da la sensación que sus realizadores estaban muy entusiasmados con el rodaje y de repente se acordaron que la película no podía pasar de una duración determinada, por lo que la parte final de la cinta se ve apresurada, forzada, que de manera abrupta tuvieron que contarte cómo termina la historia?

Es el problema de Asesinato… Branagh, su elenco, su equipo, están tan entusiasmados en contar su relato, que de pronto pareciera que se acordaron que tenía que ponerle final, y los últimos 15 o 20 minutos se sienten como un frenazo de golpe, que te empuja contra el parabrisas delantero. Y el muy buen viaje que estabas haciendo termina con un sabor desagradable. No te va a hacer mandar al carajo las experiencias y recuerdos gratos, pero ciertamente te lo echa a perder.

Eso pasa con Asesinato…está siendo un gran viaje, pero el final es tan abrupto, y tan a la rápida, que la frustración es inevitable.

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MURDER ON THE ORIENT EXPRESS

Director: Kenneth Branagh

Intérpretes: Kenneth Branagh; Tom Bateman; Johnny Depp; Daisy Ridley; Judi Dench; Michelle Pfeiffer; Josh Gad; Williem Dafoe; Penélope Cruz; Derek Jacobi; Olivia Colman; Manuel García-Rulfo.

Suspenso/Policial

2017

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata

 

mismo lugar, misma gente, distinta época

Una de las grandes ideas que surgieron en el mundo del cómic de superhéroes durante los ’90 fue el surgimiento del concepto ElseWorlds (Otros Mundos). Este concepto consiste en trasladar a los personajes fuera de sus entornos habituales e instalarlos en situaciones fuera de las regulares. Ya sea contextos reales e históricos (el Imperio Romano, las Cruzadas o la Revolución Industrial) o ficticios (sociedades futuristas, ucronías regidas por regímenes totalitarios) e incluso simplemente hacer un intercambio de lugares (como aquella célebre historia en que la cápsula de Kal-El cae en Gotham City y es adoptado por una influyente pareja local, los Wayne, los que son asesinados a la salida de un cine y…bueno, creo que ya pueden ver para donde va). La idea era enfrentar a sus personajes a situaciones aun más extraordinarias de las que ya viven.

Una de las primeras obras publicadas bajo este concepto fue Batman: Luz de Gas, escrita por Brian Agustyn y dibujada por Mike Mignola, y publicada en febrero de 1989. Cuenta los hechos ocurridos en 1889, cuando poco después de regresar desde Europa, Bruce Wayne vuelve a una Gotham City azotada por el crimen, y encima debe afrontar la amenaza de un criminal conocido como Jack, El Destripador. Aplicando los conocimientos adquiridos durante su periplo por el viejo continente y concretar su postergado plan de impartir justicia con mano propia, convirtiéndose en Batman.

Hace pocas semanas se lanzó la adaptación animada de dicha novela, recoge lo medular de ésta historia. al igual que la novela gráfica, arranca en la Gotham City de la era victoriana, la cual viene siendo escenario de las hazañas de un vigilante enmascarado que la comunidad ha llamado Batman, pero al mismo tiempo, es lugar para una serie de crímenes atribuidos a un criminal llamado Jack, El Destripador, cuyas víctimas hasta ahora han sido prostitutas, bailarinas exóticas y mujeres de baja extracción social.

La situación social se vuelve cada vez más tensa, especialmente luego de que la ex domadora de leones, devenida en cantante de vaudeville y activista feminista Selina Kyle encare al jefe de la Policía, James Gordon, y al fiscal del estado, Harvey Dent, por su indiferencia con el caso, alegando discriminación. Esto llega a los oídos del próspero industrial Bruce Wayne, quien tras imponerse con detalle del caso, decide que es tiempo de intervenir…

Como es de esperarse, la historia animada presenta diferencias con la narrada en papel, algunas muy sutiles (ninguna mención al Joker, por ejemplo, que en la novela tiene una aparición fugaz, en la película ni de decorado, así como la incorporación de personajes como Hugo Strange, Selina Kyle, Leslie Thompkins, y los tres Robin históricos, Dick Grayson, Jason Todd y Tim Drake), algunas decisivas, pero lo cierto es que la idea central de la novela, quedó intacto.

