monstruos macro, monstruos micro

Es 1945 y la Segunda Guerra Mundial está en sus últimos días.

Koichi Shikishima (Ryunosuke Kamiki) es un piloto Kamikaze que aterriza en la base japonesa de la isla Odo, invocando fallas técnicas de su nave. Esa misma noche, la isla es atacada por un gigantesco lagarto, que los lugareños conocen como Godzilla. Y aunque la ametralladora de la nave de Shikishima funciona, el piloto sufre un ataque de pánico y es incapaz de atacar a la bestia, cuyo paso no deja más de un par de sobrevivientes.

Meses después, y cargando con la culpa de no haber podido salvar a nadie en la isla, Shikishima vuelve a su casa, en una arruinada ciudad costera, acogiendo a Noriko (Minami Hamabe), y a un bebé huérfano, Akiko, ambos sobrevivientes de los bombardeos aliados. Perseguido por su pasado, Shikishima intenta rehacer su vida, pero una amenaza se cierne sobre su ciudad…Godzilla.

No pensaba llegar a Godzilla/Kong mientras no saldara esta cuenta pendiente del 2023 (aceptémoslo, uno aunque quisiera siempre tiene cosas pendientes de ver de temporadas anteriores). Menos con todo lo bueno que se había hablado de Godzilla Minus One, llegando incluso a golpear la cátedra y llevarse el Oscar a los Mejores Efectos Visuales, por sobre algunas sandías caladas. Así que por un tema de honor (concepto que cruza este filme), tenía que finiquitar este pendiente.

Y con lo primero que nos encontramos, es con una pieza que resulta un verdadero festín audiovisual para los seguidores del cine de catástrofes, de megafauna en general y del llamado kaiju en particular, porque si bien tiene una cuota de efectos especiales contemporáneos, lo cierto es que el rescate que hace de la estética y de las técnicas propias de este género en sus orígenes (este es un cine que surge precisamente luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, y recurriendo esencialmente a efectos especiales físicos) es de un respeto que hay que aplaudir.

Sin embargo, y sin desmerecer el apartado anterior, lo interesante está en lo narrativo.

Porque a diferencia del grueso de la producción hollywoodense de este subgénero (la saga del Monsterverse iniciada en 2014 es una sana excepción) , en que el argumento del filme es una excusa para llegar a ver al monstruo de turno –cuando hay argumento, claro, porque lo otro son esos subproductos tipo Sharknado- en Minus One pasa totalmente al revés.

Tanto, que diría que el monstruo de turno es la excusa para el argumento, que nos ofrece la historia de un individuo, un hombre común, enfrentado a sus propios monstruos.

Quizás debí decir excusa y metáfora.

Shikishima es un hombre perseguido por sus propios fantasmas: simulando una falla de su aeronave abandona el campo de batalla y se paraliza al ver a Godzilla encima suyo la primera vez. Y desde ese momento y cada día de su vida, al ver a su país destrozado, a sus seres queridos muertos y todo lo que le rodea en ruinas, le enrostran lo que su desidia ha causado.

Vale, una sola aeronave no define el curso de la guerra, ni hubiese impedido que Godzilla hubiese despedazado a sus compañeros. Lo que acongoja a Shikishima es no haber hecho algo más que quedarse paralizado, pudiendo.

Y el monstruo reapareciendo de cuando en cuando lo hace aún más doloroso, así que enfrentarlo se vuelve algo personal, pero no por un tema de venganza u orgullo patrio, como pasaría con cualquier filme hollywoodense, sino para sanar su propia vergüenza, hacer las paces con su propia vida.

Nadie lo vio venir. No, no hablo de Godzilla, un ser que desde sus inicios ha sido un ícono de la cultura nipona de la época contemporánea. Hablo de que nadie vio venir que un filme “de monstruos gigantes” podía darnos una lectura tan potente, llevándonos a concluir que todo lo bueno que se ha dicho de ella es verdad, y más.

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GODZILLA MINUS ONE

Director: Takashi Yamazaki

Intérpretes: Ryonosuke Kamiki; Minami Hamabe; Munetaka Aoki

Aventuras/Catástrofes/Ciencia ficción

2023

francisco.retamaltorres@gmail.com   @panchocinepata (Ex Twitter/Instagram)