más que fortuna y gloria

Estas revisiones me hacen sentir viejo, pero uno tiene que ser agradecido con sus obras favoritas.

Hoy se conmemoran 40 años desde el estreno de Indiana Jones y el Templo de la Perdición, la segunda película del arqueólogo y aventurero creado por George Lucas y Steven Spielberg, que si bien no fue la primera que vi del personaje (esa fue Los Cazadores del Arca Perdida, algún tiempo después) ni mi favorita personal (esa es La Última Cruzada), si fue con la que supe por primera vez del personaje encarnado por Harrison Ford.

Hay que decir que este filme es una suerte de rareza dentro del universo de Indiana Jones. Primero, se trata de una precuela (en tiempos en que no existía el concepto). Segundo, pese a que fue un éxito de taquilla y una de las favoritas del fandom, no son pocos los sentimientos encontrados que genera, principalmente por lo oscuro de su argumento principal. Tercero, porque contiene secuencias de acción y otras que Lucas y Spielberg, por el motivo que fuera, no alcanzaron a poner en Cazadores… y aquí pudieron hacerlas realidad, aunque muchos sostengan que están fuera de contexto (como la secuencia de baile de los créditos iniciales, que Spielberg puso porque nunca había hecho un musical).

Todo comienza en 1935. Para la Segunda Guerra Mundial y el surgimiento del Tercer Reich falta un poco todavía, pero Indiana Jones ya se encuentra corriendo por su vida, cuando, junto a la cantante Wilhelmina ‘Willie’ Scott (Kate Capshaw) y su joven compañero Short Round (Ke Huy Quan) deben huir desde China, luego de que un líder criminal intenta asesinarlo.

En su huida, el trío termina en una pequeña aldea ubicada en el corazón de la India, aldea que sobrevive a duras penas luego de que el actual Marajá de la región robase las llamadas Piedras Shankara, reliquias de ésta y otras comunidades, llevándose además a todos los niños del poblado. Considerando a Indy y a sus compañeros como enviados por los dioses, el Shamán local le pide su ayuda para recuperar a los niños y a las reliquias, a lo que el explorador accede, aunque no pasará mucho antes que descubra la magnitud de las fuerzas que están causando estos males.

¿Qué hace que esta película, aun cuando todos reconocen sus méritos, no tenga el mismo beneplácito que su antecesora o su sucesora?

Puedo equivocarme con esto, pero al descartar a la Anhenerbe –el brazo del Reich dedicado al estudio y recolección de objetos con poderes místicos- como enemigo y decantarse por un culto satánico (y explotador de menores además) fue inesperado…e incómodo para un sector. También tiene parte de responsabilidad lo que decíamos antes, que en este segundo filme Spielberg y Lucas pusieron todo lo que no entró en el primero, lo que le deja un aroma a recalentado.

Sin embargo, Templo de la Perdición con el tiempo ha logrado sobreponerse a ese estigma. En parte porque aparecieron la cuarta y sobre todo la quinta películas de Indy, por cierto, pero eso no es la razón principal, sino porque es un muy buen filme, entretenido y respetuoso del espíritu del personaje, quien se pega una evolución, una madurez, no menor, durante el proceso.

Pensemos en el Indy del principio, ese que no se hace problemas para tratar con el bajo mundo, que es capaz de arriesgar una vida para salvar la suya (ehh…¿me salté la parte en que Indy toma de rehén a Willie para poder escapar, verdad?), y comparémoslo con el del final, que tras una breve visita al lado oscuro, y luego de ver lo que la pérdida de las piedras Shankara trajo para una población, comienza a ver las cosas de otra manera, y a valorarlas ya no sólo como algo con qué enriquecerse, sino como factor de orden y paz para los pueblos.

No todo es fortuna y gloria. O lo es, pero no de la manera que creía al principio.

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INDIANA JONES AND THE TEMPLE OF DOOM

Director: Steven Spielberg

Intérpretes: Harrison Ford; Kate Capshaw; Ke Huy Quan; Amrish Puri; Philip Stone; D.R. Nanayakkara; Roshan Seth; David Yip

Aventuras

1984

Francisco.retamaltorres@gmail.com  @panchocinepata (Ex Twitter, Instagram)

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