Cierto es que es en el apartado visual donde la adaptación presenta sus mayores flaquezas. Es obvio, por bien intencionado que sea, el staff encabezado por Sam Liu, responsable de la gran mayoría de adaptaciones animadas de DC/Warner no tiene las mismas virtudes que Mike Mignola, aunque en su defensa podemos decir que el estilo de Mignola no es fácil de adaptar para un filme eminentemente comercial como éste. Y no está nada mal, en cuanto se ajusta a los parámetros en los que debe moverse atendidas las características del relato.

Diferencias más o menos, siempre las habrá cuando se trate de una adaptación (no de una copia al calco, como algunos insisten en que deberían ser las películas basadas en cómics) lo importante es que Luz de Gas sea una historia que atrape a su espectador con un argumento inteligente, una intriga bien construida (dentro de los márgenes que se mueve una cinta animada estadounidense, distintos de los que rigen la novela gráfica, por cierto) y que sea lo bastante entretenida para destinarle los precisos 78 minutos que dura. Cumple con todo eso, así que en lo que animación inspirada en los personajes DC se refiere, el 2018 partió bien.

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BATMAN: GOTHAM BY GASLIGHT

Director: Sam Liu

Voces: Bruce Greenwood; Jennifer Carpenter; John Di Maggio; Anthony Head; Scott Patterson

Animacion

2018

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un fugaz amor de verano

Durante el verano de 1983, la familia Perlman, estadounidenses residentes en la campiña del norte de Italia, donde el padre (Michael Sthulbarg) ejerce como profesor de arqueología de una universidad local, recibe la visita de Oliver (Arnie Hammer), también estadounidense, estudiante de posgrado, reclutado por el profesor como asistente para sus investigaciones.

El visitante es mirado con recelo por Elio (Timothée Chalamet) el introvertido hijo adolescente de la familia, especialmente por lo diferentes que resultan ser sus personalidades: él, introvertido, lacónico y concentrado más en transcribir música que en la vida social, frente a un Oliver despreocupado, activo y vividor.

Sin embargo, ocupando cuartos contiguos de la casa, y sirviendo Elio como guía de su huésped por los alrededores, ninguno de los dos podrá frenar lo atraído que se siente por el otro…

Por ser una coproducción entre italianos, franceses y hasta brasileños, rodada en Italia y de la mano de un director de esa nacionalidad, Luca Guadagnino, ésta bien podría haber quedado nominada como mejor película extranjera. Sin embargo, la presencia estadounidense en su casting y la procedencia de parte de los capitales invertidos en su producción desde el mismo país, terminaron por poner Call Me By Your Name en la nómina principal de cara a los próximos premios de la Academia.

Méritos tiene, indudablemente, para estar entre lo más destacado del año. No sé si para llevarse el premio mayor (como he dicho con otras películas, no porque no esté a la altura, sino que porque las competidoras más fuertes en verdad han estado más potentes que el resto), partiendo por el gran provecho que Guadagnino hace del paisaje natural de Italia (y del semirural también). Quizás ya hemos visto estos campos en muchos otros filmes antes, pero no por eso deben dejar de parecernos impresionantes, que con el muy buen ojo del director de fotografía del filme, Sayombhu Mukdeeprom, lo hace ver todavía más imponente.

Este es el marco en el que transcurre la historia, basada en la novela del mismo nombre de André Aciman y adaptada por el siempre honorable James Ivory, acerca de esta relación imposible, prohibida, como quieran llamarle, pero invariablemente destinada a no prosperar. Para uno de los involucrados, al menos.

La vida de Elio, nuestro protagonista (gran interpretación de un prácticamente debutante Timothee Chalamet, aunque también se dejó ver en Lady Bird, también en carrera por el Oscar…¿será algún indicador de algo importante?) no volverá a ser la misma después de este verano, temporada de vacaciones que, en una primera vista, no ofrecía sino más de lo mismo. Es decir, para un adolescente no precisamente extrovertido como él, en un entorno donde no hay muchas cosas que hacer (más que andar en bicicleta, ir al río cercano a nadar, y pasar el rato con los pocos amigos que tiene en fiestas donde claramente se siente que no pertenece), el panorama es esencialmente enfrentar horas y horas indiscutiblemente muertas.

No es de extrañar que no espere nada de la visita de Oliver (después de varios papeles dando bote, por fin Arnie Hammer ejecuta un papel y en un filme en que puede desenvolver tu gran talento como corresponde). Temprano nos queda claro que no es primera vez que debe recibir a un visitante en las condiciones que lo hace Oliver, que además es el perfecto opuesto del joven ítaloamericano.

Hasta que la atracción entre ambos se hace inevitable.

Ambos son conscientes de las limitaciones de su relación. Si hoy no es fácil asumir la atracción por una persona del mismo sexo, figúrense treinta años atrás, especialmente cuando ello podría afectar las confianzas, y considerando que esta relación tiene fecha de vencimiento. Conscientes de que la relación no va a durar mucho, cada cual pondrá de su parte para sacarle el máximo provecho. Pero, como dije antes, no le dan la misma importancia a la relación.

Y Elio lo sufre. Por entusiasmarse más de la cuenta con una relación que no daba para mucho. Y tampoco es que podamos culpar a Oliver de esto. Si, para el americano su relación con el joven italiano es una aventura más de tantas que tuvo y que tendrá, pero ciertamente no es algo que haya estado buscando. Quizás podríamos reclamarle su actitud con Elio, dejándolo que se entusiasme, y no poner paños fríos o algún otro atajo, consciente de que este vínculo no dará para mucho más.

Se ha calificado a Call Me By Your Name como cine LBGT, y no voy a negar que hace mucho por la causa, pero esta historia podría emocionar también si la pareja protagónica fuera heterosexual, pues su drama va más allá de la homosexualidad de sus protagonistas. Quizás una pareja hetero no jugaría con fuego tanto como lo hacen Oliver y Elio, pero el drama es el mismo: mantener una relación en la sombra, y tratando de estirarla lo más posible, sabiendo que la ruptura es inevitable, pese a la buena fe de ambos.

Interesante es ver como este paisaje idílico, que bien podría decorar una historia donde el amor sea la fuerza vencedora, sirva de escenario a un relato correctamente armado y en cuya buena ejecución el aporte de sus intérpretes es  el ingrediente principal, en el que si bien el romance es protagonista, está muy lejos de ser el triunfador.

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CALL ME BY YOUR NAME

Director: Luca Guadagnino

Intérpretes: Timothee  Chalamet; Arnie Hammer; Michael Sthulbarg; Amira Casar; Esther Garrell

Drama

2017

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata

una avecilla queriendo levantar vuelo

Es el año 2002, y Christine “Lady Bird” McPherson (Saoirse Ronan) inicia su último año de estudios en un colegio católico de Sacramento, al norte de California. Harta de su entorno, del poco atractivo futuro que le ofrece la ciudad y de su familia, especialmente de su madre (Laurie Metcalf), Lady Bird sólo aspira a conseguir algún cupo en la universidad más lejana posible.

Sin embargo, sus calificaciones en el colegio, así como su conducta, no son de las mejores, más la complicada situación económica de su familia, dificulta la realización de sus sueños, y Lady Bird buscará desesperadamente una salida para esta poco estimulante situación…

No quería hacer esto. Que conste. Pero no es mi culpa.

Es decir, si confirman el estreno de Lady Bird, película nominada a cuatro premios de la Academia para el 1 de marzo (mejor película, directora, actriz y actriz de reparto, guión original), siendo que los premios se entregan tres días después (menos malo que confirmaron su estreno, otros nominados como Call Me By Your Name o The Phantom Thread no figuran ni en las cómicas) ¿qué esperan que uno haga?

Aparte de ser una pésima estrategia comercial (el que estaba interesado en verla, para entonces ya lo habrá hecho vía Amazon, encargada en la tienda amiga, vista en el stream legal o de los otros, o recurriendo al torrent amigo), y el que no, bueno, no se va a urgir una película, por nominada que esté, dos días antes de saber si se premia o no. Para que de verdad enganche, tendría que ganar los premios a los que está nominada, para llamar un poco la atención. Y si no lo hace, bueno, fue un gusto tenerte en cartelera.

De cara a los premios de la Academia, la tiene bastante difícil. Pero sólo porque le toca competir con filmes que han pegado mucho más fuerte a lo largo de la carrera, principalmente con La Forma del Agua y con Tres Avisos Para Un Crimen, en quienes se ha centrado la gran pelea este año. Podría pensarse que Lady Bird, una película esencialmente femenina, ha sido nominada sólo por un tema de paridad (y a la Academia le gusta tanto dar la sensación de una actitud políticamente correcta), sino que porque méritos tiene de sobra.

Quizás no para alcanzar un Oscar como Mejor Película o Mejor Directora, pero para ser el primer trabajo de la actriz y guionista Greta Gerwig en la dirección, es un muy buen pie desde el cual empezar.

¿Cómo podríamos definir esta historia? ¿O a su protagonista? Christine, aunque ella prefiere ser llamada Lady Bird, siente que tiene un gran porvenir, que está en este mundo para algo importante…pero que no lo logrará si se queda en un entorno donde no se siente apreciada como se debe. Siente que no pertenece a ese mundo, que debe salir de ahí…pero que también es lo único que tiene. Y que para bien o para mal, el pequeño universo al norte de California donde vive y ella, están íntimamente ligados.

¿Cómo escapas de un mundo que, con todo lo que le puedas criticar, y bien en el fondo de tu ser, aprecias, quieres, incluso amas?

Lady Bird quiere salir, lo desea desesperadamente, pero debe enfrentarse a su realidad (notas no muy buenas, conducta escolar reprochable, no mucho dinero) y a lo que de verdad siente. Si a eso le sumamos otros cuantos factores (su conflictiva relación con su madre, sus amistades, sus amores y las primeras frustraciones) van definiendo la conducta de la chica, que deberá ir aprendiendo sobre la marcha acerca de los golpes que da la vida.

No sé si Greta Gerwig lo hubiera querido así, pero Lady Bird guarda muchas similitudes con Dazed and Confused (1993) y Everybody Wants Some (2016) dos películas de Richard Linklater que también exploran esa etapa en que se termina el colegio, se empieza la universidad y el adolescente da sus primeros pasos por el camino que tarde o temprano los llevará a la madurez. Incluso, pensando que ambas películas transcurren a mediados de los ’70 y principios de los ’80, respectivamente, Lady Bird bien podría ser su secuela de principios del 2000, con las heridas del 11/9 todavía abiertas. Lady Bird bien podría ser hija (temática, moral, incluso biológica) de esas generaciones.

Las mayores fortalezas de la película corren por cuenta de su actriz principal. Desde que la vimos por primera vez en Expiación, Deseo y Pecado, que Saoirse Ronan ha venido obteniendo un reconocimiento tras otro, y los últimos años, gracias a filmes como Brooklyn, Great Budapest Hotel y otras más, se ha ido consolidando como una de las mejores actrices jóvenes actualmente. Su nominación al Oscar viene a ser la ratificación de todo lo bueno que ha venido haciendo.

A un nivel muy parecido debemos poner a Laurie Metcalf, quien encarna a Marion, la madre de Lady Bird, una mujer que indudablemente quiere lo mejor para su familia, obstinación que la ha convertido en enemiga de su propia hija, que cree que lo mejor para ella es otra cosa.

Y claro, la dirección de Greta Gerwig, que es de esos debuts que nos gustaría ver más seguido. Un debut esperanzador, que nos permite tener fe en que aún queda gente dispuesta a contar historias que resulten cercanas para el espectador. Tenemos fe en este tipo de películas por algo simple: porque su realizadora tiene fe en ella.

Con o sin Oscar, es un muy buen punto donde empezar. Ciertamente, espero saber más de Greta.

***1/2

LADY BIRD

Director: Greta Gerwig

Intérpretes: Saoirse Ronan; Laurie Metcalf; Lucas Hedges; Tracy Letts; Timothee Chalamet; Beanie Feldstein

Drama

2017

fretamalt@hotmail.com  @panchocinepata

más ruido del necesario

Christian (Claes Bang), es curador de una galería de arte en Estocolmo, Suecia, aunque a simple vista, pareciera que el mismo no tiene idea de lo que pasa o se exhibe en ella, según se desprende de las respuestas que ofrece a Anna (Elizabeth Moss), periodista, que lo está entrevistando.

Cierto día, durante un incidente callejero, Christian descubre que su teléfono y su billetera le fueron robados. Con un funcionario de su galería idea un sistema para recuperar estas cosas, pero eso será lo menos insólito que deberá vivir los próximos días.

La competencia más fuerte para Una Mujer Fantástica en la carrera por el Oscar a la Mejor Película Extranjera viene de Suecia, y con un aval muy fuerte. The Square fue la ganadora de la Palma de Oro en el último festival de Cannes, y ciertamente esa ventaja puede pesar a la hora de entregar el premio el próximo cuatro de marzo.

Estamos ante un filme que descoloca, que incomoda. Si, hace poco decía eso mismo de The Killing of a Sacred Deer, pero si en aquel filme lo que nos dejaba para adentro era la bajeza a lo que es capaz del ser humano para lograr un objetivo determinado, sin importar por encima de quien pasar, este filme del sueco Ruben Ostlund, donde el humor negro está a la orden del día, enfatiza en la indolencia del ser humano respecto del mundo que lo rodea, y lo desconectado que está el hombre moderno de las cosas que pasan a centímetros de su nariz.

Las distintas peripecias que atraviesa Christian, expuestas como píldoras de narración que al unirse conforman el todo que es esta película, son ejemplos de ello: todo lo que hace funcionaría a la perfección en un mundo paralelo donde el fuera quien dirige todo, pero que al menos en éste, queda clara su desconexión.

Dirige una galería de arte, pero no es capaz de dar una explicación acerca de las cosas que exhibe y lo que ellas significan, ni de las cosas que suceden dentro de ésta, ya que su personal prácticamente hace lo que se le da la gana, “en nombre del arte”..decisiones de las que luego tiene que andar poniendo la cara y dando explicaciones. Sufre un robo, y tratando de hacer justicia con mano propia termina metiéndose en más de un lío. De su vida personal, mejor ni hablar.

El problema es que estas “píldoras”, estos pequeños capítulos que van armando el mundo en el que Christian se desenvuelve, van agregándose..no quiero decir en desorden, porque no lo hay, es otra idea, más bien.

Lo que quiero decir es que es tanta la información, tantas cosas que se van sumando al relato (el robo del celular, una noche de sexo casual que el protagonista echa a perder por sus propias aprehensiones, un viral que busca dar publicidad a la galería, pero termina saliendo al revés por su mal gusto, una performance que se sale de control, y hasta un chimpancé que se pasea por un departamento cual dueño de casa) que entre tanta cosa nos vamos distrayendo del concepto central, cual es la evolución moral del protagonista, el proceso de abrirse a descubrir el mundo que hay más allá de su nariz. Por un lado.

Por otro, The Square plantea un interesante debate sobre la libertad de expresión, los límites de la creación artística y el minuto en que dejamos de estar frente al arte propiamente tal para estar ante la mera provocación, las ganas de llamar la atención o simplemente incomodar.

Pero los árboles no dejan ver el bosque, y tanto condimento termina logrando que esta historia no explote todo lo que podría.

No es que no me haya gustado, o la haya encontrado mala. Ni lo uno, ni lo otro (digo, porque no va a faltar el fanático del “verdadero cine” que pasa por aquí de vez en cuando sólo para tratarme de ignorante). Sólo que siento que tiene detallitos que me impidieron disfrutarla más.

Pero bueno, tiene una Palma de Oro en Cannes (y hace unos días no más se ganó el Goya a Mejor Película Europea, mismo premio que en su variante Iberoamericana se ganó Una Mujer Fantástica), se supone que eso la hace una de las grandes películas de la historia, y en una de esas tienen razón y sí soy un ignorante. quizás, pero eso no va a cambiar el hecho que crea que hizo más ruido del que debía. El detalle es que a veces el ruido ayuda a ganar premios.

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THE SQUARE

Director: Ruben Ostlund

Intérpretes: Claes Bang; Elizabeth Moss; Dominic West; Terry Notary

Comedia

2017

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El Cuarto Poder (haciendo lo que los otros tres no)

Año 1971.

Durante largos años, el ex analista del ejército estadounidense Dan Ellsberg (Matthew Rhys) ha recopilado información clasificada que implica a al menos cuatro gobiernos estadounidenses en relación a la intervención norteamericana en Vietnam.

Cuando los rumores en torno a la existencia de esta información se vuelven cada vez más fuertes, el editor del Washington Post, Ben Bradlee (Tom Hanks) ve con frustración como su competencia principal, el New York Times, golpea con el contenido de estos archivos, hasta que el Gobierno del Presidente Nixon consigue una orden judicial, que impide seguir publicando esta información.

Pero cuando Ben Bagdikian (Bob Odenkirk) consigue dar con el paradero de Ellsberg y junto a Bradlee, deciden publicar la información, lo antes posible, pese a las advertencias de sus abogados. Y corresponderá a su recientemente propietaria, Katherine “Kay” Graham (Meryl Streep) decidir finalmente el destino del reportaje…

Sé que a estas alturas todavía queda gente dispuesta a cuestionar la grandeza de Steven Spielberg como director. Bueno, pensando en todos ustedes, herejes, es que tienen que ver The Post (Los Archivos Secretos del Pentágono).

Incurriendo en un subgénero que ha dado grandes momentos al cine estadounidense como es el cine de prensa(pensemos en clásicos como Todos Los Hombres Del Presidente, filme con el que guarda más de un parentesco, o  El Informante, de Michael Mann, 1999, una de las últimas actuaciones decentes de Al Pacino, o más recientemente Spotlight, Oscar a la Mejor Película en 2015), Spielberg reconstruye las circunstancias que rodearon uno de los momentos más complicados para la política estadounidense. la revelación de los antecedentes que Dan Ellsberg reunió durante al menos cinco años, tras servir como analista de campo en Vietnam, que daban cuenta que la intervención estadounidense en dicho conflicto distaba mucho del ideal patriótico y victorioso que al menos tres administraciones querían imprimir en esa guerra.

Con el antecedente de la prohibición de referirse al tema impuesta al New York Times, la tensión reinante en el equipo de redactores del Post, centrando esta presión en su editor (un Tom Hanks ¡impresionante!) como su propietaria (la nominación de este año como Mejor Actriz para Meryl Streep es más que una mera tradición, Streep se manda una de sus actuaciones más poderosas en muchos años), toda vez que todo este staff (redactores, columnistas, editores, ejecutivos) es consciente que, más allá del golpe noticioso que significan estas revelaciones, lo que tienen en sus manos podría dar un puñetazo de knock-out directo al corazón de la política estadounidense…pero también, mandarlos a la cárcel por desacato.

Spielberg juega con estos elementos con el oficio y la maestría que le conocemos, haciéndonos parte de la vorágine de emociones y sensaciones que reinan en la sala de redacción, y como lo que se decida en ese microcosmos va a terminar por afectar a una sociedad completa, que se verá sacudida hasta sus cimientos. De esta forma, el bueno de Steven hace de su relato no sólo una gran crónica de un acontecimiento que tuvo lugar entre cuatro paredes, sino un verdadero tributo a la libertad de prensa y a los derechos civiles en general (especialmente, el derecho de la sociedad a conocer la verdad de los hechos que pasan y que sus gobiernos no le pasen gato por liebre…ahh, debe ser tan lindo eso de tener una prensa independiente).

Podríamos resumir The Post en “cuando el Cuarto Poder hace lo que los otros tres no”.

La película cuenta con una subtrama que no deja de resultar oportuna, y es la protagonizada por Kay Graham, quien al asumir en 1971 la cabecera del Washington Post, debió luchar contra toda clase de obstáculos, en una época en que era inconcebible que una mujer se hiciera cargo de una gran empresa. De hecho, si bien el periódico fue fundado por su propio padre, este legó la dirección del mismo a su yerno. A la muerte de éste, es Graham quien se hace cargo, y su administración fue una constante demostración de sus innegables habilidades empresariales y periodísticas, por lo que taparle la boca a sus críticos, fue una constante a lo largo de su carrera. Si bien The Post se refiere a esos primeros años, nos proporciona los antecedentes suficientes para entender cual sería la línea que el Post seguiría bajo la guía de Kay Graham.

Este mensaje no puede venir mejor, en tiempos donde aún una mujer no puede ganar lo mismo que un hombre por hacer el mismo trabajo, en los que aún se cuestionan las capacidades femeninas para liderar países, empresas o grandes obras.

Hace rato que una película no me dejaba de tan buen ánimo. Incluso en obras del mismo Spielberg, cuyos trabajos siempre me dejan un gran sabor de boca, The Post supera esa sensación con creces.

Nominada al Oscar a la Mejor Película (¿¿Y director?? Es por eso que no nos caes bien, Academia), The Post me deja con más ganas todavía de ver La Forma del Agua.o Ladybird..¿por qué? Porque necesito saber que tan buenas deben ser como para tener mucho más favoritismo en la carrera por el Oscar que este gran trabajo. Ningún problema con esas dos películas, pero si en una de esas la Academia hace la gran Spotlight y premia este filme, vaya que lo voy a celebrar.

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THE POST

Director: Steven Spielberg

Intérpretes: Tom Hanks; Meryl Streep; Bob Odenkirk; Sarah Paulson; Matthew Rhys; Jesse Plemons: Allison Brie; Bruce Greenwood; Alison Brie

Drama periodístico/Política

2017

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